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Diario El Argentinosábado 20 de abril de 2024
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Diálogo con Hernán Rossi, periodista

Diálogo con Hernán Rossi, periodista

“Es indudable que la lectura es un hábito fundamental para la vida”


Hernán Marcelo Rossi nació en Gualeguaychú el 14 el noviembre de 1973. Proviene de un hogar de trabajadores, clase media típíca, “cascoteada por las vicisitudes económicas que padecen todos los argentinos”, dirá para ubicar la coordenada social de su hogar.
Rossi es licenciado en Ciencias de la Comunicación Social, egresado en 2010 de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.
Fui director de Prensa Municipal en la gestión de Emilio Martínez Garbino (1999-2003) y de Daniel Irigoyen (2003-2007). Se ha destacado haciendo periodismo deportivo en LT 41 y hace quince años que está ligado a las transmisiones del básquet, esta vez por Radio Máxima. También ha dado capacitaciones en Tecnología de la Información a docentes a través de la agrupación Rojinegro de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) y actualmente desarrolla un taller de radio en la Escuela de Sarandí para alumnos de cuarto, quinto y sexto año.
Laboralmente hoy se desempeña como administrativo en la Escuela del Sirio Libanés; es titular del sitio periodístico Gualeguaychú en Foco y asesor en materia de política comunicacional.
En el diálogo que mantuvo con EL ARGENTINO, comparte su visión de por qué Gualeguaychú genera un volumen importante de información, pero también explica otras virtudes vinculadas con su diversidad cultural, la capacidad de gestión de su dirigencia política y de organizaciones intermedias y especialmente la capacidad de transformar las crisis en una oportunidad para el desarrollo.

-¿Cuál fue el barrio de su infancia?
-Toda la vida vivimos en la manzana del Club Central Entrerriano y por eso llevamos como un ADN la pasión rojinegra y a la comparsa Marí Marí. Además, en mi familia todos jugamos al básquet. La primaria la cursé en la Escuela Normal “Olegario Víctor Andrade” (Enova) y la secundaria en el Colegio Nacional “Luis Clavarino”, donde obtuve en 1991 el título de Perito Mercantil, también por tradición familiar y no necesariamente porque me gustaran los números.

-De aquella secundaria a la actual se produjeron muchos cambios. ¿Qué recuerda de esa etapa?
-Nosotros éramos un grupo muy carrocero y pertenecí a una de las últimas generaciones que vivió el desfile de estudiantil con más de 70 carrozas. Y pertenecí a esa generación que fue el límite que permite marcar, aunque el tema viene de mucho antes, la debacle educativa. A la secundaria la recuerdo con muchos cambios en la organización académica. En cinco años de cursada tuve notas numéricas, muy satisfactorio, luego el superó los objetivos… e incluso hasta tres formas diferentes de eximir una materia. Viendo ese contexto y a la distancia, pertenecí a la generación que nos tomaron como conejitos de Indias.

-¿Era buen alumno?
-Un alumno promedio. Nunca me llevé ninguna materia, tampoco tuve la experiencia de rendir exámenes por previas, ni fui abanderado. Incluso reconozco que pude esforzarme más, porque tampoco era de estudiar demasiado o ir a profesores particulares: me alcanzaba con prestar atención en las clases.

-¿Recuerda a algún docente en particular que lo haya marcado?
-A muchos y a casi todos. Pero al momento de forzar una respuesta, destaco a las profesoras de Lengua e Historia, que me marcaron con inquietudes y reflexiones más allá de la materia específica. En Literatura a la profesora María Josefina Vasallo y a María José Riera de Grané, que me llevaron a la lectura. Y en Historia a Elisa Fernández y a Leticia Mascheroni, que también nos alentaban a investigar, a leer, a indagar, a ir más allá de la propia clase. Esas eran horas que disfrutaba mucho.

-¿Su vocación por las comunicaciones sociales las afianza en la secundaria, a través de Literatura e Historia?
-Sí, es una vocación que ya la tenía definida al terminar la secundaria y esas dos materias fueron influyentes en alguna medida. Me gustaba el deporte, la historia y la política… y en mi caso, estudiar Comunicación Social fue casi natural.

-Quienes lo conocen saben que usted es un gran lector. ¿Ese hábito le viene de lejos?
-Sí, de finales de la primaria y comienzo de la secundaria. La lectura la comencé por placer y no como un deber de estudiante, por eso la sigo ejerciendo y no me imagino sin un libro al alcance de la mano. Puedo marcar tres lecturas diferentes, pero simultáneas: la historieta, la novela policial y los temas deportivos.

-¿Se quedó pensando? ¿Puede compartirlo?
-Estaba pensando que esa misma experiencia la vivo hoy con mis cuatro hijos, uno que es propio y tres que son de la vida o del corazón, como se dice habitualmente. No sé por qué lo aclaro porque para mí son todos iguales afectivamente. Mi hijo menor, que hoy tiene diez años, me cuesta un poco hacerlo leer en la experiencia papel, porque él es más de la computadora e internet. Pero como es un apasionado del básquet, lee todo lo que le llega a sus manos en versión papel: las estadísticas de los equipos, la crónica de los encuentros e incluso me suele acompañar cuando debo realizar una transmisión radial de algún partido. Y entonces lo incentivo. Con este ejemplo quiero explicar que la introducción al hábito de la lectura no necesariamente debe venir de la mano de los grandes clásicos, sino del tema que apasiona a una persona y en lo posible en el soporte papel. A mi hijo le hago leer las crónicas de básquet que salen en EL ARGENTINO, casi siempre escritas por Daniel Serorena.

-Imagino que al acompañarlo en las transmisiones, luego lee algo que también vivió o presenció… lo que lo hace más exigente.
-Puede ser, sí. De hecho observa (a través de la lectura) cosas que no se percató estando en el estadio y tiene una base informativa que le permite debatir lo ocurrido en el partido. Pero volviendo al tema de fondo, es indudable que la lectura es un hábito fundamental para la vida y cualquier ingreso a ese mundo, por la vía que sea, hay que incentivarlo. Es la falta de lectura también un componente negativo de esta decadencia en la que nos solemos ver inmersos como sociedad. Hay que decirlo claramente: hoy hay chicos que egresan de la secundaria sin saber leer en voz alta y sin saber siquiera interpretar textos simples. Y esto lo digo siendo docente de cuarto, quinto y sexto año.


-Hagamos un repaso: subrayó que en su formación personal la lectura es un recurso irreemplazable; que observa que las actuales generaciones casi directamente no leen y por eso insiste con la necesidad de estimular ese hábito en lo posible con el soporte papel. Y ahora avancemos: la falta de la cultura del diálogo es parte también de este flagelo o decadencia.
-Sin duda. La falta de diálogo en todos los niveles, familiares, laborales, políticos, etcétera, también llevan al aislamiento, a la soledad y a la falta de referencia social. He participado muchas veces de mesas ocasionales de amigos, donde seis personas están chateando a través de sus celulares pero no dialogan con el que está sentado al lado o en frente sino con alguien que ni siquiera está en esa reunión o encuentro. Esa mesa los reúne, pero no los une. Es una paradoja, porque en la época de las comunicaciones estamos atravesados por la incomunicación.

-Usted es un profesional de las comunicaciones, ¿está renegando de las redes sociales?
-De ninguna manera. Pero sí hago una observación: las redes sociales son geniales, pero con un buen uso. Es el abuso lo que distorsiona todo. En las redes sociales se encuentra información pero prevalece el llamado linchamiento mediático, que además como todo linchamiento se hace desde al anonimato, sin asumir responsabilidades. Leo permanentemente comentarios en los medios con este tono, que como carta de Lectores no pasaría el primer filtro de la responsabilidad. Tampoco hablo de censura, pero no se puede publicar cualquier cosa, sin asidero y que solamente hacen un linchamiento mediático injusto, sin derecho a defensa.

-Gualeguaychú es una comunidad que genera mucha información periodística en comparación con otras localidades entrerriana de similares características. ¿A qué se debo esto?
-Si bien cada localidad tiene sus particularidades que le permiten exhibirse como única, Gualeguaychú tiene además perfiles de desarrollos muy activos porque es industrial, agropecuaria, comercial, turística, con una fuerte carga de empleo público, con sindicatos, asociaciones empresarias, innumerables organizaciones no gubernamentales que son muy activas y un crecimiento en lo universitario o académico que también es para destacar, lo mismo que su cultura. Esto genera mucha información diaria y un volumen que requiere de tratamientos específicos. Hay otras cuestiones que no son relativas: al gualeguaychuense le interesa más lo que pasa en Buenos Aires que lo que ocurre en Rosario del Tala o en Feliciano, que son dos localidades de su provincia. Es lógico por su ubicación geopolítica, pero también por ese quehacer cotidiano de sus actividades.

-Otra vez se quedó pensando.
-Es que esta respuesta merece un análisis más profundo. Gualeguaychú también es una comunidad que tiene un fecunda historia política y cultural, con instituciones que han sido ejemplo a nivel provincial y nacional; con dirigentes políticos y de instituciones intermedias que han sobresalido por su capacidad de gestión; con un periodismo profesional e incluso con un medio centenario como EL ARGENTINO. Estas cosas no son menores a la hora de establecer el por qué el flujo informativo que tiene Gualeguaychú, la hacen sobresalir de otras ciudades de similares dimensiones. La experiencia de la Asamblea Ciudadana Ambiental, que atraviesa a toda la sociedad local, es otro claro ejemplo de por qué como comunidad a veces se la ubica como una vidriera.

-Quien recorre otras localidades y hace referencia que vive en Gualeguaychú suele recibir comentarios de admiración por el modo de organización social que tiene la ciudad.
-Sí, eso es cierto. Pero también observo, para no caer en falsos “ombliguismos” que en los últimos años eso se nota menos. Como explicación personal estimo que se debe a que las últimas gestiones no fueron de construcción colectiva sino más de promoción individual y eso genera cierto distanciamiento. Pero es una visión particular. Pero es cierto, Gualeguaychú genera un volumen informativo distinto y que la ubican siempre como referencia. Además de haber sido creadora e impulsora de hechos históricos desde la infraestructura como los puentes Zárate-Brazo Largo, antes el Frigorífico o el enlace hacia Fray Bentos, la autopista, el carnaval que es una marca distintiva o la calidad deportiva que ha mostrado a través del básquet o el fútbol para hablar de dos disciplinas tradicionales.

-Usted estuvo al frente de Prensa Municipal durante dos gestiones, prácticamente desde 1999 hasta 2003. ¿Qué conflictos colectivos recuerda con más intensidad?
-Dejando de lado la cuestión de la crisis económica de 2000-2001 que fue general a nivel país, hay dos conflictos que los viví con mucha intensidad. Uno fue el suscitado por la controversia ambiental por la presencia de las pasteras. En ese entonces eran dos, Ence y Botnia. Y el segundo hecho fue el desfalco en la Tesorería Municipal. Y otra situación intensa la viví en la gestión de Emilio Martínez Garbino, cuando el diario La Nación publicó que Gualeguaychú era uno de los Municipios mejor ordenados a nivel país y lo afirmaba a través de datos de ONGs que habían hecho el estudio de manera comparativa. Esa cuestión disparó una demanda de información a nivel nacional que fue impresionante, a pesar de que la ciudad ya era referencia por todo lo que ya señalamos.

-Volvamos al espíritu de Gualeguaychú, ¿Podría poner un ejemplo de desarrollo donde se haya logrado transformar una crisis en una oportunidad colectiva?
-El primero que me viene a la mente es lo generado en términos turísticos a través del Carnaval del País. Vamos a contextualizar. Cuando en la época menemista se cerraron los ferrocarriles, Gualeguaychú no fue ajena a esa situación disvaliosa en términos de comunidad. Pero de inmediato se puso a trabajar y a gestionar y en el predio de la ahora vieja estación de trenes construyó el Corsódromo que le permite a través del Carnaval del País ofrecer un espectáculo de excelente calidad y además ser la nave insignia de la temporada de verano. Este es un ejemplo claro de cómo una comunidad transformó una crisis (el cierre de las estaciones de trenes) en una oportunidad para desarrollar nuevas oportunidades a escala industrial como es el turismo a través del Carnaval. Y ahondando más en la esencia, la gran riqueza de Gualeguaychú es su diversidad; riqueza que le permite transformar la realidad en nuevas oportunidades para el desarrollo. Y en este marco, hay muchas actividades, ya tradicionales, que de ninguna manera hay que dejarlas caer como es el caso de las Carrozas Estudiantiles o el Gualeguaychú Joven. A la ciudad vienen especialistas de todas partes del país para ver esos fenómenos culturales y de integración. En el caso de Carrozas vienen cursos completos de carreras de Artes para ver cómo una comunidad genera esas actividades. El año pasado, para citar un ejemplo concreto, vino un curso completo de una carrera de Bellas Artes para vivenciar la última noche en la construcción de las Carrozas Estudiantiles. Esos estudiantes avanzados compartieron técnicas y saberes con nuestros alumnos de escuelas secundarias y fue una experiencia formidable, muy enriquecedora e incluso muchos de esos estudiantes avanzados terminaron colaborando con las construcciones de carrozas como si fueran adolescentes… y fue casi como una tesis para ellos. Por eso la cultura no es el esplendor de unos pocos, sino la participación de los muchos. Y volviendo al tema turístico, debemos tener en claro que una cosa es una ciudad con turistas y otra muy distinta una ciudad turística. En este aspecto, quiero aportar algo que me parece una necesidad y que se puede canalizar de manera productiva y provechosa: creo que es importante que el turismo ingrese a la escuela secundaria como una materia o un conocimiento trasversal. Eso permitirá que los adolescentes logren afianzar mejor una identidad con su ciudad, valoren más el patrimonio artístico, cultural, paisajístico y urbano y creo que también potenciará el aporte que hace ese nivel educativo al rubro turismo a través de Carrozas o Gualeguaychú Joven o cualquier otra actividad de similares características.

Por Nahuel Maciel


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