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Editorial

El flagelo de la trata de personas

El flagelo de la trata de personas

El encuentro de diócesis de frontera que se realiza en Gualeguaychú aporta el análisis de uno de los flagelos más antiguos de la historia de la humanidad y que no ha perdido, lamentablemente, vigencia.


 La referencia es directa a la lucha contra la trata de personas, donde tanto el Estado como las organizaciones no gubernamentales y el conjunto de la ciudadanía no puede permanecer indiferente ni al margen.
La trata y el tráfico de personas son delitos que se han incrementado en forma alarmante en los últimos años, debido a las difíciles condiciones de vida en los países menos desarrollados, al endurecimiento de las políticas migratorias en los países industrializados y al hecho de que por mucho tiempo estos fenómenos no fueron considerados como un problema estructural sino como una serie de episodios aislados.
A nivel provincial, el Municipio de Gualeguaychú fue uno de los primeros en implementar la clausura de todos los prostíbulos, aún de aquellos que disimulaban sus actividades con otras nominaciones. Fue un gran avance que en todo el ejido no haya más esta clase de negocios, dado que se sabe que junto con la prostitución existen otras clases de delitos conexos como, por ejemplo, la comercialización de estupefacientes, por citar solo uno.
A nivel nacional, las autoridades indicaron que tan sólo en abril se logró rescatar a 176 personas que estaban atrapadas y siendo esclavizadas en distintas redes de trata. Es, a todas luces, un número superior a todo el trimestre previo, según datos oficiales del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
Si se tiene en cuenta todos los operativos que se vienen realizando durante este año, el número de víctimas rescatadas ascienden a 346 personas, quienes padecieron sometimientos brutales en la explotación sexual e incluso en otros casos, explotación laboral. Este dado indica un promedio de tres por día y muchos de ellos eran menores.
Esta lucha debe ser impostergable y simultáneamente sistemática. Se trata del tercer delito en importancia mundial, según califican los expertos.
En Argentina, la ley 26.364 contra la trata de personas fue sancionada en abril de 2008. Desde entonces se liberaron 3.099 personas, 2.646 mayores y 453 menores de edad.
La trata de persona es un crimen que también se inscribe en organizaciones mafiosas, que se caracterizan por degradar a sus víctimas a niveles inaceptables y es un delito que colisiona de manera frontal y directa con la abolición de toda clase de esclavitud.
Enfrentar este flagelo también implica un gran cambio cultural y para ello es irremplazable el acompañamiento del conjunto de la comunidad. Frente a este delito no se puede actuar solo y hay que insistir en la necesidad de establecer severas y graves penas al cliente o consumidor de la explotación sexual como laboral.
Por eso la iniciativa del encuentro de diócesis de frontera es más que oportuno, máxime en Gualeguaychú, ciudad fronteriza y rodeada por grandes vías de comunicación, que torna indispensable una constante política preventiva y al mismo tiempo un innegociable trabajo de concientización para que nadie, directa o indirectamente, alimente este flagelo.


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