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Diego Rodríguez: “trabajando en equipo los objetivos siempre se terminan logrando”

Diego Rodríguez: “trabajando en equipo  los objetivos siempre se terminan logrando”

  El kinesiólogo Diego Rodríguez formó parte del equipo argentino de Copa Davis como kinesiólogo de Juan Martín Del Potro en la reciente consagración en Croacia. Una charla a fondo con un profesional de primera, que no pierde su bajo perfil y siempre regresa a su ciudad.



No anda casi nadie en Gualeguaychú a la una de la tarde de un viernes caluroso y con aviso de tormenta. En el consultorio ubicado sobre calle Luis N. Palma, Diego Rodríguez controla la agenda de pacientes que desde las dos de la tarde transitarán en forma incesante por el lugar.
Para el que no lo conoce a fondo, es bueno decir que Diego Rodríguez es kinesiólogo. Hace más de veinte años que trabaja en alto rendimiento, primero lo hizo con David Nalbandián y desde hace más de un año lo hace con Juan Martín Del Potro, en su regreso al circuito tras las operaciones de la muñeca. Recientemente formó parte del equipo de trabajo de la Copa Davis, en la brillante coronación en Croacia.
Meticuloso, estudioso, humilde, sin perder su bajo perfil, Diego se hizo un tiempo en su cargada agenda para charlar con EL ARGENTINO sobre su vida profesional, sus afectos, sus debilidades y cómo es trabajar en el alto rendimiento.

¿Inicialmente es bueno preguntarte por que elegiste estudiar kinesiología?
La kinesiología es el estudio del movimiento humano. Y es un título que nos queda medio grande, porque casi siempre hemos utilizado nuestra profesión de una forma muy pobre, sin poder desarrollarla al cien por ciento de su potencialidad. Siempre relacioné la kinesiología con el movimiento humano, aunque no necesariamente con gente enferma. Siempre sentí curiosidad por el diseño y la forma del cuerpo humano y las transformaciones que sufre con el entrenamiento y el deporte. Tuve la suerte de que me gustó lo que fui encontrando cuando estudiaba, pero me llamó siempre la atención como nos llevaban hacia el ser humano con alguna enfermedad o patología. Por suerte había una materia que abordaba la prevención, que es kinefilaxia, que es a lo que o me dedico dentro de la kinesiología. Entonces pude ver que se podía trabajar un montón de cosas relacionadas a la profesión, pero con personas sanas, no que ya venían con alguna patología o alguna lesión”.

¿También sos docente?
Me fue gustando tanto trabajar sobre la prevención que decidí dedicarme de lleno a eso, primero fui ayudante de cátedra en la carrera y actualmente soy profesor titular de la cátedra en la carrera de kinesiología de la UBA. Siempre apunté a la prevención, ya sea en este consultorio en Gualeguaychú o formando parte del equipo de Copa Davis. Porque en todos los casos, cuando hablamos de prevención nos miran raro, que ponen barreras o que te dicen directamente que es imposible. Nos han dicho que es utópico hacerlo en Argentina y a mí, cuantas más veces me dicen que no se puede, más me motivan a seguir trabajando, estudiando y demostrando que es posible hacer prevención”.

¿Cómo desembarcás en el alto rendimiento?
En el alto rendimiento me fui insertando con el fútbol en Arsenal de Sarandí, también tuve un paso por Racing. Luego me dediqué al rugby durante tres años y del rugby aprendí mucho sobre lo que significa el trabajo en equipo, el ser cooperativo y que desde un equipo, trabajando juntos y con el mismo objetivo, se pueden conseguir resultados. Cuando llegué al tenis me encontré con un panorama totalmente distinto, un deporte individual, donde para que me vaya bien, al rival le tiene que ir mal. El tenis potencia valores que no son los que quiero inculcarle a mis hijos, pero desde mi experiencia profesional, busqué insertarme en el alto rendimiento con una consigna, al alto rendimiento hay que simplificarlo. Hay que tratar de ser sencillos, de entender cual es la realidad del deportista de alto rendimiento, que es sumamente exigente, sumamente competitiva. Si nos sabemos adecuar a esa realidad y podemos simplificarle el trabajo al deportista desde nuestra profesión, seguramente podremos perdurar en el alto rendimiento, que es quizá lo más complejo.

¿Es un mundo aparte el tenis profesional?
El deportista de alto rendimiento, se llame como se llame, es el mejor en lo suyo. Es un selecto grupo de elegidos que llegan por condiciones, talento, esfuerzo, perseverancia y un montón de cualidades más. Entonces si nosotros llegamos a trabajar con estos deportistas, no necesariamente nosotros tenemos ser los mejores. Porque para perdurar dentro de un equipo de trabajo de un deportista de alto rendimiento, el profesional que sea tiene que tener muy claros sus valores. Hay que ser prudente, ubicado, saber entender cual es tu lugar ahí dentro. Yo nunca me saqué una foto dentro de un vestuario, y no por falta de oportunidades. Pero si yo no tenía ese sentido de la ubicación, algo que aprendí de muy chico acá en Gualeguaychú y enseñado por mis padres, seguramente no hubiera perdurado tanto tiempo. El hecho de haber trabajado diez años con David (Nalbandián) y este tiempo con Juan Martín (Del Potro), que ellos, pudiendo elegir cualquier otro kinesiólogo, me den la confianza de poder ser parte de su grupo de trabajo, es algo que yo tengo que responder actuando con profesionalismo, no solamente en el aspecto kinésico, en todos los aspectos. La confianza que el deportista tiene hacia nosotros y nosotros hacia los deportistas, es fundamental para poder plantear objetivos deportivos y cumplir con esos objetivos.

¿Qué aprendiste de Nalbandian?
Con David aprendí el significado de que te tengan zumbando. Aprendí la exigencia constante, a tener que adelantarme a la jugada, a tener preparado todo para no pasar sobresaltos. El nivel de exigencia con el que trabajamos con Nalbandián fue tremendo, siempre fue un tipo tremendamente exigente. En el circuito hay jugadores que juegan muy bien al tenis, pero los Top 10 son elegidos. Nalbandián fue seis años Top 10, así que imaginate el nivel de exigencia con el que trabajamos. Quizá para afuera daba la sensación que el tipo era más tranquilo, pero laburamos siempre con un nivel de exigencia altísimo, que solamente así le permitió estar en el nivel que estuvo, siendo Top 10 y jugando en un nivel altísimo.

Y como sobrellevás la exigencia del alto rendimiento, porque debe ser agotador también para vos, además del jugador
Esa experiencia que adquirí trabajando con David, me permite hoy trabajar con Juan Martín en el mismo nivel, con la misma exigencia y con un jugador que potencialmente es también de los mejores diez del mundo. Delpo me lo dice siempre, yo necesito que vos como kinesiólogo estés al mismo nivel que estoy yo, sino no sirve. Y yo que soy obsesivo y apasionado para hacer las cosas, me subo a ese tren y trabajo al ciento por ciento de intensidad, hasta que la cabeza dice basta. Ahí vuelvo a Gualeguaychú, con mi familia, mis hijos, mis viejos, a estar con la gente que me ubica en tiempo y espacio. Yo soy un agradecido de las cosas que me tocaron vivir, de haber sido parte de las cosas en las que profesionalmente pude participar, pero tengo clarísimo que mi lugar en el mundo es Gualeguaychú, por eso cuando tengo la puerta abierta para poder volver, no lo dudo un instante. El otro día, llegamos con el equipo a Ezeiza y me vine a Gualeguaychú, le dije a mi esposa que se hiciera unos mates y fuimos a buscar a Fran (su hijo) al colegio. Esa es la mejor forma de desenchufarme de todo.

La Davis, esa Copa soñada

Viviste procesos anteriores de Copa Davis, pero quizá en este estuviste más de adentro. ¿Cómo se vive y qué se siente hoy?
Yo estoy convencido de que llegamos a donde llegamos en la Copa Davis por todo lo que se hizo antes en el tenis. Desde Vilas y Clerc, Sabatini, pasando por Jaite, Lobo, Nalbandián, Gaudio, Coria y un montón de jugadores que levantaron la vara en el tenis y fueron posicionando a Argentina en el nivel que tiene desde hace más de treinta años. Cuando Nalbandián hizo final en Wimbledon, le abrió la tranquera a todos, porque desde acá parece imposible. Lo mismo pasó con la Davis, cuando estos chicos irrumpieron en el circuito, hacía más de veinte años que había argentinos jugando a gran nivel y estando cerca de poder ganar una Copa Davis. Lo que hicieron Del Potro, Delbonis, Mayer, Pella, fue entender de qué forma había que encarar la cosa para poder ganarla. Y ahí es donde tiene un enorme valor lo hecho por Daniel Orsanic, que vivió y fue parte de lo anterior, pero como capitán entendió que la clave estaba en trabajar en equipo. Orsanic sumó a todos los cuerpos técnicos todos los jugadores, por una cuestión lógica, nadie conoce más a los jugadores que los trabajamos con ellos. Entonces Daniel nos convocó a todos para trabajar y nos dio participación importante en la toma de decisiones, cada uno en lo suyo, pero todos involucrados con un mismo objetivo que era ganar la Copa Davis.

¿Por qué se ganó ahora la Davis y no antes?
Lo que anteriormente faltó en el tenis argentino, fue pensar que con el talento de los jugadores alcanzaba para ganarla. Y evidentemente no fue así. Entonces, Orsanic puso cada cosa en su lugar, armó un grupo de trabajo con un encordadores, psicólogos, nutricionistas, preparadores físicos, kinesiólogos, gente con conocimiento de tenis, naturalmente porque había que hacer una planificación. Y así se fue avanzando y formando un grupo de trabajo sensacional, donde cada uno hablaba de lo que sabía. Yo de tenis hablo poco o nada porque no se, pero si me preguntan de prevención de lesiones, te dejo la oreja a la miseria, porque podría estar una semana hablando de eso, que es lo mío. Todos maduramos con esta forma de trabajar, anteriormente estábamos todos potenciando el conflicto, teniendo la gloria al alcance de la mano. Pero todos potenciaron ese conflicto, desde los medios, los periodistas que más cerca estuvieron del grupo, esta vez entendieron la forma de trabajo y valoraron eso. Le dije a Guillermo Salatino cuando volvíamos de Croacia, “los periodistas también ganaron la Copa, porque entendieron que había que sumar desde su lugar y no potenciar conflictos que esta vez no hubo”. La ganamos entre todos, sumando cada uno desde su lugar.

Fue importante lo de Orsanic, que asumió responsabilidades y le quitó presión a los jugadores
Orsanic tomó decisiones muy importantes y se bancó la crítica y la que viniera atrás. Cuando en Glasgow decidió que Juan Martín juegue el dobles después haberle ganado a Murray y que Mayer vaya en el quinto punto, a mi me llenaron el teléfono de mensajes diciendo que era una barbaridad. Inclusive desde algún sector de la prensa también dijeron que era una locura que Del Potro no juegue el quinto punto. Y la realidad era que Juan Martín no estaba para un quinto punto, jugó Mayer y ganó. En la final pasó lo mismo con la confirmación de Delbonis, tanto para el primero como para el quinto punto. El capitán sabía mejor que nadie como llegaba Delbonis, que llevó a quinto set a Cilic el viernes y pocos lo remarcaron y que contra Karlovic jugó un partido enorme. Esas decisiones de Orsanic hablan de la capacidad que tiene como capitán.


CONFIANZA

“El día a día con un deportista de elite es algo muy complejo. El tipo de contrata y te paga para que vos le digas lo que tiene que hacer. Es un vínculo complicado. Vos le tenés que decir que al otro días a las 8 de la mañana van a hacer una hora de yoga, y el tipo te pregunta ¿te parece a las 8? Vos le tenés que decir: ‘¡seguro, a las 8!’. Entonces generás confianza, una confianza que va creciendo y con un tipo de estas características, podés llegar a conseguir cosas que ni vos mismo pensás que podes hacer”.

DEL POTRO

“Nosotros pasamos casi un año trabajando solos y el principal objetivo era que Juan Martín estuviera sano, lo que vino después fue soñado, nadie lo imaginó. Naturalmente que hora la vara está altísima y vamos a trabajar con esa exigencia, pero el objetivo que nos trazamos en enero de este año era que Juan Martín llegue a diciembre sano. Llego sano, jugando en gran nivel, con una medalla olímpica y ganando la Copa Davis. Es demasiado”.

NALBANDIAN

“De David rescato que me enseñó a trabajar bajo exigencia constante. Pero destaco también su enorme profesionalismo, es un apasionado para todo lo que hace, aunque no pierde su esencia. Hace un par de semanas se pegó un palo corriendo rally en Concepción del Uruguay y a la noche estábamos comiendo un asado acá en Gualeguaychú. Que David elija mi ciudad para venir a descansar y que haya venido las veces que vino a disfrutar, es impagable, porque habla de algo más que una relación profesional”.

Por Daniel Serorena
EL ARGENTINO

 

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