La carpa que nos avergüenza

Tal vez a municipio se le achaque la responsabilidad de no resolver este conflicto, pero en realidad es una obligación de toda la clase dirigente de Gualeguaychú poder desactivarlo.
Hasta ahora han demostrado ser incapaces de focalizarse en resolver los problemas de nuestra ciudad, y buscar oportunidades en vez de pelear todo el tiempo. Quizás para las estrategias política partidarias la confrontación sea buena, pero estas actitudes no mejoran la calidad de vida de muchos gualeguaychuenses, y es muy probable que las empeore. Necesitamos una dirigencia política que piense el futuro de nuestra ciudad para volver a posicionarla a nivel provincial y nacional como el ejemplo que alguna vez fue; necesitamos una dirigencia con un pensamiento a largo plazo, que vaya más allá sin tener que confrontar a cada paso.
Eso no significa que pensemos todos de la misma manera. Las diferencias entre las personas que integran una sociedad no son un defecto, más bien pueden considerarse una virtud. El problema es qué hacemos con eso. El gran desafío no es que seamos iguales sino que logremos acuerdos que nos permitan emprender el camino hacia una dirección de ciudad, y eso se logra con convicción y diálogo.
La gracia de la armonía está en poder lograrla no solo cuando tenemos ideas comunes, que resultan más confortables y menos estimulantes, sino también cuando tenemos posiciones divergentes. La cualidad empática está en poder hacer de una diferencia una virtud para mejorar la vida de todos nosotros.