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Diario El Argentinomartes 23 de abril de 2024
La Mujer

Mujeres que hacen cosas Enseñar con alegría es su manera de dar

Mujeres que hacen cosas Enseñar con alegría es su manera de dar

Cuando habla de sus alumnas mira lejos, como abarcando a las mujeres que ya son parte de su vida, con las que ha establecido un vínculo a partir de las clases en las que enseña bricolage. También trucos y secretos, capítulo imprescindible para que los trabajos tengan una terminación perfecta.


Porque ya jubilada, Graciela Retamal está haciendo lo que quiso hacer mientras fue docente activa: enseñar a gente adulta, abrir puertas nuevas para la creatividad, compartiendo lo que sabe hacer y ha aprendido, como observar la naturaleza sabiendo que los colores están ahí.
Y esto lo hace en el taller que dirige en el salón de la Parroquia Nuestra Señora de Luján -a donde llegó tras saberse de su trabajo en AGMER de Villa Paranacito- encuentros semanales en los que la premisa es hacer, reciclar y hasta, como dijo, “intervenir un mueble pequeñito”.
“El taller tiene mucha convocatoria, seguramente porque trabajamos en un ambiente distendido, porque no hay frustraciones, ya que todo tiene arreglo y es divertido buscar la manera de lograr que lo que salió mal pase inadvertido. Además, les recuerdo que no hay nada más lindo, para quien lo recibe, que un regalo hecho pensando en esa persona e insisto en que cada taller sea el momento de encontrarse a sí mismas, sin teléfono, sin otra ocupación que la de hacer. Creo que hasta se ha vuelto terapéutico”
¿Es terapéutico para vos también?
“Seguro. Creo que en la vida todo es una vuelta y cuando uno da con amor, eso vuelve. Siempre pensé que cuando me jubilara trabajaría con gente adulta y me encanta encontrar actitudes de niños en mis alumnas, como cuando me dicen “profe, y ahora cómo sigo??”
“Se crea un vínculo muy afectivo, porque el grupo se va conociendo a lo largo de los encuentros en los que surgen charlas, comentarios y detalles, como para quién es lo que están haciendo. Y no faltamos nunca, aunque llueva, porque la lluvia genera algo especial, liberador para crear. Por mi parte, además de buscar e investigar todo el tiempo, cada marzo me voy al Palacio San Miguel, donde me interno cuatro días a hacer todos los seminarios para nutrirme, porque todos los años salen cosas nuevas”.
Graciela ofrece estos talleres con la base de ser profesora de actividades prácticas y plástica. Desarrolló su carrera docente en la Escuela Francisco Rizzutto, veinticinco años que le hacen decir “Rizzuto atravesó mi vida”, porque allí enseñó y aprendió. Y cuánto, porque supo de historias y situaciones dolorosas, y tuvo que hacerse de la coraza imprescindible para poder decir a sus compañeras “no sé si aprenderán, pero me propongo que estén bien las horas que pasen conmigo”.
Aquí vale agregar que dejó en claro que tiene puesta la camiseta de esta escuela, al punto de, lejos de cortar con ella con la jubilación, ser hoy su tesorera.
De nuevo en su trabajo de los talleres, también se propone, como dijo, que sus alumnas logren constituir una pequeña cooperativa, de forma que además de hacer cosas para ellas y su entorno, tengan este trabajo como ocupación para el momento de la jubilación, para el tiempo en que los hijos se van.
“Me encantaría que mis talleres fueran mixtos, pero por el momento, tengo alumnas mujeres y cada una de ellas produce en mí cosas diferentes”, dijo para agregar “me gustan estos espacios que tienen un costo mínimo, que permiten dar posibilidades”.
Para ella, 2015 ha sido un gran año. “Estoy bien, en plenitud. Y así, puedo devolver y seguir abierta para seguir creciendo”, compartió para dejar en claro “me siento así en todos los aspectos: en lo profesional, como mamá (de Micaela y Valentín), porque pude viajar, por las gratificaciones que tengo en los talleres, porque me nutro de la gente, porque tengo salud, algo esencial porque cuando tenés salud, podés generar un montón de cosas. Me levanto contenta, comienzo el día pensando en lo que vamos a hacer...”
Y como broche, agregó “este año el tren pasó por mi puerta..., y yo me subí”.

Silvina Esnaola
EL ARGENTINO


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