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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
Opinión

Pensando con los dedos

Pensando con los dedos

Por Plauto Cardoso (*)  


“Después de ser la sede de la Copa del Mundo y las

Olimpiadas, Brasil va a ser la sede de la Edad Media”.    

Chargista Lafa.

 


 

Y fíjense, hermanos entrerrianos, que los temas debatidos en los medios brasileños en este momento son la sugerencia de una intervención militar y la cura gay, “perlitas” de un general incontinente, parte de un peligroso flirteo con el derrumbe de nuestro estado constitucional democrático, y de una Justicia enferma que permite, a través de una medida cautelar, tratar la homosexualidad como enfermedad. Ya hay empleados llamando a sus jefes: “hoy no voy a trabajar porque estoy gay”. Todo esto en un contexto de un moralismo anacrónico en el cual parece estar de moda la impensable incautación de arte contemporáneo y la censura de una obra teatral.

¿Intervención militar? Really? Hagamos como me sugirió un amigo argentino un día de estos: vamos a unir Brasil, Argentina y Uruguay: así tendríamos a Neymar, Messi y Suárez. Sugerí que incluyésemos al hermano Paraguay. Me preguntó a quien invitaría como representante Guaraní. ¿Chilavert?

Y hablando de nuestra integración, tema que motivó el nacimiento de mi invitación para matear juntos mensualmente en las veredas de Gualeguaychú, podría argumentarse que es nulo el Código Civil Brasileño de 2002. O su par argentino de 2015. Eso nos dijo en broma el juez federal brasileño Carlos Rebelo, con quien tuve el enorme placer de compartir una clase en el programa de Especialización en Justicia Constitucional de la Universidad de Boloña en Argentina, en la bella Gualeguaychú. ¿El fundamento para tal afirmación jocosa? Nos comprometimos dentro del marco legislativo del Mercosur a por lo menos intentar integrar nuestras legislaciones. Incumplimos solemnemente nuestra promesa. Así también lo hicieron nuestros hermanos argentinos. Nadie parece haber tenido ni remotamente la menor curiosidad en saber si nuestras vidas presentes y futuras ganarían algo con un poco más de sincronía legislativa.

Más allá de la naturaleza jurídica de nuestro pacto de integración, es natural que en primer lugar se enfoque en los negocios, y después en legislaciones con carácter un poco más político y no siempre comercial. Así fue el camino de la Unión Europea. Así podría ser nuestro camino.

La cuestión es que podemos y debemos trillar otras sendas. ¿Quiere un buen motivo? Nuestra agua. Si alguien duda que el agua y no el petróleo será la causa de tensiones beligerantes en un futuro cercano, que le pregunte a las empresas de gaseosas que compran fuentes de agua limpia por todo el mundo. Podemos y debemos legislar sobre nuestra vida en común incluso en esta fase inicial de nuestra integración comercial. Sería sabio.

Guaraní, según Silveira Bueno, significa guerrear, combatir. ¡Qué nombre le pusimos a la mayor reserva subterránea de agua dulce de América del sur –y una de las mayores del mundo- que compartimos con nuestros hermanos argentinos, uruguayos y paraguayos! ¿Qué estamos esperando para legislar de manera común sobre el asunto?

En 2010, el número de incidentes relacionados al agua en Brasil llegó a 87, afectando directamente a 197.210 personas, según el informe Conflitos no Campo Brasil. De estos, 47 conflictos (54%) tuvieron relación al uso y preservación del agua, 31 (26,5%) tenían que ver con el uso de diques y represas y 9 (10,3%) a la apropiación privada. En 2016, el número de conflictos prácticamente se duplicó, llegando a 172 en todo el país y con las mismas motivaciones.

Con la ratificación del Senado brasileño el 2 de mayo de este año, entra finalmente en vigor el Acuerdo sobre el Sistema Acuífero Guaraní (SAG). Pensado desde 2004, fue firmado el 2 de agosto de 2010 en San Juan, Argentina, como único tratado multilateral que se propone regular, específicamente, aguas subterráneas transfronterizas.

Un día de estos mientras acompañaba a mi papá a un examen en una clínica, después de observar durante algún tiempo a los jóvenes adolescentes abducidos por las pantallas de sus celulares, me dijo en relación al movimiento frenético de los jóvenes pulgares: “hoy se piensa con los dedos.” Llegó la hora de que volvamos a pensar con la cabeza.

A diferencia de lo que hicimos con nuestros códigos civiles, no podemos darnos el lujo de tratar esa fuente de vida común de manera aislada. No hay fronteras para ese agua. Necesitamos ir más allá de los encuentros técnicos de estudio sobre el asunto y de debates sobre la salinidad del agua acá o allá. Necesitamos legislación y gestión efectiva conjunta supranacional para esta dádiva que compartimos.

El mejor amigo del hombre es el árbol. Y el del árbol, el agua. Los entrerrianos lo saben bien.

 

(*) Plauto Cardoso es profesor de Bioderecho de grado de la Facultad Pitágoras en Belo Horizonte y de posgrado de la Fundación Getulio Vargas, Río de Janeiro. Estuvo a principios de junio en Gualeguaychú como profesor invitado en la capacitación sobre la “Especialización en Justicia Constitucional” y es parte del Programa de Doctorado en Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA); además de ser maestro en Literatura Inglesa por la Universidad de Sussex, Inglaterra, Master of Laws (LLM) por la Fundación Getulio Vargas/Río y especializado en lingüística aplicada por la Universidad de Brasilia.

 

 


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