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La Mujer

Tiene luz y fuerza

  Tiene luz y fuerza

Nos encontramos en la calle. La pregunta surgió espontánea ¿qué estas haciendo? y la respuesta fue llamativa. Por eso la charla en la vereda con Daiana Schwindt derivó en la entrevista.



Daiana trabaja desde hace tres años en la Cooperativa Eléctrica, en la sección facturación, en la que es toma estado.
Eso hace que salga todos los días a la calle o al campo, con una registradora, una tablet con un sistema operativo adaptado para carga los datos que obtiene de la observación de cada medidor de luz, pinza, destornillador, linterna y un uniforme que incluye borcegos con punta de acero reforzada.
“Somos siete toma estado para toda la ciudad. Y soy la única mujer en la sección, porque mi compañera, con la que ingresé, pidió el pase”, contó.
“La tarea que realizo es considerada riesgosa, el tema de trabajar en la calle y con la electricidad parece complicado y en su comienzo sonaba algo extraño para los usuarios que se encontraban con una mujer tomando estado de los medidores. Pero la mayoría se sorprendía para bien y me alentaba a seguir. El buen recibimiento y la excelente predisposición de mis compañeros para enseñarme a realizar la tarea, manejar las herramientas de trabajo y desenvolverme en la calle fue fantástica. Cada uno aportó lo necesario para que me sienta segura y confiada para salir a trabajar”, afirmó.
“Todos los días me asignan la ruta, que va cambiando y que también abarca la zona rural”, explicó.
A diferencia de otros trabajos, la lluvia tiene incidencia directa en el suyo, porque Daiana contó “mientras esté lloviendo no puedo salir, porque hay riesgos de electrocución. Entonces, doy el presente y espero en mi casa que pare, para salir. Si llueve de continuo, el día se pierde”.
¿Cómo llegaste a este puesto? fue lo que siguió, para escuchar “soy docente, profesora de EGB 1 y EGB 2. Como en la Cooperativa hay una bolsa de empleo, cuando me llamaron para cubrir el puesto que alguna vez había sido de mi padre, yo estaba trabajando en la escuela Matheu como maestra de grado suplente. Si bien estaba haciendo una suplencia larga, aún no estaba titularizada, lo que implicaba inestabilidad laboral. El trabajo como docente me hizo muy feliz, aprendí más de lo que imaginé, crecí como persona y moldeé mi carácter al trabajar con niños y adultos (el equipo de trabajo y familia alumnos). Pero la cooperativa me ofrecía un puesto de empleo estable y más importante aún, formar parte de esta nueva familia. Encontrarme con compañeros que en algún momento lo fueron también de mi padre me hizo muy feliz. Sentir que se alegraban al ver que ahora estaba ahí, formando parte de su equipo, fueron motivos más que suficientes pera elegir quedarme”.
¿Tus compañeros te aceptaron sin vueltas? “sí. “Cuando empecé, estuve acompañada un mes, aproximadamente. Salía con ellos para aprender. Al principio les pareció extraño, como a la mayoría, pero enseguida congeniamos. Son amorosos. Hacemos el mismo trabajo, con los mismos resultados”.
¿Te ha pasado encontrarte con gente que se enoja porque vas a medir su consumo?, “entiendo que hay veces que la gente se altera, entonces te dicen “anotá bien, no te vayas a confundir” o “acabo de pagar la boleta y ya están de vuelta”. Pero así como eso, me sigue ocurriendo que las mujeres se sienten orgullosas de ver a otra haciendo este trabajo. Me felicitan y alientan”.
También ha descubierto irregularidades como un medidor caído. “Sé que para que se caiga, el usuario debió sacar los tornillos”, explicó.
Y así como sufrió dos veces la mordedura de perros, “en la misma pierna”, sigue adelante encantada con su trabajo.
“En la calle sos testigo de todo por andar toda la mañana, por lugares distintos y desde bien temprano. Por ejemplo, me acuerdo que una vez en Pueblo Belgrano, estaba en el fondo, en el medio de la nada y de repente vi un albañil que estaba en una casa en construcción, y me hacía señas. Como andaba con la moto porque allá las distancias entre una casa y otra son largas, fui de inmediato y vi que se había cortado el brazo con la amoladora. Estaba todo ensangrentado. Me pidió que lo ayude. Me saqué la campera y le envolví el brazo, lo llevé hasta le centro de salud pero estaba cerrado. De ahí fuimos a la comisaría, sin suerte. Pero una santa mujer que vio lo que pasaba sacó una toalla, su auto y lo llevó al hospital”.
“Ahí terminó mi actuación y no se qué habrá sido de él”, remató.
¿Qué se necesita para ser toma estado? le preguntamos y Daiana dijo “voluntad, nada más. Me súper gusta mi trabajo. A veces me complica el barro pero me encanta la calle. Soy feliz. Así como hay gente negativa, es el uno por ciento. El resto me trata bien, se alegra”.
Y ya lo dijimos al principio cuando hablamos de esta mujer que cada mañana sale sola a la ruta asignada y va recorriendo cada rincón de la ciudad de norte a sur, de este a oeste, sin discriminar zonas, calles, sectores, barrios.
Ella tiene y las comparte, mucha luz y mucha fuerza. Indispensables para su trabajo y también para la vida.

 

Por Silvina Esnaola 


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