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Diario El Argentinomartes 19 de marzo de 2024
La Mujer

Mujeres que hacen cosas...

Multiplica el tiempo y restos de telas, mientras acrecienta su fe

Multiplica el tiempo y restos de telas, mientras acrecienta su fe

Cobra estacionamiento en el microcentro y mientras espera el movimiento de los autos, Diver hace muñecas de tela.


Tiene 31 años, seis hijos -de 4 a 17 años- los que atiende junto a su esposo, con el que comparte todas las tareas de la casa cuando Antonio llega de su trabajo.
“Nos turnamos con las tareas. Tener hijos no es tarea de la mujer solamente”, afirma y agrega “si no nos organizamos, la casa sería un desorden. El trabaja hasta las siete y cuando yo salgo para aquí (al cobro del estacionamiento) se queda en casa”.
“Llevamos diecisiete años juntos”, dijo con orgullo, marcando que ahora, casos como el suyo no se ven tanto.
Además de ser mamá, ama de casa y trabajar por las mañanas, Diver Canti -uruguaya radicada en Gualeguaychú - se hace lugar para predicar la palabra aprendida en la iglesia a la que concurre y para esto dispone de su tiempo en las horas de la tarde y la noche, según se la necesite.
“Cuando hablo con los jóvenes les pido que valoren la vida, el tener papá y mamá, a los que a veces no escuchan, pero que casi siempre tienen razón. Los tiempos de ahora están muy acelerados, por eso también les pido que valoren las etapas de la vida, que la disfruten sin apurarse, sin agredirse con alcohol, porque no necesitan los vicios para vivir.”
A lo largo de la entrevista, Diver citó varias veces palabras de liturgia religiosa. Para ella es muy importante predicar la palabra, donde sea. “La aprendo, ella me da la sabiduría y sé que hay un Dios vivo, que todo lo puede, y que nada de lo que pueda sucedernos es tan terrible, porque El nos protege”, aprovechó para compartir.
Y volviendo a los jóvenes, aconsejó “que no corran, que no desesperen, que aprovechen su tiempo y cuando les pase algo, hablen con sus padres, que sepan que papá y mamá se hacen responsables y están para acompañar. Hay casos en que esto no es así. Pero hoy hay muchos padres que se juegan por ellos”.
“Si me tocara a mí, no dudaría. Estoy en todas con mis hijos. En todas las situaciones que me necesitan”.
Llegamos a ella porque alguien la encontró primero y contó que la encontró cobrando estacionamiento y haciendo estas muñecas.
“Le ofrecí a una amiga que hace muñecas vendérselas mientras estoy aquí. Como me salían lindas, le pregunté si podía hacerlas para mis hijas y ahora, que estoy en una situación económica difícil, le pedí permiso para hacerlas y venderlas”.
“Las hago mientras los autos no se mueven (algunos, hay que decirlo, desde las 8 de la mañana y hasta finalizado el horario de estacionamiento medido) y también las ofrezco porque estoy en una situación difícil por el comienzo de clases”.
Aquí señaló que por decisión del matrimonio, sus hijos no trabajan. “Prefiero que estudien y les damos la posibilidad de que lo hagan; se lo inculcamos porque es para ellos, y porque sin estudio, no llegarán a ningún lado”.
A lo que cobra por el estacionamiento, le suma lo que obtiene por la venta de las muñecas, a 25 pesos cada una.
Y es una obligación contar que cuando esta entrevista transcurría, alguien robó la bolsa donde Diver tenía retazos de telas, lanas, cintas y demás elementos para confeccionar sus muñecas y $8 que había hecho esa mañana. La había dejado junto a un árbol, a pocos metros de donde estábamos.
A pesar del mal momento vivido, Diver dijo “con las muñecas logro hacerle ver a la gente que pase lo que pase, se puede salir adelante con un trabajo digno”.
Esa dignidad y su inquebrantable fe le permitieron decir “que Dios bendiga a quien robó mi bolsa”, en lugar de dar rienda suelta a la bronca, como podía esperarse.
Y además de todo lo aprendido de la charla con ella, vale decir que su desprendimiento y la firmeza que demostró son más que suficientes para seguir adelante.
Ella vive en Guido Spano y Alsina, Casa 7. Y esta dirección se ofrece para quienes quieran acercarle los elementos con los que confecciona sus muñecas.
Para multiplicar por cientos, como los panes, la bolsa que se llevó alguien que no sabe de la entereza de una mujer que le pone el cuerpo a cada día con el sano orgullo de Diver Canti.

Silvina Esnaola
EL ARGENTINO



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