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Diario El Argentinosábado 20 de abril de 2024
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Día de la industria: del contrabando al reconocimiento

Día de la industria: del contrabando al reconocimiento

El Día de la Industria se celebra el 2 de septiembre, en conmemoración de aquel día de 1587 cuando se produjo “la primera exportación argentina al exterior”.


“Aquel 2 de septiembre de 1587 zarpó del fondeadero del Riachuelo, que hacía las veces de puerto de Buenos Aires, la carabela San Antonio al mando de un tal Antonio Pereyra con rumbo al Brasil, explica el historiador Felipe Pigna, en su obra “Los mitos de la historia argentina 1”, (Editorial Planeta, 2009). Y agrega: “La nave llevaba en sus bodegas un cargamento fletado por el obispo del Tucumán fray Francisco de Vitoria. Se trataba de tejidos y sacos de harina producidos en la por entonces próspera y productiva Santiago del Estero. Lo notable es que, según denunció el gobernador de Tucumán, Ramírez de Velasco, dentro de las inocentes bolsas de harina se encontraban camuflados varios kilos de barras de plata del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por real cédula. Es decir, que la primera exportación argentina encubrió un acto de contrabando y comercio ilegal”.
Superar estas contradicciones –enseña la historia- es un acto valioso para no repetir errores.
Dejado atrás el “contrabando” es oportuno pasar al reconocimiento. Y así, las palabras llevan a otras palabras. Industria es manufactura, pero también fabricación. Industria es producción, pero también elaboración. Industria es transformación en el sentido de innovación, pero también evolución. Industria es obtención, pero también creación.
Está claro que el Día de la Industria se celebra por la cualidad de constructor de sociedad –y no por aquel de ilegal- que ha caracterizado a esta actividad económica, que también es educativa, creativa, científica, tecnológica… cultural y con una raigambre social estrechamente vinculada con la capacidad de construir futuro que tiene todo ser humano y toda comunidad organizada.
En Gualeguaychú la industria es una actividad que trasciende sus rasgos económicos e incluso sus valiosos aportes para generar fuentes laborales: es parte de una identidad, que también se forma y se forja junto a otras actividades señeras como la producción agropecuaria, la comercial, la turística, para señalar a las más consolidadas pero no las únicas porque también es cultural y ambiental.
Manuel Belgrano fue una mente brillante en materia integral. Pero especialmente en el campo de la industria tuvo una prédica constante y a favor de lo que hoy se conoce como valor agregado. Decía Belgrano: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus Estados a manufacturarse, y ponen todo su empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.
Se trata de un formidable espejo donde se reflejan las industrias locales y que hoy son ejemplos a nivel nacional e incluso internacional. Empresas nacidas al calor del esfuerzo familiar y que han crecido y colaborado en el desarrollo de la sociedad de pertenencia. Y eso es también un signo inequívoco que caracteriza a Gualeguaychú a lo largo de su historia.
La industria, especialmente en Gualeguaychú, tiene un ADN vinculado con la creatividad, tanto para afrontar situaciones de crisis económicas financieras como para consolidar crecimiento y desarrollo.
Decir industria en Gualeguaychú es también reconocer que la base de esa presencia está en el comercio. Sin el sector mercantil, que es indispensable para el intercambio de bienes y de servicios con otras poblaciones, la industria casi no tendría razón de ser. Porque fueron esos intercambios los que convocaron a otro protagonista que en el mundo se lo denomina “productos elaborados”.
Pero del mismo modo, decir industria en Gualeguaychú implica algo más que una perspectiva que se reconcilia con ese antecedente de intercambio de bienes o en la mera transformación de materias primas. Decir industria también es acuñar una perspectiva vinculada con el futuro. Porque la industria es también generar e incorporar nuevas tecnologías, fomentar la ciencia, justamente para producir mejor.
Y hay otro aspecto que se enlaza con este último concepto. Como enseña la Corporación del Desarrollo, no alcanza con producir mejor porque también se requiere vivir mejor. Y ese es el principio motivador que caracteriza a Gualeguaychú, independientemente del perfil de desarrollo productivo que se analice: sea agropecuario, comercial, turístico o como en este caso, industrial.
Todos los 2 de septiembre hay motivos para celebrar. En el caso de Gualeguaychú, con su Corporación para el Desarrollo y su Parque Industrial, pero también con sus otras vertientes para convocar al futuro, todos los días hay motivo de festejos, porque previamente hubo dedicación y cultura del esfuerzo. Y ese valor –la cultura del esfuerzo- es su mejor producto, es decir, su antecedente y su consecuencia; o si se prefiere, su beneficio y su desafío permanente.


Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO


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