De las tragedias evitables a un atrio particular

Cuando observamos las actitudes que tenemos en la vida social, nos damos cuenta de que poseemos convicciones muy distintas acerca de lo que significan “los demás”. Somos muy distintos. Sin embargo estamos todos llamados a formar una misma familia humana. No somos islas. Tampoco archipiélagos. Ni siquiera una sumatoria de clanes o grupos dispersos. Estamos llamados a cumplir los compromisos propios de la vida ciudadana, aunque esto solo no basta. El Papa Francisco nos dice que "convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada" (EG 220). Somos solidarios en nuestro origen y destino y, por lo tanto, también en el camino a recorrer. Ser pueblo implica una dimensión mística que fortalece nuestra pertenencia. “Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía.” (EG 220).
En este camino a recorrer, debemos cuidarnos unos a otros, especialmente a los más frágiles. No nos es indiferente lo que sucede a otros, ya que “los demás” no son extraños. Esta semana se desarrolló el “Primer Simposio Internacional de Tragedias Evitables en el Ámbito de la nocturnidad”. Se encontraban familiares y amigos de quienes murieron en Cromañón, Keyvis, Beara y Kiss de Santa María (Brasil). Testimonios conmovedores y reflexiones profundas. De alguna manera todos somos responsables, aunque de modo diverso. La familia, la escuela, los clubes, las comunidades religiosas, todos debemos promover situaciones cotidianas que destierren el odio, la violencia, el atropello a la vida.
Para una parte de la sociedad la diversión de los demás, en particular de los jóvenes, es una actividad empresaria. Lo importante es que la organización económica no mire a las personas como mercancías, que no queden reducidos a ser considerados como simples objetos de consumo. No hay que lucrar con la vida de nadie, ni con su salud, su alegría, sus amigos...
Pero también el Estado en sus diversos niveles tiene un rol irreemplazable e indelegable. Debe sancionar leyes que nos cuiden y establecer los mecanismos de control adecuados y las sanciones pertinentes a quienes delinquen. La corrupción degrada la convivencia social y produce la muerte. La lamentable impunidad viene a arraigar conductas irresponsables y delictivas. Cuando el Estado se ausenta aparecen en escena bajezas que duelen, ofenden y degradan la condición humana.
La muerte temprana nos deja heridas en el alma. Como las lastimaduras del cuerpo, también se curan de adentro hacia afuera, y de afuera hacia adentro. Desde el interior vamos sacando lo mejor que tenemos sostenidos por la fe, por la esperanza con la cual Dios nos fortalece. Desde los hermanos recibimos cariño que nos sostiene y nos hace ver que no estamos solos.
El camino de la fe nos brinda certezas espirituales que nos traen consuelo y paz en medio del profundo dolor de la muerte.
La semana que comienza tendrá lugar en Buenos Aires y Córdoba un encuentro denominado “el Atrio de los gentiles”. Se evoca lo que sucedía en el antiguo Templo de Jerusalén. Quienes profesaban otra religión o se reconocían no creyentes, se daban cita en ese gran patio y podían dialogar y plantear interrogantes acerca de Dios con los maestros de la Ley.
Participará de estos encuentros el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura. En Buenos Aires, el miércoles 26 de noviembre a las 19 horas se hará la apertura oficial en la Facultad de Derecho de la UBA. Allí, Ravasi intervendrá en una mesa de debate sobre “Borges y la trascendencia”, con María Kodama (Fundación Borges), el filósofo Santiago Kovadloff y el rabino Daniel Goldman, moderados por José María Poirier (director de la revista Criterio).
El jueves 27 de noviembre a las 19 horas Ravasi expondrá en otro panel sobre “Responsabilidad Social y Ciudadana”, con Stefano Zamagni (Universidad de Bolonia, Academia Pontificia de Ciencias Sociales), Bernardo Kliksberg (UBA), y Juan José Almagro (Universidades Complutense de Madrid y de Alcalá de Henares).
Al referirse a esta experiencia el Papa Francisco escribió: “Los creyentes nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios. Los percibimos como preciosos aliados en el empeño por la defensa de la dignidad humana, en la construcción de una convivencia pacífica entre los pueblos y en la custodia de lo creado”. (EG 257)
Este domingo tenemos en la Iglesia la Fiesta de Cristo Rey del Universo. De manera particular lo celebra la Acción Católica una Institución de laicos que tanto bien hizo y hace en nuestros barrios y ambientes. Demos gracias a Dios por el ejemplo de vida que nos dan quienes participan en la construcción del Reino de Dios en la Iglesia y en el mundo, y recemos por ellos.

(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.