"Costos ocultos" pesan cada vez más en producción agropecuaria
En la coyuntura crítica de la producción agropecuaria argentina los costos ocultos como la baja de proteína en la soja que terminará por afectar la venta al exterior de la oleaginosa pesan cada vez más.
Con el trigo ya pasó: lo poco que se comercializa en exportaciones va para forraje porque el cereal argentino no tiene calidad panadera; por lo tanto los especialistas aseguran que debe atenderse a los costos que surgen en un contexto de problemas en el campo.
Guillermo Gorziglia, del Instituto de Investigaciones Teóricas y Aplicadas (de la Escuela de Contabilidad de la Universidad Nacional de Rosario) escribió hace tiempo un estudio sobre los costos ocultos de la actividad agrícola que se convirtió en un pequeño manual sobre el tema.
"Es decir, costos que en la práctica impactan sobre el resultado del negocio pero que a los fines de cuantificarlos y evaluarlos, quedan marginados en el olvido, fundamentalmente por desconocimiento", advirtió el especialista.
Consideró que "lo más preocupante de todo, es que dichos costos tienen un gran impacto, tanto en los aspectos que se podrían llamar técnicos -calidad del recurso tierra, ambiente-, como en el aspecto económico: margen bruto y neto, y rentabilidades futuras".
El inicio de la búsqueda de los costos ocultos tal vez pueda remontarse a lo que significó divorciar la ganadería de la agricultura, cuando antes de la sojización se rotaban en los campos y ahora se ve a ambas actividades como competidoras en vez ser aliadas.
Los beneficios que se perdieron, entre otros muchos, fueron la reposición de nutrientes y el reciclado natural de los desechos de la ganadería pastoril que mantienen la fertilidad física de los
suelos.
Por otra parte, si las dos actividades estuvieran vinculadas debería haber personas que poblaran ese campo inevitablemente, por lo tanto hay salarios que se pierden de pagar y la gente emigra a
las ciudades donde se afecta la economía urbana.
La eliminación de 60 mil chacareros en los últimos años que emigran hacia las ciudades y desequilibran la economía ha contribuido a despoblar los ámbitos rurales y engrosar los
cinturones de pobreza.
Además el control de las malezas quedó circunscrito a la utilización de agroquímicos y el resultado fue una superpoblación de esas especies resistentes de muy difícil combate que afectan
los cultivos en las campañas agrícolas y merman la rentabilidad.
La sojización derivó en una menor capacidad de esponja de los suelos que en un panorama de cambio climático acentúa las catástrofes ya sea de sequía o de excesos hídricos, además se
exportan nutriente con cada campaña.
Para Gorziglia, "sería como afirmar que dichos costos ocultos afectan el resultado agroeconómico", lo cual es real, y según el economista Joaquín Berro Madero del Ieral de la Fundación
Mediterránea, en los últimos dos meses cayó un 50% interanual la liquidación de dólares de la agroindustria.
Los costos ocultos se suman y llegan a afectar los grandes resultados, mientras en febrero y marzo del año pasado el sector aportó divisas en torno a los 2.000 millones de dólares por mes,
este año ese guarismo se ubica en los 1.000 millones.
Otra de las erogaciones que han surgido el último tiempo y aumentan las inversiones en las prácticas agrícolas fue el crecimiento de las plagas de insectos.
La semana estuvo signada por un tema que ya habla del advenimiento de otro costo por ahora oculto que es la cláusula Monsanto que habilita a la multinacional a revisar si los agricultores utilizan su tecnología de semillas "Intacta", para cobrar de este modo, regalías.
Los precios del maíz y el trigo fueron y son intervenidos constantemente de acuerdo con las políticas actuales por lo que producirlos representa en muchos casos riesgos elevados y
márgenes acotados.
El dirigente cordobés, Néstor Roulet, ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) afirma que para producir una hectárea de maíz hacen falta 530 dólares, es decir
que los costos ocultos se multiplicaron.
La suba del precio del gasoil del 21% en un año no está alejada de la producción; todo lo contrario, para Roulet , el sector gastará 3.365 millones de pesos más para producir soja y maíz.
Gorziglia resalta que la rentabilidad por peso invertido es casi siempre mayor en la soja que en maíz y que la producción de trigo, sorgo y maicera requieren un capital de trabajo mayor que
tiene en muchos casos impactos financieros importantes.
Los costos ocultos en los contratos de arrendamiento son otro de los problemas: por la actual situación económica, se paga menos la hectárea alquilada, con lo que a corto plazo ese "capital
tierra" se vende y pasa a engrosar la concentración agropecuaria.
La salud de la población se discute en varias provincias por la utilización de los agroquímicos y sus residuos en los alimentos, lo que provoca enfermedades que encarecen a los habitantes con los
valores médicos.
Finalmente, hay que tener en cuenta que requiere tiempo restaurar la vida del suelo, su estructura y materia orgánica, así como reponer la fauna benéfica y la biodiversidad, todos aspectos
relacionados con los costos ocultos.
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