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Mujeres que hacen cosas...

Da lo que no recibió, porque sabe de su importancia

  Da lo que no recibió, porque sabe de su importancia

  De Viviana Romero ya supimos hace un tiempo, cuando EL ARGENTINO solidario contó que en su casa del asentamiento de bulevar Montana y 1º de Mayo ella y su esposo ofrecían la merienda los sábados por la tarde a varios chicos del barrio.


 

Con un enorme sentido de la solidaridad ellos organizaban esta actividad que amagó con desbordarlos, porque la voz se corría y los chicos llegaron a ser tantos, que debían ir a la Plaza de la Toto.

Viviana vino chiquita a Gualeguaychú, con su mamá y el marido de ella. Cuando tenía trece años su mamá murió y al tiempo, fue instalada como empleada en una casa donde, contó, por toda paga tenía techo y comida.

“He pasado historias -compartió- por eso puedo entender el dolor, la soledad, la exclusión, porque los viví. También los errores, porque los cometí. Y cuando pasás tantos dolores, llega un momento en que te enojás. Pero justo me dijeron “hay alguien que te ama”. Me hablaron de Dios, que me ama, me perdona”.

Ella ha trabajado siempre, arreglándose cuando siendo el sostén familiar, debía hacerlo incluso de noche, como serena, para estar con sus hijos durante el día.

Ese tesón es el que le hizo continuar los estudios que la muerte de su mamá y su comienzo laboral interrumpieron cuando terminó la primaria.

Después de varios años, y pese a creerse vieja para continuar, se entusiasmó e hizo el secundario semi presencial. Y hoy sigue aprendiendo, costura en este caso.

Pero volvamos a 2011, cuando nació el merendero Lucecitas -que ahora está en el Barrio Toto Irigoyen- puesto en marcha tras ver que no era cuento lo de las pancitas vacías, cuando los chicos pasaban corriendo hacia el basural cercano cada vez que se escuchaba un motor, queriendo encontrar algo.

“Además, eso de compartir en casa es algo que siempre quise hacer. Siempre soñé con tener una familia. También con hacer un hogar para las mujeres que sufren violencia, o para que los chicos estén mejor. Hasta que un día se me ocurrió prepararles la merienda.

Primero iban dos o tres chicos, pero llegaron a ir casi ochenta... Entonces íbamos al playón de la plaza de la Toto, para que además de tomar la leche, jugaran un poco”.

Ahora, en el barrio al que fueron trasladados hace unos tres años, mantiene su merendero, al que van unos treinta chicos, todos del lugar.

Y Viviana sigue apostando a la ayuda que pueda llegar, ya sea leche, chocolate, azúcar, galletitas, también útiles escolares, ropa, calzado en fin: todo lo que pueda llevarse a su casa, la número uno del barrio Toto Irigoyen o llamando al 1566 0513.

Agendar el número servirá para encontrarla porque Viviana, después de limpiar su casa, va al salón de usos múltiples del barrio a aprender costura y también a ayudar a hacer acolchados, que de igual forma hace en su casa, con cuatro compañeras, aprovechando la ropa que nadie se lleva.

A los 47, su sueño es ver a sus hijos felices, como toda mamá. “También, aunque parezca imposible que suceda, que ningún chico sufra. Quiero que mis hijos aprendan que el dar, el ocuparse del otro, es lo más grandioso. Esto no se explica, hay que vivirlo para entenderlo. Y yo no me vería de otra manera que no sea ayudando a alguien...”

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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