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Columnista Invitado

“Ya está cerca a venir Aquel...”

“Ya está cerca a venir Aquel...”

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano (*)


“... que nos va a explicar/ sin violencia ni gritos/ paz para este mundo traerá.” Así comienza la canción “Profecías”, de Vox Dei.

Ese niño anunciado por los profetas es el Mesías esperado durante siglos, y se hace presente en la historia viniendo a un lugar pequeño y humilde: ¡Belén! No elige el centro del Imperio Romano, ni cómodos palacios. Nace en las periferias, y su misión la desarrollará andando entre los marginados y excluidos de la sociedad de su tiempo.
Los pesebres que en estas semanas se armaron en las Iglesias, algunas casas y lugares públicos, quieren manifestar esa dimensión de pobreza y desamparo en que aconteció el nacimiento.
También los pesebres suelen mostrarnos la dimensión cósmica del nacimiento de Jesús: cielos, estrellas, montañas, campo, animales, pastores, magos, niños, jóvenes, adultos... María, José, y en el centro el que siendo grande se hizo pequeño, siendo fuerte se hizo débil... Toda la creación está llamada a la plenitud.
La devoción del pesebre fue impulsada por San Francisco de Asís como un modo de expresar la sencillez y la profundidad del misterio que celebramos: “Dios se hace pobre y uno de nosotros”.
En varias parroquias y capillas se organizan en estos días pesebres vivientes, como un modo de preparar y celebrar la Nochebuena.
La Virgen madre está en actitud de contemplación y servicio al Dios-Niño. Nos dice el Papa Francisco que “María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura”. (EG 286) Aquel lugar sucio, maloliente, incómodo, se vuelve regazo y cobijo ante el desamparo de la ciudad.
Esta escena del pesebre tiene consecuencias también hoy. No es una simple estampa naïf o bucólica. Miremos cuántos también hoy sufren la intemperie social. Pasan sus días en la calle, no tienen trabajo, “viven” de la mendicidad. Cuántas familias habitan casillas precarias con paredes de plástico o cartón o chapas... Algunas ciudades se parecen a la Belén que expulsa y margina, que esconde e ignora.
No sigamos repitiendo historias de egoísmo individualista, de globalización de la indiferencia. Hay varias Parroquias que organizan cenas o almuerzos para los pobres, o realizan campañas solidarias. Acercate a dar una mano, a compartir cariño con los que sufren.
Por eso insiste Francisco en que “cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes”. (EG 288)
Estamos celebrando grandes cosas con aspectos muy sencillos. Es fácil pasar de largo y no darse cuenta. La maravilla de la vida está ante nuestros ojos.
El creador del Universo viene a nosotros pequeño y frágil como un niño.
Está muy cerca y quiere mostrarte su amor. No miremos para otro lado.
Esta semana el mundo recibió con alegría el reinicio de las relaciones diplomáticas de Cuba y Estados Unidos. Un noticia trascendente, y que no acabamos de vislumbrar aún las consecuencias para ambos países tan cercanos, y para el conjunto de las naciones. Muchos aspectos quedan por resolverse, pero estos primeros pasos son importantísimos. El Papa Francisco ayudó a disponer las voluntades brindó también el marco para el desarrollo de algunas reuniones en el Vaticano. Demos gracias a Dios por su ministerio en favor de la paz entre los pueblos, y aprendamos de su ejemplo.

(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.




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