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Diario El Argentinomiércoles 27 de marzo de 2024
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Libertad religiosa y libertad de expresión

Libertad religiosa y libertad de expresión

El arzobispo Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, intervino el pasado 10 de marzo en la 28° sesión del Consejo para los Derechos Humanos en Ginebra con un discurso dedicado a la libertad religiosa y a la libertad de expresión del que se reproduce a continuación amplios párrafos. 


“La comunidad internacional debe ahora hacer frente a un reto delicado, complejo y urgente que atañe al respeto por las sensibilidades religiosas y la necesidad de la convivencia pacífica en un mundo cada vez más plural, y más específicamente, al establecimiento de una relación adecuada entre la libertad de expresión y la libertad de religión. La relación entre estos derechos humanos básicos ha demostrado ser difícil de afrontar tanto en ámbito normativo como institucional...El fracaso de estos esfuerzos es evidente allí donde el uso excesivo e irresponsable de la libertad de expresión se transforma en intimidación, amenazas e insultos que pisotean la libertad de religión y por desgracia pueden desembocar en la intolerancia y la violencia”. Del mismo modo, el Relator Especial sobre la libertad de religión se ha centrado en la violencia perpetrada “en nombre de la religión y sus causas profundas”.
“Lamentablemente, en nuestros días, la violencia abunda. Si por genocidio se entiende todo acto cometido con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso en cuanto tal, la Comunidad Internacional asiste, indudablemente, a una suerte de genocidio en algunas regiones del mundo, donde se sigue esclavizando y vendiendo a mujeres y niños, matando a hombres jóvenes y quemando, decapitando y forzando a las personas al exilio”.
“En este contexto, la Delegación de la Santa Sede desea someter a la reflexión común del Consejo para los Derechos Humanos que estos y otros crímenes abominables se cometen contra personas pertenecientes a antiguas comunidades simplemente porque sus creencias, su sistema social y su cultura son diferentes de las de los combatientes fundamentalistas del grupo llamado el Estado islámico”.
“La referencia a la religión con el fin de asesinar personas y destruir la evidencia de la creatividad humana a lo largo de la historia hace que las atrocidades cometidas sean todavía más repugnantes y condenables. La respuesta adecuada de la comunidad internacional, que finalmente debe dejar de lado los intereses partidistas y salvar las vidas, es un imperativo moral”.
“La violencia, sin embargo, no viene de la religión, sino de su falsa interpretación o de su transformación en ideología... Todos estos fenómenos tienden a eliminar la libertad individual y la responsabilidad hacia los demás (…) La adopción de una ética de la responsabilidad haría que el camino hacia el futuro fuera fecundo, previniendo la violencia”.
“La libertad de expresión que se utiliza indebidamente para menoscabar la dignidad de las personas y ofender sus convicciones más profundas, siembra la semilla de la violencia. Naturalmente, la libertad de expresión es un derecho humano fundamental que siempre debe ser apoyado y protegido; de hecho, también implica la obligación de decir responsablemente lo que una persona piensa en vista del bien común... Sin embargo, no justifica relegar a la religión a una subcultura irrelevante o a un blanco fácil de burlas y discriminación”.

 

DE LA REDACCIÓN
EL ARGENTINO/radio vaticana


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