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Diario El Argentinosábado 20 de abril de 2024
Opinión

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Jueves de Negro

Jueves de Negro

Por Waldemar Oscar von Hof (*)


“Los males nunca vienen solos” solía decir una de mis abuelas, inmigrante de la primera década del siglo pasado a nuestro país. Viendo nuestros noticieros nos enteramos de que a la pandemia del Covid 19 se le ha agregado la terrible situación de la violencia de género en los hogares, donde las familias deben estar confinadas, considerándose a esto casi una epidemia.

En lo que va del año ya hay más de 68 víctimas de femicidios y la mitad de ellos ocurridos en este tiempo de la cuarentena. Siempre es difícil reducir cada caso a una estadística, pero pensar que en nuestro país es asesinada cada día una mujer a golpes, por armas blancas, o de fuego, y hasta quemadas vivas, por su pareja causa dolor y horror.

La propuesta del Jueves de Negro es un movimiento de mujeres del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) que trata de hacer visible esta problemática solicitando a que las personas se vistan con alguna prenda de negro. Surgió del Decenio Ecuménico de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres (1988-1998) durante el cual se hicieron más visibles las historias de violaciones y de violencia en contra de las mujeres en situaciones de guerra y en la sociedad toda. Estas mujeres se pronunciaron contra la violencia y buscan garantizar que las mujeres y los hombres, así como los niños y las niñas, estén a salvo de la violación y la violencia en sus hogares, las escuelas, el trabajo, las calles, es decir, en todos los lugares de nuestras sociedades.

La aislación a la que fuimos obligados como sociedad ha dado la oportunidad a que la enfermedad del violento surja y pueda potenciarse con toda la virulencia posible. Se da oportunidad justamente porque el violento necesita de este confinamiento, de este estar encerrado en la casa, para ejercer la violencia contra la víctima, que por lo general es la mujer, dando lugar al femicidio.

En este tiempo de aislamiento la propuesta es colgar un paño negro en alguna ventana o en la puerta de las casas para que estos femicidios no queden en el anonimato.

¿Por qué el color negro? No fue elegido por el luto, sino como el símbolo de la resistencia y de la resiliencia. Esta capacidad de la mujer de resistir la situación de opresión y poder, a partir de esta resistencia, reinventarse. Esta propuesta está inspirada en las luchas que vienen sosteniendo las mujeres a través de la historia, las mujeres de Palestina y las mujeres de Israel que se han unido para pedir un fin a esta espiral de violencia entre los dos países que afecta no solo a los hombres, si no a los niños y a las mujeres como víctimas. Está en nuestra memoria también la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, que se han opuesto a la violencia de un estado, con un régimen de facto, que hacía desaparecer violentamente a sus hijos.

Es la lucha de las mujeres que se visten de negro para resistir la violencia que sufren ellas, por el simple hecho de ser mujeres y por lo tanto ser consideradas inferiores a los hombres. Es el reclamo a los derechos, por ejemplo, a ser madre con toda la dignidad que ello implica. Al derecho a criar a sus hijos sin que sufran violencia. Derecho a tener y a estar en un hogar donde puedan estar cuidadas ellas y cada uno de sus hijos. Es justamente el reclamo a que el hogar, al que fuimos confinados para cuidarnos de la pandemia, sea también un hogar donde cada integrante sea cuidado integralmente y no sufra violencia.

En el sermón del monte (San Mateo 5:1-12), Jesucristo nos llama a ser trabajadores por la paz, nos llama a consolar a los que sufren y nos llama a trabajar por la justicia. Este ideal tan ponderado por San Francisco de Asís y por todas nuestras iglesias, nos obliga a visibilizar esta temática. La mujer que sufre violencia debe hacer la denuncia, debe buscar ayuda, para ello nuestra sociedad ha desarrollado las comisarías de la mujer y también ha puesto a disposición espacios de atención a las víctimas en cada una de los municipios. Los hombres somos llamados a hacer un mea culpa y buscar ayuda, dejarnos interpelar y preguntarnos de donde nos viene este afán de una hombría violenta, de un machismo exacerbado que se tiene que demostrar con el (o la) más débil. Las herramientas espirituales, dentro de los espacios de las iglesias y de ayuda psicológica, con profesionales, hoy en día están al alcance de todos. Urge y se hace necesario tomar conciencia que una sociedad mejor no la podemos construir con tumbas de mujeres violentadas, tampoco con hijos que sufren esta violencia, directa o indirectamente.

En este año San Valentín, el día de los enamorados, cayó un jueves y la campaña de nuestras iglesias estaban acompañadas por el lema; ¡El amor sana!, no hiere. Invito a que los jueves usemos alguna prenda negra, o pongamos en nuestra ventana o puerta un paño negro, para hacer más visible la violencia de género, tal vez mediante este simple gesto, haya menos niños sufriendo y menos femicidios en nuestra sociedad.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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