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Anahí Jeanrenaud, una cicloviajera gualeguaychuense por Europa

Anahí Jeanrenaud, una cicloviajera  gualeguaychuense por Europa

   Como una “viajera eterna”, así se define Anahí Jeanrenaud mientras cuenta que ama la combinación del deporte, el viaje y la naturaleza… “por eso ahora estoy viajando sola por Europa en bicicleta. Difícil pero la mejor experiencia de mi vida”. 



Más o menos así fue como esta Redacción conoció a Anahí Jeanrenaud, una joven gualeguaychuense de 27 años que desde hace más de un mes recorre Europa con su bicicleta y un modesto equipaje que le permite dormir a resguardo y prepararse unas pastas.
Anahí nació en Gualeguaychú y a sus 17 años se fue a estudiar, como muchos otros jóvenes, a Buenos Aires ya que como bien le aconsejaban sus padres, “la educación es la única herencia que podemos dejarles”.
Según explicó a EL ARGENTINO, encontrar su vocación no fue tarea sencilla.
“No fue fácil el camino. Hice el CBC en la UBA para: psicología, agronomía, abogacía, carrera que finalmente empecé y deje a los 3 años. Finalmente, luego de un largo período descubrí en la Terapia Ocupacional (TO) no una carrera universitaria, ni una profesión, si no más que eso: un conocimiento que te amplia la mirada sobre el mundo, sobre el otro, diferente y a la vez igual a mí, con su cultura, sus alegrías y su sufrimiento”, detalló.
En relación a la TO, explicó que “trabaja con personas o comunidades que encuentran problemáticas en el desempeño de cualquier ocupación en forma independiente; desde la más simple a la más compleja, teniendo siempre como punto de partida y de arribo lo que para la persona es significativo y, a su vez, el contexto en el que se encuentra inmersa. Antes de estudiarla no podía comprender muy bien que involucraba una discapacidad, ahora veo lo que sí puede hacer una persona con discapacidad, y como esta influye en las personas que la presentan y en el entorno cercano, aprendiendo finalmente que la discapacidad se genera cuando la persona se enfrenta a contextos físicos (edilicios) y sociales, no preparados para la diversidad”.

El inicio de las aventuras

Fue gracias a esta carrera que descubrió, y que también la ayudó a descubrirse a ella misma, y a la Universidad, que en 2014 viajó a España.
“Cuando me llamaron para decirme que la beca era mía me dio ‘miedo’ dejar un trabajo estable y bien pago en CABA, pero decidí dejar ese lugar ‘seguro’ para estudiar un semestre en Málaga”, contó a EL ARGENTINO.
“Desde que estaba en la secundaria soñaba con estudiar un tiempo en Europa y fue un sueño que cumplí gracias a una beca otorgada por una universidad pública. No por que crea que ‘allá es mejor’ sino por que me da curiosidad ver cómo viven y piensan en otros rincones del mundo”, detalló, al tiempo que dejó en claro: “amo la Argentina y es mi lugar en el mundo. A todos los que tengo la oportunidad les cuento siempre que mi país es casi el único en el mundo donde pueden venir a estudiar, trabajar, ir a hospitales, y demás servicios públicos, sin otro requisito más que ser ciudadano del mundo; cosa que no he visto en otros países de los que he estado. Donde siempre necesitas visados complejos, o como en USA que luego de graduarse los jóvenes quizá pasan 6 años pagando el préstamo que les dieron para pagar la universidad. O en Australia, donde si no tenés seguro médico una consulta puede costarte hasta 100 dólares, y los ejemplos siguen, esto lo digo para valorar lo que aún tenemos y es inmenso en la Argentina”, aseveró Anahí.

Cicloviajera por Italia

“Después de España, al retornar al país sabía que volvería a Europa y entre las cosas que quería hacer estaba viajar en bicicleta. Siempre jugué al hockey sobre césped, me gusta el deporte, la naturaleza y conocer lugares y su gente, pensaba que el viaje en bici era la combinación perfecta, pero pensé en hacerlo con una amiga o un novio, no pensaba hacerlo sola”.
“Y acá estoy, en junio vine a ver a mi hermana que vive en Roma, estuve con ella, mi sobrino y mi cuñado. Con ellos preparé este viaje en el mes de julio, me compre la bici, las alforjas alemanas, el equipo para acampar y cocinar, varias cosas son préstamo de la familia; y hace poco más de un mes que estoy girando Italia en bici, la idea es arribar a España, pasando por la costa sur de Francia”, nos contó a través de un mail.
Le preguntamos ¿qué es lo que la impulsa a realizar esto, que bien podría definirse como una hazaña? y nos contó: “el querer cumplir los sueños en vida. Para mí la vida es una aventura, hay que valorar tener salud para poder hacer las cosas, es lo principal. Y también cuidarse y quererse. Me impulsa el amor que se encuentra en las personas y las situaciones cotidianas… el amor en cualquier forma. Eso es algo que me moviliza mucho a hacer”, explicó.

Su viaje comenzó por el sur de Roma, partió “después de leer mil blogs, sitios web de cicloviajeros y cicloviajeras, mapas, etc”, dijo. Y puntualizó que “hacer la Toscana en bicicleta, ver las colinas con sus diferentes matices de verdes y amarillos, pasar por lagos, montañas, viñedos y castillos medievales. Sentir el viento en la cara en una bajada, después del esfuerzo de una subida, muchas veces a pie con la bici a cuestas porque las piernas no respondían. Refrescarse con agua en un lago o en una canilla. Que me reciba gente que no me conoce con comida, una cama, una ducha caliente… todo eso hace que viajar en bici, hasta ahora, sea la mejor experiencia de mi vida, y así también lo dicen quienes han viajado de la misma forma”.
Y continuó: “Italia es muchísimo más que el Vaticano, Roma, la pizza y la pasta. Es un país increíble!”, aseguró, mientras explicó que “al ser más pequeño que Argentina en pocos kilómetros ya tenés un lugar con mucha historia (todo conservado por qué la legislación europea prohíbe destruir patrimonio histórico y/o edificar en determinadas zonas), también cada zona tiene su comida típica, su forma de hablar, dialectos, formas de ser, etc. Eso es maravilloso de observar. La tercera edad es más valorada que en otros sitios”.
Los gastos que implica el viaje los cubre con ahorros de su trabajo en Australia, país al que partió en noviembre del año pasado para trabajar como TO de un niño con parálisis cerebral. Y en octubre próximo planea frenar y trabajar en España, ahorrar algo y el año que viene hacer otro viaje en bici.
“Algo que hace bastante viable económicamente estos viajes es que, en mi caso, duermo en carpa y me cocino yo con mi equipo, siempre pasta, ya sueño con la pasta”, bromeó.
Asimismo, contó que pertenece junto a su familia, a una comunidad internacional denominada Couch Surfing (CS), a través de la cual cada integrante ofrece un lugar en su casa a otras personas de la misma comunidad, que estén de paso por su ciudad. “¿Qué te dan a cambio?, la posibilidad de ‘viajar’ con ellos sin moverte de tu casa, conocer sus historias y peripecias para llegar a tu casa. Pero lo económico no está incluido en esta filosofía o forma de hospitalidad”, afirmó Anahí.
“Hablando con otros cicloviajeros de Argentina, antes de partir, me comentaron que existe Warm Shower, que es similar a CS, pero la diferencia es que esta comunidad es entre cicloviajeros, entonces cuando llegás a sus casas podés ‘hablar el mismo idioma’, en cuanto a experiencias de viaje, rutas, etcétera”, explicó.
“Para mí ambas son excelentes y estas comunidades no dejan de maravillarme. Las personas me dejan la llave de su casa, por ejemplo en el buzón del correo… antes siquiera de que ellos lleguen a su casa e incluso sin conocerme. Me preparan comida, me llevan de paseo por pueblos, cosas que no me alcanzará la vida para agradecer tanta entrega desinteresada y tanto amor que se recibe”.
Preguntamos también sobre la experiencia de viajar en bicicleta sola y Anahí reconoció que “no es fácil de por sí viajar en bici porque requiere mucho esfuerzo físico. Pero, y por sobre todo, la dificultad es mental y espiritual, constantemente te ponés a prueba. No es lo mismo llegar en tren o colectivo o a dedo, sabiendo un poco donde llegás, donde dormís, que vas a comer o que podés tener agua para beber. En el viaje en bici la mayoría de las veces, al menos para mí, todo eso es incierto y se pone duro por momentos, pero es todo lindo y muchas cosas te motivan a seguir pedaleando.
“Se puede viajar sola, claramente”, aseguró “lo único, después de diferentes experiencias, aprendí a cuidar con lo que cuento. Ahora no digo que ando sola sino que me encuentro con amigos en el próximo destino o que estoy esperando a que lleguen donde estoy. Si una situación incómoda sucede con alguien, siempre se aprende algo, y se sigue adelante, les deseo felicidad, y yo sigo viaje”, aseguró.

 

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