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Diario El Argentinomiércoles 24 de abril de 2024
Editorial

Ciudad universitaria

Ciudad universitaria
Alguna vez en septiembre de 2011 el área de la Juventud de la provincia anunció que estaba trabajando junto a las autoridades del Instituto Autárquico Provincial de la Vivenda (IAPV) en un plan de construcción de cien viviendas que serían ubicadas en cinco localidades. Esas cinco localidades nunca fueron confirmadas de manera oficial y sobre esa iniciativa nunca más se volvió a hablar. Una pena, porque era una muy buena idea.
La iniciativa era oportuna y mucho más si entre esas localidades se ubicara a Gualeguaychú, dado que el crecimiento de la matrícula universitaria y terciaria ha crecido en los últimos años, al igual que las ofertas académicas en el nivel superior.
De diciembre a marzo los estudiantes tienen serias dificultades para alquilar viviendas y muchos pierden la posibilidad de acceder a los cursos de nivelación e introducción que ofrecen con buen criterio las distintas casas de altos estudios. Esto ocurre porque en todas estas décadas fue imposible armonizar un plan concreto y realista con el turismo.
Hay que tener en cuenta que durante marzo a noviembre el movimiento universitario genera más de cincuenta millones de pesos, contando desde el movimiento inmobiliario durante nueve meses, más lo que requieren en materia de alimentación, comunicación, cultura y ocio, con un agregado altamente positivo: la generación de mano de obra calificada y estable como son los docentes.
Sin embargo, pese a ese movimiento estudiantil todavía la ciudad no ha definido su perfil universitario, que podría sumarse generando sinergia a otros perfiles como el industrial, el turístico, el agropecuario, el comercial, entre los más potentes.
Por eso era plausible esta iniciativa de que el Estado subsane el desequilibrio habitacional entre los estudiantes universitarios e incluso que lo profundice hacia los jóvenes, especialmente entre aquellos que han fundado una familia.
Es curioso, pero hasta el momento –salvo las casas de altos estudios- nadie se ha ocupado de este fenómeno de recepcionar durante el año a miles y miles de jóvenes que llegan de otras localidades para formarse y lo que es peor aún nadie ha estudiado en profundidad –se insiste, salvo las propias universidades- lo que este movimiento genera en términos económicos pero fundamentalmente en capital social.
La falta de vivienda para los estudiantes es un problema que se repite todos los años y se agrava durante la temporada, especialmente en los meses de introductorios y mesas de exámenes.
Si se tiene en cuenta el desarrollo que están teniendo las facultades y los profesorados de enseñanza, se comprenderá mejor que se está frente a una situación social que, al estar bien planificada, redundaría en múltiples beneficios para el conjunto de la comunidad.


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