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Diario El Argentinosábado 20 de abril de 2024
La Mujer

Roxana Cafferata: "todo lo que va, vuelve”, dice hablando de la solidaridad

Roxana Cafferata: "todo lo que va, vuelve”, dice hablando de la solidaridad

Conoció el Centro de crecimiento personal y social por su mamá y sigue allí con ganas de ayudar. Esta sería la síntesis para contar por qué Rosana Cafferata es la secretaria de esta ONG que nació para dar contención y rehabilitación a personas jóvenes y adultas con discapacidades motrices y visuales. 


Por Silvina Esnaola
EL ARGENTINO


Habla con tanto cariño de la gente que asiste, de los profesionales que trabajan allí que no cuesta imaginarla haciéndose el tiempo para cumplir con esta actividad, además de ser analista en sistemas, trabajar en un estudio contable, dar clases en el Instituto Sedes Sapientiae y atender su casa y su familia.
“Estudié analista en sistemas porque mi madre, una diosa, me dejó elegir con libertad cuando esto recién empezaba y por lo tanto, optar por esta carrera era bastante raro”.
“Me gustó la parte creativa, la de programación”, agregó y le dijimos que es una suerte que haya gente así para el resto, que sólo apretamos un botón.
“Hay gente que le tiene miedo a la computación, porque le es desconocida, pero siempre trato de destacar no sólo la parte del desarrollo lógico sino la creatividad, que es lo que trato de incentivar en mis alumnos”.
¿Cómo te hacés tiempo para estar en el Centro?
“El Centro es un lugar que cuando lo conocés, como sucede con muchas ONG de Gualeguaychú, te atrapa porque ves el sentido que tiene no sólo para las personas que asisten sino también para sus familias”.
“Lo conocí porque mamá tuvo un ACV en 1994, y en aquel momento no era tan nombrado este caso. Pero había muchos casos de gente que lo había padecido, aunque no se lo denominaba ACV porque no se sabía tanto como ahora, que se nos enseña cómo detectar si una persona lo está padeciendo, qué secuelas puede dejar dependiendo del área que toma y de la cantidad de horas que pasen desde que se produce hasta que la persona es atendida”.
“Con mi hermana nos encontramos con este cuadro: mamá tenía 52 años, era muy joven, queríamos ayudarla y que saliera adelante. Ella estuvo tres meses casi sin moverse hasta que una amiga que había pasado por lo mismo y conocía el Centro, la invitó”.
“Mamá no quería salir, no quería que la vieran como estaba. Pero la llevamos y desde el primer día, encontró un ambiente encantador. Y es así: la gente que va no falta, ni siquiera cuando llueve. Tienen ahí un ambiente de contención, de alegría, Tito, Graciela, Stella, Rosa, tienen muy buena onda. Cuando fuimos con mamá, comenzamos a comprometernos como familiares. Y como conocía a las chicas de la comisión, fue fácil integrarme. Y me quedé”.
El Centro comenzó siendo un grupo de personas que se reunían en Santa Rita donde recibían atención kinesiológica. Luego cruzó la calle y se instaló en Belgrano 123. Y el jueves pasado cumplió veintidós años de servicio sin cortes ni interrupciones.
“Cuando ves una persona de sesenta años, que siempre hizo una vida normal y de repente, a causa de un ACV no puede prenderse la camisa, es tremendo. Por eso es tan saludable, en todo sentido, que recuperen su independencia”.
Rosana recordó que a fines de 1994 “la municipalidad nos cedió un salón en la parte posterior de lo que era Veterinaria municipal, en calle Belgrano 123”, cerquita de la plaza San Martín, adonde estos grupos concurren cuando las mañanas invitan al aire libre y el sol.
“Y somos unos bendecidos por el lugar que tenemos hoy, porque cuando comenzó teníamos el galponcito de atrás que adaptamos para dar gimnasia. Pero comenzó a venir más gente y el lugar quedó chico. Como la parte delantera de este lugar no se usaba, nos pusimos en campaña en el 99, hicimos las gestiones y la Municipalidad nos dio en comodato el terreno delantero. Nosotros debíamos construir un salón adaptado”.
Entonces vinieron la campaña del ladrillo, las ferias, peñas, donaciones y el salón se levantó.
“Es increíble que una ONG construya. Fue posible por el aporte de la comunidad que siempre nos acompaña”.
En el Centro las actividades son los martes y jueves por la mañana y como dijo Rosana, “nos gustaría trabajar más, pero necesitamos gente que pueda colaborar. Hay muchas profesiones que tienen que ver con lo que hacemos, como fonoaudiología, kinesiología, terapista ocupacional, asistente social, porque tenemos mucha variedad. Nuestra gente necesita tener un lugar, porque se siente apartada de la sociedad por su discapacidad, su movilidad reducida.
Allí encuentran no sólo la rehabilitación, sino un lugar importante para ellos y para sus familias, porque comienzan a notarse los adelantos y se encuentra un sentido a la rehabilitación”.
¿Cómo se puede colaborar?
“Tenés que ir al Centro los martes y jueves de 8 a 11 o llamarnos a alguna de las integrantes de la comisión y también a través de la página de Facebok”, respondió.
Rosana está en la comisión, es la secretaria, y como contó, llegó al Centro como acompañante de su mamá, conoció lo que se ofrece allí y se quedó.
“Para mí es muy importante. Le dedico todo el tiempo que puedo en lo que creo ser más capaz y puedo ser más útil. Y me siento bien yendo, viendo los adelantos, compartiendo... y porque además, todo lo que va vuelve...”

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