Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Columnista Invitado

1941-28 de agosto-2016

75 años del genocidio de los alemanes del Volga

 75 años del genocidio de los alemanes del Volga

  Por Leandro Hildt (*)





Los alemanes del Volga que habían vivido por casi 200 años en ambas márgenes del bajo Volga, fueron expulsados y enviados a otros lugares de la Unión Soviética. Ocurrió hace 75 años, cuando el 28 de agosto de 1941 el dictador Iósif Stalin, mediante un decreto anuló la República Socialista Soviética de los Alemanes del Volga y todos los derechos civiles y políticos de sus habitantes. Ordenó la deportación masiva a Siberia, Kazajstán y otros lugares. Fueron condenados a trabajos forzosos y la mayoría murió por cansancio, hambre y frio. Los motivos de Stalin para ejecutar tremenda masacre fue decir que entre los alemanes del Volga, se encontraban miles de espías del ejército alemán y que los alemanes étnicos se podrían aliar con la Alemania nazi de Hitler. Por eso se consideraban enemigos del pueblo soviético.
Al día siguiente de la publicación del decreto los soldados rusos se instalaron en las escuelas de las aldeas. Las patrullas recorrían las calles a toda hora. Se hizo un registro domiciliario y se les anunció que por una resolución del gobierno serían trasladados. Tuvieron que abandonar sus pertenencias, incluyendo los animales que fueron arriados al cementerio, porque allí había un cerco de alambre, en ese lugar murieron por falta de comida. Las vacas con las ubres llenas de leche caían al suelo de dolor sin que nadie las ordeñara. Se les permitió preparar algunos alimentos para llevar en el viaje que duraría varios días. Las familias fueron trasladadas en carros hasta la estación ferroviaria más cercana, solamente los niños y ancianos ocuparon los lugares en los carros, el resto iba caminando, lentamente y llorando, empujados por los soldados. Una vez en la estación, estuvieron sentados en el suelo varias horas, hasta que llegara el tren que los iba a transportar. El traslado se hizo en vagones para ganado que solamente tenían unas pequeñas ventanas en la parte superior. En cada vagón se había dispuesto un balde y un tacho con agua para usar como baño, sin ningún tipo de privacidad. Los alimentos empezaron a escasear, y en ocasiones el tren no se detenía por varios días. Por la gran densidad de personas el aire estaba viciado y se generó un calor que descompuso los pocos alimentos que quedaban, varias personas enfermaron, los chicos tenían hambre y lloraban todo el tiempo. En algunas paradas, se les proveía alimento que consistía en dos baldes por vagón, uno con puré, y otro con té. Muchos murieron, los fallecidos eran arrojados fuera de los vagones o eran enterrados a la vera de la vía cuando el tren paraba.
Cuando llegaron a destino unos fueron ubicados en sitios improvisados en pequeñas aldeas rusas y otros tuvieron que construir sus refugios con los materiales que encontraron. Más adelante ellos mismos, por órdenes recibidas, construyeron barracas. Al día siguiente comenzaron a trabajar bajo la estricta vigilancia militar. Los hombres y jóvenes mayores de 16 años fueron movilizados para integrar el Ejército de Trabajo –forma militarizada de trabajos forzosos -, las mujeres y niños permanecían juntos, haciendo todo tipo de tareas. El día laboral comenzaba para todos antes del amanecer y terminaba de noche. La comida era escasa y la ropa para abrigarse no alcanzaba. La gente no tenía fuerzas para enterrar a sus muertos, apenas eran tapados con nieve, venían los perros, excavaban y se los comían. La temperatura en invierno alcanzaban los 40 grados bajo cero. Las barracas tenían techo de paja, y el piso era de tierra, la lluvia entraba y el suelo se ablandaba tanto que el calzado quedaba clavado en el barro. A fines del año 1942 se anunció que todos las mujeres de entre 15 y 45 años también serían enviadas al Ejército de trabajo, eso desmembró por completo las familias. Las madres lloraban y rogaban a Dios por ayuda.
Fueron privados del derecho a la tierra, se intentó destruir su identidad cultural, forzados a olvidar sus raíces, su idioma y su historia. Centenares de miles de Alemanes del Volga murieron de una forma horrible, víctimas de Stalin, en los confines del mundo.

(*) Leandro Hildt es miembro de la Asociación de Descendientes de Alemanes del Volga de Gualeguaychú.
 

Este contenido no está abierto a comentarios