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La Mujer

Intenta ayudar en serio, sin sobreprotección ni lástima

 Intenta ayudar en serio, sin sobreprotección ni lástima

Durante el tiempo de clases, los días de Agustina Vega comienzan a las seis y media de la mañana. Prepara a Francesca, la lleva al jardín y va a la Asociación Síndrome de Down, donde es docente de integración. Allí ofrece clases personalizadas a chicos integrados a escuelas públicas comunes. 


Por Silvina Esnaola
EL ARGENTINO

Por la tarde, cuando ellos están en la escuela, Agustina es integradora de un alumno en un establecimiento educativo.
“Y cuando él tiene Educación física o Música, materias en las que no necesita mi compañía, hago las visitas a las tres escuelas a las que concurren los chicos de la Asociación”, contó.
El apoyo en la escuela se ha gestionado a través de su cobertura de salud, algo que vale la pena saber.
“Cuando entrás a una escuela como maestra integradora -explicó- lo hacés por concurso si es pública o por curriculum, si es privada. En el primer caso se hace cargo el estado y en el segundo, se trabaja mediante la obra social”.
“La persona con carnet de discapacidad tiene la posibilidad de acceder a diversos beneficios, uno de ellos, tener una maestra integradora dentro del aula. Esto es por la Resolución 2001 - E/2016 del ministerio de Salud de la Nación”.
“La familia elige a la maestra y ésta presenta su propuesta de trabajo a la obra social. “Por lo general, los chicos tienen fonoaudióloga, terapista ocupacional, psicopedagoga, entonces se trabaja en equipo”, explicó, “y durante el año se corrige, replantea, según los resultados”.
“Seguimos el desenvolvimiento de ese chico no sólo en lo pedagógico sino en la parte social: si se adapta, crea vínculos, y si pasa de grado, pasás de grado con él. A veces no se sabe, pero mi trabajo no es sólo con ese chico sino que soy auxiliar de su docente”.
Se habla mucho de los beneficios de la integración, le dijimos, y también están quienes dicen que los integrados no siempre la pasan bien, porque están muy exigidos...
“Creo que respecto de la discapacidad, la integración, el aceptar al otro, a veces no se hace en forma completa. En ocasiones escuchamos “tengo 25 alumnos y un integrado”. Esto es excluir, porque se está marcando al distinto”, afirmó.
“También nos encontramos con la lástima o la sobreprotección, cuando se termina limitando al alumno pero sin probar si podía aprender o no. Hay que cambiar el método, probar hasta que aprenda, que es lo que importa”.
Por ahí se marca el sufrimiento cuando su grupo pasa de grado y ellos no, le dijimos y Agustina respondió “los chicos, con o sin discapacidad, tienen la facultad de asimilar las cosas. Quizá hoy les molestó o no les gustó, pero mañana pasa. Porque conocen un montón de chicos nuevos y vuelven a acostumbrarse, como nos pasa a todos, cuando pasamos del jardín a la escuela primaria, con distintas divisiones, o al secundario. Para algunos es más difícil, pero es como les ocurre a todos”.
¿No se aconseja el cambio de escuela?
“El cambio se aconseja cuando el chico no se siente cómodo en la escuela. Pero si se siente bien allí, con la docente y el resto, no hay necesidad de cambiarlo, porque se le van a generar más diferencias.
Dentro de lo que pueda generarle angustia, miedo e incertidumbre, permanecer en la escuela tiene como positivo que conoce a la comunidad”, consideró.
“La permanencia en un grado (aclaró que no se habla de repitencia) se decide porque con el pase de grado forzoso el desfasaje de contenidos termina siendo mayor. Cada chico tiene un proceso y una forma de aprender, que no tienen que ser iguales a los del resto”,
“En esto de la integración tenemos experiencias hermosas: escuelas que vamos a recomendar, docentes que me encantaría que tuviera mi hija, así como derechos que no se respetan (aquí puso el ejemplo de las rampas urbanas que son tapadas por autos estacionados y nosotros agregamos, hablando de educación, la inexistencia de pupitres para zurdos, entre tantas muestras), la mirada social que es tan estigmatizadora y la voz de ellos que no se escucha”.
“La discapacidad requiere que se le dé la importancia que tiene. A veces se cree que ayudando se está haciendo un favor. No hay ningún favor, porque es su derecho”.
¿Qué es lo que más te gusta de la integración?, preguntamos y Agustina dijo “siempre me gustó dar voz a otro. Intento no mirar desde la lástima, porque de esa forma no ayudo. Hay que ver que esa persona puede... He encontrado docentes increíbles, que valoro y me han enseñado muchísimo. Porque en esto, no se trata de estudiar para tener ganas de hacer algo distinto.”


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