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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
Colaboraciones

El Buen Pastor da la vida por su rebaño

El Buen Pastor da la vida por su rebaño

¿No te da la sensación de que estamos un poco quedados? A veces pareciera que nos sentimos muy "cómodos" en la fe. Uno de los riesgos que tenemos en las comunidades cristianas es anquilosarnos, aburguesarnos... Acostumbramos a vivir la fe sin sobresaltos, cerrados a toda sorpresa.


La Palabra de Dios que leemos en estos domingos de la Pascua nos muestran el cambio producido en los Apóstoles que pasan del encierro a la salida, de la tristeza a la alegría, del miedo a la misión. Francisco hace tiempo que nos enseña que el modelo a seguir es el de la Iglesia "en salida", en estado permanente de misión. Un Iglesia que no se mira a sí misma, sino a las periferias. Este cuarto domingo de Pascua -que llamamos del Buen Pastor- lo dedicamos a rezar de modo particular por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada. Todos los años los Papas dedican un mensaje para esta ocasión. En esta oportunidad Francisco nos dice: “En la raíz de toda vocación cristiana se encuentra este movimiento fundamental de la experiencia de fe: creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo; abandonar, como Abraham, la propia tierra poniéndose en camino con confianza, sabiendo que Dios indicará el camino hacia la tierra nueva. Esta “salida” no hay que entenderla como un desprecio de la propia vida, del propio modo de sentir las cosas, de la propia humanidad; todo lo contrario, quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia”. Para mostrarnos la importancia que esta experiencia tiene para la fe, podemos mirar incluso varios siglos antes de Jesús: “La experiencia del éxodo es paradigma de la vida cristiana, en particular de quien sigue una vocación de especial dedicación al servicio del Evangelio. Consiste en una actitud siempre renovada de conversión y transformación, en un estar siempre en camino” (...) “la vocación es siempre una acción de Dios que nos hace salir de nuestra situación inicial, nos libra de toda forma de esclavitud, nos saca de la rutina y la indiferencia y nos proyecta hacia la alegría de la comunión con Dios y con los hermanos. Responder a la llamada de Dios, por tanto, es dejar que él nos haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y de nuestra felicidad”. La vocación no nos aleja de los demás. Nos hace vivir de cara a los hermanos. “Escuchar y acoger la llamada del Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse con la emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta a toda nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de Dios en la tierra. Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres.” Te pido entonces que recemos por las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras. Oremos por todos los miembros de la Iglesia, para que vivamos con plenitud nuestra fe. Ayer hemos terminado la Asamblea Plenaria de los obispos de la Argentina. Hemos rezado y conversado de muchos temas, y compartimos preocupaciones y dolores. Entre ellos quiero destacarte dos. Una preocupación que recogemos de muchos como vos, es el creciente flagelo de la droga y el narcotráfico. Monseñor Arancedo comentó que “no deja de conmover a la sociedad el número de muertes por enfrentamientos de grupos que comercian” y agregó: “lo escuchamos muchas veces en nuestras visitas pastorales o nos lo cuentan en el obispado innumerables personas. Mucha gente tiene miedo de hablar, hay madres y padres que no saben qué hacer ni cómo ayudar a sus hijos que cayeron en el consumo o en sobredosis”. También nos hicimos eco de las situaciones de persecución y martirio que padecen tantos cristianos en diversos lugares del mundo. Muchos son obligados a abandonar su fe, y al no hacerlo son expulsados con lo puesto. No faltan los que son crucificados, quemados o decapitados. Como ha dicho el Papa Francisco, hay muchos más mártires hoy que en los primeros siglos del cristianismo. Llama la atención el silencio de buena parte de la prensa mundial y la tibia o nula repercución en organismos internacionales. El Buen Pastor da la vida por su rebaño. Y sus ovejas dan la vida por amor a Él. Por monseñor Jorge Eduardo Lozano (*) (*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

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