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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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Pino Solanas contará la historia de Estela Lemes

Pino Solanas contará la historia de Estela Lemes

Estela Lemes, la docente que en 2012, durante una fumigación a un sembradío de soja fuera rociada con glifosato junto a sus alumnos de la escuela Nº 66 Bartolito Mitre, fue elegida por el cineasta y legislador Pino Solanas, para participar de un documental sobre soja transgénica y las consecuencias de los agroquímicos en la salud.


El documental se estrenará en mayo, de acuerdo a los cálculos del cineasta.
En la charla con EL ARGENTINO recordó que a partir de sus denuncias por esta fumigación “me invitaron al Congreso a una charla en la que estaríamos maestros rurales de distintos puntos del país para hablar de las fumigaciones. Cuando terminé de contar mi caso, me ofrecieron hacerme un análisis específico para ver si tenía en mi sangre algún componente de la fumigación. Acepté. Y me dio positivo. La muestra se tomó en Buenos Aires y se envió al Instituto de Análisis Fares Taie, de Mar del Plata. A los 15 días me llamaron y me dijeron “tenés clorpirifos etil (un insecticida) en sangre”.
“Era el 14 de diciembre, les conté a mis hijos y uno de ellos, que es estudioso y le gusta investigar me hizo ver que era un problema serio y me explicó lo que provoca. Me dio miedo. Fui a Paraná, me vio una toxicóloga pero minimizó el tema”.
“No me quedé conforme -siguió su relato- y mi médico personal me mandó a hablar con un infectólogo que me explicó que este no es su campo y gracias a Dios, me derivó a una toxicóloga ambiental que trabaja en el Hospital Fernández”.
“Esta médica hizo un informe específico y completo, y me explicó cómo afecta esa sustancia al organismo”.
¿Qué sentís?
“Me duelen mucho los músculos de brazos y piernas. Tengo la sensación de que me cortan con una hojita de afeitar. No es constante, pero muy doloroso. Pierdo el equilibrio, la noción del espacio, me choco todo. Y me falta el aire. No soporto ningún aerosol, me cuesta respirar, siento que tengo menos capacidad pulmonar que antes”, enumeró.
Para hacer frente a todas estas consecuencias que le provocó haber sido rociada con agrotóxicos, Estela encaró un tratamiento integral en el Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica (Cener) de General Galarza.
“Encontré al CENER en 2015. Me atendió primero la hija del Dr. Santiago Sanfilippo (su director), me interno a hacer rehabilitación muscular.
El CENER te cura el cuerpo y te sana el alma. Además de la rehabilitación, tengo que tomar medicación de por vida. Y como quería saber si también tengo glifosato en mi cuerpo, me hice el análisis y el resultado dio que tengo 1.8 en sangre”
El glifosato es un herbicida y provoca cáncer, según ha dicho la Organización mundial de la Salud.

Una tarde con Pino Solanas

Cuando le preguntamos cómo dio Solanas con ella, Estela contó “me llamaron del CENER y me dijeron que Pino Solanas estaba allí entrevistando al Dr. Sanfilippo para su documental, que abarca desde las semillas transgénicas hasta los agroquímicos y cómo afectan a la salud”.
“Me preguntaron si quería que le dieran mi teléfono y respondí que sí. Al ratito me llamó y me dijo que ya casi salía de Galarza para Buenos Aires y que pasaba por Ceibas. Me fui para allá. Él buscaba un lugar donde tomar un café. Mientras lo tomaba conversamos y le propuse ir a la escuela. Me dijo “¿A cuánto estamos?, porque mi mujer me mata si llego tarde”.
“Fuimos, ya estaban todos avisados, charlamos mucho, se entusiasmó y filmó. Y sólo una vez repitió una toma. El resto salió. Me pidió que filmara yo, que hiciera el recorrido de la avioneta con la cámara.
Cundo terminó, quedamos en que su equipo vendrá en marzo, para que filmar la escuela con chicos en ella”.
Dicho esto, Estela Lemes compartió “Me resultó un señor encantador. Y con su documental se va a conocer todo lo que nosotros luchamos, para que se fumigue a conciencia o se denuncie cuando se hace mal. Esto va a servir”, se esperanzó.
En este momento, mientras pelea con la ART que no toma su caso como riesgo de trabajo y le duele el silencio de autoridades provinciales y de políticos, Estela agradece todas las manos que se le tendieron y no pide licencia porque no quiere dejar la escuela.
“Cuando a la noche me tiro de la cama porque me duele mucho, me acuerdo del fumigador, del dueño del campo, de todos. Pero me pongo la chaqueta y me olvido. Entro a la escuela a las 7 todos los días y puedo respirar el aire del campo, hoy sin glifosato porque no hay soja sino vacas alrededor de la escuela. Poder sacar las mesas para dar clases a los gurises al aire libre no tiene precio”, nos dijo.
Es que lo sucedido aquella siesta del 26 de septiembre 2012, con la avioneta pasando y fumigando sobre todos los que estaban la escuela hoy es una causa judicial.
Y a los alrededores de la Bartolito Mitre ha vuelto el ganado
Entonces pueden sacar las mesas y trabajar al sol.

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