El gobierno debe dar soluciones a la crisis del interior productivo
Por Luis Miguel Etchevehere (*)
La preocupante caída de los precios de los commodities, que vive el sector agropecuario desde el año pasado, no tendría en vilo a todas las actividades productivas que se desarrollan a lo largo y ancho del país si el gobierno nacional no hubiera llevado adelante una política macroeconómica tan errática y desacertada.
El récord de presión impositiva, la inflación cercana al 40 por ciento, la crisis energética y el déficit de infraestructura dejan en una situación de total vulnerabilidad a todas las actividades agropecuarias que generan más del 30 por ciento del empleo del país.
Por primera vez en la historia, la soja, el trigo, el maíz y el girasol dan pérdidas a rindes promedio nacionales. Desde junio del año pasado, el precio internacional de esos productos cayó 31 por ciento, 5 por ciento, 16 por ciento y 18 por ciento respectivamente. Sin embargo, las retenciones para cada uno de esos cultivos se mantienen en 35 por ciento, 23 por ciento, 20 por ciento y 32 por ciento.
El mismo ahogo que están viviendo los cultivos de la Pampa Húmeda se replica en las economías regionales. En el Alto Valle de Río Negro se llegó a una situación tan insostenible que los productores evaluaron la posibilidad de no cosechar las manzanas y las peras este año. Hoy las retenciones para estos productos llegan al 5 por ciento.
Situación similar, se están planteando los viñateros.
Y la lista es interminable. Son muchísimas las actividades y consecuentemente los trabajadores y familias afectados por el derrumbe internacional de los precios, que encuentran a la Argentina en un contexto económico interno crítico que hace insostenible la situación.
Sólo para poner algunos ejemplos: desde junio del año pasado, el precio internacional de la carne cayó un 21 por ciento, el del algodón, un 27 por ciento; el del azúcar un 17 por ciento; el del té 8 por ciento; el aceite de girasol, 16 por ciento, y la lana, un 10 por ciento.
En honor a la verdad, el campo no es el único sector que padece las consecuencias de esta explosiva coyuntura en el plano interno y externo. A nadie escapa la caída de precios que viene registrando el petróleo en el mercado internacional, que desde junio fue de 54 por ciento.
Tampoco se le escapó al gobierno, ya que este sector tuvo como respuesta una reducción de las retenciones al crudo en octubre y diciembre del año pasado que llevaron la alícuota de 37 por ciento a uno por ciento.
El campo exige una actitud en la misma línea que la recibida por los petroleros. El gobierno no puede seguir negando la crisis productiva a la que llevó al campo y que arrastra a las economías de muchas de las provincias argentinas.
En tanto, el gobierno debe replicar la medida que se tomó con el petróleo y eliminar las retenciones a los productos agropecuarios que generan empleo en todas las provincias del país.
(*) Luis Miguel Etchevehere es presidente de la Sociedad Rural Argentina.
El récord de presión impositiva, la inflación cercana al 40 por ciento, la crisis energética y el déficit de infraestructura dejan en una situación de total vulnerabilidad a todas las actividades agropecuarias que generan más del 30 por ciento del empleo del país.
Por primera vez en la historia, la soja, el trigo, el maíz y el girasol dan pérdidas a rindes promedio nacionales. Desde junio del año pasado, el precio internacional de esos productos cayó 31 por ciento, 5 por ciento, 16 por ciento y 18 por ciento respectivamente. Sin embargo, las retenciones para cada uno de esos cultivos se mantienen en 35 por ciento, 23 por ciento, 20 por ciento y 32 por ciento.
El mismo ahogo que están viviendo los cultivos de la Pampa Húmeda se replica en las economías regionales. En el Alto Valle de Río Negro se llegó a una situación tan insostenible que los productores evaluaron la posibilidad de no cosechar las manzanas y las peras este año. Hoy las retenciones para estos productos llegan al 5 por ciento.
Situación similar, se están planteando los viñateros.
Y la lista es interminable. Son muchísimas las actividades y consecuentemente los trabajadores y familias afectados por el derrumbe internacional de los precios, que encuentran a la Argentina en un contexto económico interno crítico que hace insostenible la situación.
Sólo para poner algunos ejemplos: desde junio del año pasado, el precio internacional de la carne cayó un 21 por ciento, el del algodón, un 27 por ciento; el del azúcar un 17 por ciento; el del té 8 por ciento; el aceite de girasol, 16 por ciento, y la lana, un 10 por ciento.
En honor a la verdad, el campo no es el único sector que padece las consecuencias de esta explosiva coyuntura en el plano interno y externo. A nadie escapa la caída de precios que viene registrando el petróleo en el mercado internacional, que desde junio fue de 54 por ciento.
Tampoco se le escapó al gobierno, ya que este sector tuvo como respuesta una reducción de las retenciones al crudo en octubre y diciembre del año pasado que llevaron la alícuota de 37 por ciento a uno por ciento.
El campo exige una actitud en la misma línea que la recibida por los petroleros. El gobierno no puede seguir negando la crisis productiva a la que llevó al campo y que arrastra a las economías de muchas de las provincias argentinas.
En tanto, el gobierno debe replicar la medida que se tomó con el petróleo y eliminar las retenciones a los productos agropecuarios que generan empleo en todas las provincias del país.
(*) Luis Miguel Etchevehere es presidente de la Sociedad Rural Argentina.
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