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Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Editorial

Penalizar el consumo de prostitución

Penalizar el consumo de prostitución

En el Congreso de la Nación ingresará una iniciativa –impulsada por el senador Aníbal Fernández- para penar el consumo de prostitución.


La decisión se adopta porque está claro que en la sociedad los clientes no se los convence “por lo moral” y hay que hacerlo “con el ejercicio de la política penal”.
Los expertos advierten que sin clientes no habría trata de personas. Y de hecho siempre se consideró una injusticia que las leyes castigaran a quien se prostituye, pero no al cliente que obliga a sostener esta clase de comercio ilegal.
Los distintos allanamientos que se han realizado contra la lucha de trata de personas demuestran que la gran mayoría de las mujeres son obligadas a ejercer la prostitución, otras son vendidas como animales, las hay a montones menores de edad (que ningún cliente denuncia) y todas viven bajo agresiones y violencia de toda clase y de manera constante y en las peores condiciones.
En Entre Ríos se ha hecho un gran esfuerzo por parte de los Municipios para prohibir la existencia de negocios vinculados a la prostitución. Y ya se ha hecho otro esfuerzo para que ese desplazamiento de la ciudad a las rutas, también esté prohibido. Sin embargo, la prostitución –especialmente callejera o en las rutas- continúa, justamente porque hay clientes.
Por eso esta iniciativa legislativa apunta a alejar a las personas de la prostitución y se implementará porque las cuestiones morales le son indiferentes a ese cliente. No queda otro recurso que alejarlo con leyes penales.
Por otro lado, hay que ser conscientes que la explotación sexual de las mujeres es un problema de salud pública y de desigualdad de género, basado en relaciones de dominación y explotación. Esto debe ser traducido por más violencia al tener como objeto de intercambio mercantilista la sexualidad y el cuerpo de las mujeres (se insiste, muchas menores de edad) que terminan con derechos humanos vulnerados. Se pena al proxeneta, pero el único que queda “oculto” o se hace “invisible” es el cliente, que es el que alimenta con su dinero este círculo vicioso de muerte.
Además, no hay que caer en la falacia de considerar –como hacen muchos- que la prostitución sea una forma de ganarse la vida equiparable al trabajo. No hay dignidad en su ejercicio y la actividad es un constante aprovechamiento, casi siempre en contra de la voluntad. Deterioro en la salud física y mental, la droga dependencia (también en muchos casos obligada), la baja autoestima, la pérdida de la libertad, son sólo algunas de las consecuencias más visibles.
Si una sociedad está de acuerdo que los prostíbulos se cierren, entonces también estará de acuerdo que para el cliente (que es quien lleva el dinero a cambio de sexo) no quede impune. Por eso está muy bien esta iniciativa y es de esperar que las penas no sean percibidas como una amonestación moral sino que esté acorde con los graves daños que directas o indirectamente genera al solicitar consumir esta clase de actividad.
Por último, la prostitución no solamente debe ser prohibida con penas graves para los proxenetas y tratantes de personas, sino que además de ser una actividad ilegal no tiene que contar con la tolerancia selectiva hacia los clientes.


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