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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
La Mujer

Mujeres que hacen cosas...

Agradecida con los dones recibidos, los multiplica con generosidad

Agradecida con los dones recibidos, los multiplica con generosidad

El agradecimiento hecho por “Capullos” a Amalia Berta Gutiérrez por su donación a los bebés de la sala de neonatología hizo que la entrevistáramos, porque con 92 años y toda una vida de trabajo, ella sigue haciendo. 


En este caso, tejiendo, porque ya dejó atrás sus tiempos de modista.
Amalia teje desde los siete años. Hoy tiene 92 y sigue haciéndolo y tan llamativo como esto es que lo hace sin anteojos.
“Dios me dio el don de la vista”, dijo cuando hicimos la observación, a lo que agregamos que también puso algo en sus manos.
Acaba de entregar los ajuares que mencionamos y a su juicio “he hecho cosas más completas”, aunque viendo las batitas y escarpines, el asombro es generalizado.
Pero claro: Amalia quizás los compare con los pulóveres que tejió con mil motivos diferentes cuando se los encargaban para venderlos en Bariloche.
“Empecé a tejer a los siete años porque hasta esa edad no caminé. Entonces quede sin madre muy chiquita. Éramos ocho hermanos y fuimos repartidos entre familiares, porque antes era así. Y nos criaron a las mil maravillas, no puedo quejarme. A mí me crió una tía de mi padre, una mujer a la que adoraba.
Yo era muy enfermiza y ella le dijo a mi abuelo que se ocuparía de mí y lo hizo hasta que murió”.
Sus tejidos de los siete años eran más bien muestras en punto Santa Clara o jersey porque como recordó “yo miraba el dibujo, porque no leía. Y mirando sabía que el nudito iba para arriba y el lisito, para abajo. Me compraban un librito que salía diez centavos y traía muchas explicaciones de puntos, y yo me entretenía mirándolos y copiándolos”.
Y al cabo de unos años, comenzó a tejer prendas.
“Veo una revista, me gusta un modelo y lo hago” dijo, para agregar que además de los tejidos hechos por encargues, tejió para su familia.
Y a sus clientas, sumaba los encargues hechos por la señora que le entregaba bolsones de lana para que Amalia tejiera a mano pulóveres que se venderían en Bariloche. Los ajuares que se entregaron este año a Capullos son la cuarta entrega que Amalia hizo al Hospital, porque a través de voluntarios, ella envió su caja. Y este año, el compromiso de la familia con la sala de Neonatología, hizo que el trabajo de Amalia llegara allí.
Pero para evitar que se piense que Amalia sólo teje prendas pequeñas, vale decir que cada invierno ella se teje para sí todo lo que usará, así como para su familia. Y entre uno y otro trabajo, “descansa” haciendo escarpines que va colocando en una caja y a los que después agregará batitas, para entregar a donde sabe, lo necesitan.
Y como dijimos, también fue modista, pero ahora dejó la costura de lado “porque ya no tengo esa habilidad de antes” y además, “ahora tengo que descansar un poco”, como le respondió a quien vino a pedirle que otra vez tejiera como años anteriores, para llevar a Bariloche.
Amalia no quería ser noticia y lo dejó en claro, cuando nos dijo “soy muy corta de genio, chúcara” y le dijimos entonces que terminó siendo noticia porque lo que hizo es un llamado a mucha gente que puede hacer lo mismo para dar abrigo a los chiquitos de la Neo.

Silvina Esnaola

EL ARGENTINO

 

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