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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Policiales

Se cumplen 11 años de la desaparición de Fernanda Aguirre

 Se cumplen 11 años  de la desaparición de  Fernanda Aguirre

 En San Benito hubo una misa en la que se recordó un nuevo aniversario de la desaparición de Fernanda Aguirre. Por el hecho fue condenada Mirta Chaves, en 2007, pero nunca se hallaron pistas sobre el paradero de la joven. El Gobierno nacional mantiene vigente una recompensa de 150 mil pesos para quien aporte datos.


En San Benito hubo una misa en la que se recordó un nuevo aniversario de la desaparición de Fernanda Aguirre. Por el hecho fue condenada Mirta Chaves, en 2007, pero nunca se hallaron pistas sobre el paradero de la joven. El Gobierno nacional mantiene vigente una recompensa de 150 mil pesos para quien aporte datos.
En silencio se cumplieron este sábado 11 años de uno de los mayores misterios de los últimos años en la provincia de Entre Ríos: la desaparición de Fernanda Isabella Aguirre, la adolescente de San Benito, que tendría hoy 24 años.
No hubo marchas ni manifestaciones grandilocuentes. Ningún funcionario se acordó de ella ni el Poder Judicial interrumpió la feria. Su familia cerró la historia y, desde la muerte de su madre, María Inés Cabrol, ya no la buscan, aunque todavía la esperan. “Siempre recuerdo cuando vinieron con la noticia, a las 11 de la noche, no lo podía creer. Pasamos dos o tres noches sin dormir, esperándola… hasta ahora, que seguimos esperándola y no llega”, recordó María Dora, la abuela de Fernanda.
Según EL DIARIO, el mismo sentimiento cuida entre los vecinos del pueblo, que todavía la esperan, pero también piden justicia y respuestas. El sábado hubo una misa en la Parroquia San Benito Abad y el sacerdote Leonardo Tovar hizo una oración en su nombre. Nada más.
Fernanda fue secuestrada el 25 de julio de 2004. Tenía 14 años. De acuerdo a la reconstrucción posterior, Miguel Lencina y su sobrino Jonathan, de 14 años, estaban en la esquina del acceso a los cementerios, en calle Federación y San Martín, cuando ella pasó.
Lencina estaba de paso en el pueblo y a las pocas horas debía volver a la cárcel de Concepción del Uruguay, donde purgaba una condena de 20 años de prisión por un doble homicidio. Esa tarde había salido a pasear con su mujer y su sobrino por el cementerio Parque de la Paz. Intentó asaltar una florería con un arma, pero ellos lo convencieron de que no lo hiciera.
Fernanda vestía pantalón negro, una camperita marrón y zapatillas azules con blanco, llevaba su largo cabello rubio y lacio mojado pero atado, y con una sensación que mezclaba miedo y timidez caminó unos pocos metros hasta el puesto de flores de su madre, que estaba apenas doblando una esquina. María Inés la había llamado para que le llevara tres claveles a una vecina que quería regalárselos a una amiga.
Atemorizada, le pidió a su madre que la llevara en el auto, pero emprendió la vuelta tranquila y confiada en que ella y su hermana María Emilia, que también atendía el puesto de flores, estarían observándola.
Cuando volvió a pasar frente a Lencina, éste se abalanzó sobre ella. La tomó del cuello y la obligó a cruzar desde la esquina hasta un predio abandonado, a media cuadra, donde el terreno se volvía agreste, dominado por grandes y añejos árboles y altos pastizales. Ahí se la ofreció a su sobrino para que debutara sexualmente, pero él aseguró que rechazó la propuesta y entonces Lencina le preguntó a Fernanda si sus padres tenían dinero. Lo que pasó después con Fernanda, es parte de una historia desconocida.

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