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La Mujer

Mujeres que hacen cosas...

Es feliz haciendo teatro

Es feliz haciendo teatro

Por Silvina Esnaola El ARGENTINO


Noemí Peña, o Mimí, como le pusieron hace un tiempo, cuando trabajó en jardines maternales, es actriz. En realidad, directora de teatro, pero su pasión es la actuación.
“Comencé en el mundo del teatro hace dieciséis o diecisiete años. Hacía un par de años había terminado el colegio. Y me interesaba el teatro pero no me animaba...”, contó.
“Hasta que un día, me decidí y fui a la terminal vieja, donde funcionaba la escuela de talleres del Grupo de teatro independiente Tablas, de Socorro Barcia”.
“Yo quería actuar. Y cuando llegué, ocurrió que apenas saludé y dije que quería estudiar allí, no me preguntaron más y me condujeron a una sala donde ya había comenzado la clase. Me encantó, me encontré con un grupo de gente maravillosa con la que todavía sigo teniendo amistad. Hicimos juegos teatrales, trabajos de desinhibición y seguí enganchada. Después me enteré que no había entrado al grupo de teatro independiente Tablas sino que mi primera clase (a la que le siguieron otras) era para ser director de teatro. Así comencé mi carrera, equivocadamente, pero encantada con lo que hacía”.
Sonriendo por este malentendido o disposición del destino, vaya a saberse, continuó su relato.
“Cuando estaba en segundo año de mi carrera, le propuse a Socorro actuar. Ella hacía por entonces una obra impresionante en el Parque Unzué, con cien actores en escena. Al principio me dijo que no quería que dejara de hacer mi carrera, porque había presentado buenos trabajos, pero insistí y logré un papel chiquitito. Después me recibí y seguí actuando en Tablas”.
Y en este andar, Noemí ha hecho con Lorena Knoll “Las visitas” logrando que todas las funciones fueran a sala llena.
Pero esta vez no fue casualidad.
“Vi la obra hace trece o catorce años en un encuentro de teatro en Paysandú y decidí que la haría. Busqué el libreto, tuve tres intentos fallidos, hasta que me llamó Danilo Praderio para dirigirme. Estábamos haciendo juntos otra obra con Danilo y de repente llegó su propuesta: me llamó diciéndome que quería dirigirme en una obra, pero no sabía cuál. Ahí le dije de mis ganas de hacer Las visitas, la leyó y le encantó”.
“Empezamos a trabajar y sumamos a Lorena y logramos un equipo genial. Ahora estamos en un paréntesis por el nacimiento de Emma (la beba que decidirá, según Noemí, cuándo Lorena volverá a escena).
Pero además y casi en simultáneo, Noemí lleva adelante una obra infantil con la que en 2015 sumaron cerca de 15 funciones. Se llama Una estatua inquieta y en ella comparte el escenario con Marcela Moreno y Santiago Jaimovich, y completa el quipo Oscar Scarpa con la técnica.
“Con esta obra vamos a muchas escuelas, jardines maternales, llevamos teatro a donde no pueden acceder a él de otra manera”, explicó.
Inquieta ella también, la vimos en la inauguración de la muestra del carnaval que está montada en la Casa de la Cultura.
Al principio asomada a un balcón, sobre la 25 de mayo y luego recibiendo a los invitados, en el hall de la casona junto a Marcela Moreno, caracterizada como la anfitriona.
Y si bien al ver a Moreno la deducción era simple, sabiendo que allí vivió Dolores Irazusta de De Keken, Noemí no tuvo un nombre, sino que se presentó como la mucama de la señora.
Y fiel a su estilo, no se privó de algunas salidas jocosas, como poner en la piel de una integrante de la servidumbre (como se le decía por entonces) un collar de perlas tomado del alhajero de su patrona.
Juntas, Moreno y Peña, dieron la bienvenida esa noche y también la idea de cómo el carnaval es una fiesta a la que todos estamos invitados, hoy como ayer.
¿Es un trabajo el teatro?, le preguntamos y Noemí dijo “Sí. Porque me lo tomo con la seriedad que merece cualquier otro. Más allá de allá de la remuneración, que la tengo porque trabajamos en cooperativa repartiendo ganancias equitativamente, es un trabajo.
Uno diferente, porque tiene esto de la pasión y de que hacés algo que te gusta. Por eso llega un momento en que desaparece la idea de “trabajo” como obligación, porque cuando hacés algo con tanto placer, parece que no lo es. Pero es un trabajo”.
Con esta seriedad también trabaja en un colegio como administrativa y por la tarde, dando clases de teatro para chicos en Chicosonido.
¿Sentís que estás en el lugar que siempre buscaste?
“Quizás... Me hubiese gustado terminar la carrera de maestra jardinera (algo que anota como una cuestión pendiente) y tener el título para poder decidir dónde trabajar para poder hacer teatro de otra manera”.
Dicho esto se apuró en aclarar “soy feliz haciendo lo que hago. Es mi elección. No dependo del teatro para vivir y esto me permite poder estar bien. Además, tengo el apoyo incondicional de mi familia, lo que es muy valorable para quien hace teatro”.
Y esta familia a la que aludió abarca a su pareja, sus hijos, y todo su entorno, que disfrutan con ella cuando sale a escena en un escenario habitual o en un aula de las escuelas a las que lleva su pasión, por puro amor al arte y al teatro.

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