No hay que naturalizar la violencia

Y el caso de La Plata ocupó un lugar importante en la agenda pública por la gravedad del mismo, ya que no se trató sólo de una amenaza anónima sino que hubo señales de que la llevarían a cabo, hacían referencia al domicilio de la docente, a su familia e incluso le dejaron un casquillo de bala, a modo de muestra de la seriedad de la misiva.
Pero no hay que llegar a un caso tan extremo como éste porque la falta de respeto a los docentes, la violencia que muchas veces ejercen los alumnos y hasta sus familiares, y otras situaciones incómodas e inseguras de las que maestros y profesores son víctimas, ocurren de manera casi habitual. Esto debe ser un llamado de atención para todos como sociedad e internamente para quienes forman parte del sistema educativo.
Todos recordarán el respeto y la admiración que cuando niños nos inspiraban los maestros y, aunque a veces algún que otro profesor no fuese de nuestro agrado, no existía la opción de agredirlo. Tiene que ver con la educación que se imparte en los hogares, con el respeto a los adultos en general y también con el hecho de reconocer los roles que cada uno ocupa en determinado contexto.
Al parecer en la actualidad, los límites se han desdibujado y se ha naturalizado la transgresión de los mismos, por eso es importante que tanto desde los establecimientos educativos como en el seno de cada familia no se reste importancia a estas situaciones, que incluso pueden servir para debatir con seriedad el tema.