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Internacionales

Homenaje a los Mártires de Uganda

Homenaje  a los Mártires  de Uganda

En el santuario de Munyonyo el Papa pidió que los mártires ugandeses -de los cuales san Andrés Kaggwa es el patrono de los catequistas ugandeses-, concedan a los catequistas la gracia de ser maestros de sabiduría. Luego plantó un árbol y bendijo la estatua de san Andrés Kaggwa.


Finalizado su encuentro con la clase dirigente de Uganda, el papa Francisco recorrió en automóvil los 38 kilómetros que separan Entebbe de Munyonyo, el lugar donde el rey Mwanga tomó la decisión de exterminar a los cristianos y donde fueron asesinados los primeros cuatro mártires de Uganda en mayo de 1886, entre los cuales se encontraba San Andrés Kaggwa, patrono de los catequistas ugandeses.
Todos los años los catequistas se reúnen en la zona del santuario de Munyonyo, confiado a los Franciscanos Conventuales, donde se está construyendo una nueva iglesia que tendrá capacidad para mil personas. Entre los catequistas que participaron en el encuentro con el Santo Padre había también una representación de los maestros del Uganda National Council of Laity, dado que los laicos han jugado y juegan un papel muy importante en la evangelización del país.
A su llegada, Francisco fue recibido por el Superior de los Franciscanos y por el arzobispo de Kampala, monseñor Cyprian Kizito Lwanga, que lo acompañaron al atrio de la iglesia donde plantó un árbol y lo regó con agua, junto con el arzobispo y los líderes de las Confesiones Ortodoxa y Protestante para subrayar la dimensión ecuménica de los mártires ugandeses, porque a los veintidós servidores, pajes y funcionarios del rey Mwanga II, convertidos al catolicismo por los misioneros de África, hay que unir las decenas de anglicanos asesinados bajo el reinado de Mwanga.
Después de bendecir la nueva estatua de San Andrés Kaggywa, colocada en el lugar de su martirio, el Papa dirigió un discurso a los catequistas agradeciéndoles, en primer lugar, sus sacrificios para llevar adelante su misión. “Ustedes enseñan -dijo- lo que Jesús enseñó. Instruyen a los adultos y ayudan a los padres para que eduquen a sus hijos en la fe, y llevan a todos la alegría y la esperanza de la vida eterna. Gracias por su dedicación, por el ejemplo que ofrecen, por la cercanía al pueblo de Dios en su vida cotidiana y por los tantos modos en que plantan y cultivan la semilla de la fe en toda esta vasta tierra. Gracias especialmente por el hecho de enseñar a rezar a los niños y a los jóvenes”.
“La comunidad cristiana en Uganda creció mucho gracias al testimonio de los mártires -recordó-. Ellos dieron testimonio de la verdad que hace libres; estuvieron dispuestos a derramar su sangre para permanecer fieles a lo que sabían que era bueno, bello y verdadero. Estamos hoy aquí en Munyonyo, donde el Rey Mwanga decidió eliminar a los seguidores de Cristo. No tuvo éxito en su intento, como tampoco el Rey Herodes consiguió matar a Jesús. La luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no prevalecieron. Después de haber visto el valiente testimonio de san Andrés Kaggwa y de sus compañeros, los cristianos en Uganda creyeron todavía más en las promesas de Cristo”.
 

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