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Diario El Argentinosábado 20 de abril de 2024
La Mujer

Mujeres que hacen cosas...

Está convencida que quienes contaminan tendrán que dar cuenta por lo hecho

Está convencida que quienes contaminan tendrán que dar cuenta por lo hecho

 Por SIlvina Esnaola EL ARGENTINO


Marcela Bohmer sabe de luchas, de las que protagonizó de joven, de las que protagoniza hoy, mujer adulta.
Vive hace 21 años en el Barrio Don Pedro, donde se radicó con su esposo Carlos y sus hijas Sofía, Manuela, Eugenia y Clara al poco tiempo que lo hicieran sus padres.
“Primero vinieron mis padres y tres años después, nosotros nos radicamos allí. Había olores, en forma esporádica. Después pasó mucho tiempo sin que tuviéramos problemas. Vivíamos con nuestras cuatro hijas y era un lindo lugar, relativamente tranquilo, sin problemas”.
“A veces sentíamos olor feo, pero creíamos que era a causa del viento, que lo traía de la planta de tratamiento de efluentes del parque industrial. Y lo bancábamos”.
¿Cuándo decidieron no bancarse más?
“Cuando una empresa cruzó su caño por debajo de la ruta 14 para volcar en un campo propio sus efluentes industriales. El caño va de la planta industrial a un campo privado, donde hicieron un sistema de riego, del que salían chorros que llegaban a los parques de los vecinos”.
“Al principio había olor a hollejos, pero después fue virando a podrido, a corral. Incluso una vuelta se rompió algo y corrió por un cañadón un agua que olía espantoso. Nos dijeron que se había roto un caño, pidieron disculpas y a modo de atención, trajeron agua a algunos vecinos”.
“Al tiempo dejamos de ver los aspersores, pero el olor seguía. Y a comienzos del año pasado hubo un episodio feo, que fue la gota que rebasó el vaso, cuando ese agua podrida circuló por todo el canal del Barrio Don Pedro inundando los terrenos e incluso, las casas. Ahí empezamos a hacer las denuncias, que seguimos hasta hoy”.
“Ahora -continuó- logramos que la Dirección de ambiente obligara a la empresa a clausurar la salida de ese caño y que esos efluentes no pasen al campo vecino.
Pero están yendo a la planta común del parque, de manera que si ya estaba saturada, ahora lo está más aún”.

¿Cómo se está trabajando en la planta nueva?

“Hay movimiento. No te voy a decir que hay un montón de gente trabajando, pero hay movimiento. No se cuándo la van a terminar. Siempre nos dijeron que a la construcción no le falta mucho, pero la cuestión está en lo que va adentro, el equipo del sistema operativo. Espero poder verla funcionando”, se esperanzó.
En el lugar, vale decirlo, después de la primera volanteada que hicieron los vecinos en noviembre pasado, se colocó un cartel de los típicos gubernamentales cuando se inicia una obra. “Obras para estar mejor” dice en grandes letras, para informar “Construcción de planta de tratamiento de efluentes parque industrial Gualeguaychú. Y debajo y con letra más chica, se hace la siguiente descripción: Monto 25.786.812.08 pesos. Plazo de ejecución 365 días de corrido (pero no informa a partir de cuándo), se da el nombre de la empresa contratista y del organismo ejecutante, la Dirección provincial de obras sanitarias.
Hablamos de volanteadas y Marcela aclaró que no participa de ellas “porque ya lo hice en mi adolescencia. Volantear ya no es mi forma de reclamar.”
¿Por qué volanteaste en tu adolescencia?, quisimos saber.
“Porque estudiaba Derecho en Buenos Aires y en esa época era comunista, como todo adolescente. Empecé mi carrera en el ´74 y fue “heavy”, como dicen los chicos Tengo un amigo al que tiraron de un avión....”, empezó a contar, pero no pudo seguir y dejó la frase ahí.
Luego de la pausa, reafirmó “Para mí la volanteada, como forma de reclamo, ya fue. Ahora reclamo haciendo una denuncia penal, saliendo por la radio, por el diario”.

Marcela contó que su papá vino a Gualeguaychú en 1978, como encargado de Obras sanitarias cuando la repartición era de la Nación. Luego, cuando el organismo pasó a la provincia, José Bohmer fue secretario de medio ambiente y en un momento, presidente de la delegación argentina de la CARU. “Por lo que de agua, algo sé -afirmó- porque era un tema común en casa. Papá nos explicaba, nos contaba, vivimos con eso”.
Es de imaginar entonces lo irónico que resulta tener que pelear por la contaminación. Por quienes contaminan.
“Es una lucha. Participo desde hace años y ahora también porque estoy enferma y me asusta entrar a mi barrio y tener que aguantar ese olor, pensando que me está haciendo mal porque tengo un tumor en un pulmón, o que llegue el olor a mi casa y tener que cerrar las ventanas” .
“Me asusta porque siendo paciente oncológica y estando inmuno deprimida, puede agravarse mi situación. Me preocupan los chicos que viven en el barrio, que tienen problemas respiratorios, al punto que hay gente que se tuvo que ir. Es una injusticia que suceda esto. Me preocupa y me da bronca, porque tenemos derecho a vivir en un lugar sano, como dice la Constitución, y no tenemos por qué bancarnos semejante... desidia, voy a decir.”
“No jorobamos a nadie -siguió- y para todos estamos fuera del éjido.”, dijo aludiendo a la prestación de servicios elementales.
Tras esto recordó las intervenciones de la Dirección de ambiente y del Foro Ambiental,
que tomó muestras del agua de la Cañada de Melgar.
“Y ahí pasamos a lo que es grave y sobre lo que la gente no ha tomado conciencia: ese agua llega a metros, aguas arriba, de la toma de Obras sanitarias, es decir, del agua que se usa en todas las casas”.
Tras esto, Marcela recordó que está encaminada la demanda penal en la Unidad Fiscal de Medio Ambiente de la Nación (UFIMA), organismo que ya tomó muestras y realizó los análisis, “con resultados alarmantes”.
¿Te enfermaste por vivir en ese barrio?, le preguntamos y Marcela respondió “quizá, nadie sabe. Y no puedo echarles la culpa y ellos no pueden decir que no es así.
Mi lucha personal seguirá sendo la misma. Tengo la fuerza para seguir adelante y no voy a permitirles que me venzan. Hay unas cuantas cosas que me tienen que pagar: la preocupación mía, la de mi familia...”, y no pudo seguir, porque la angustia le cerró la garganta.
¿Alguna vez pensaste, cuando escuchabas a tu padre hablar del agua, del río, de obras sanitarias, que ibas a ser protagonista de una lucha contra la contaminación?, preguntamos.
“Jamás”, dijo resuelta.
¿Y qué sentiste cuando te convocamos?
“Es fuerte. Me siento orgullosa. Si lo que hago sirve, bienvenido sea. ...”, dijo y nos despedimos sabiendo que sí sirve y que vamos a volver a hablar del tema.


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