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Diario El Argentinojueves 18 de abril de 2024
Opinión

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Los héroes y sus estatuas

Los héroes y sus estatuas

Por Waldemar Oscar von Hof (*)


 

Más allá de la Pandemia, que a cada rato nos hace aprender nuevos vocablos y nuevos conceptos, los noticieros nos muestran raudas reacciones de la sociedad a partir de eventos que sorprenden.

 

Todo un pueblo se moviliza en Avellaneda, Santa Fe, tratando de oponerse a la expropiación de Vicentin. En el mundo, grupos salen a protestar en contra de los racismos y de la violencia ejercida por la fuerza pública, derribando estatuas de personajes de la historia. Nos sorprende a los argentinos ver en los noticieros caer la estatua de Cristóbal Colon, tan cara a nuestros sentimientos. Surge la pregunta si estos tiempos, que nos hacen cambiar tan rápido, no nos está borrando cuestiones que son esenciales a nuestra identidad histórica.

El Covid-19 incluso nos quiere quitar los actos patrios, el día de la bandera se celebra con la distancia obligatoria y sin actos en escuelas o en plazas de nuestros pueblos. Es este un buen momento y oportunidad para reflexionar sobre los iconos y los héroes que movilizan nuestros actos e incluso el almanaque, fijando o moviendo feriados que a veces pasan desapercibidos.

Los héroes, padres de la patria, como referentes a veces son necesarios. Muchas veces fueron construidos adrede, para generar un sentimiento, marcar una identidad o para dejar constancia de alguno de sus valores. Otras veces se han ido imponiendo por la necesidad de la misma sociedad, que necesita de ejemplos o figuras en las cuales mirarse como a un espejo. En la historia del cristianismo y en la Biblia se han ido cristalizando personajes que se transformaron en iconos, en ejemplos, entre ellos Moisés, los profetas y nuestros apóstoles que siguen siendo faros de luz en valores para nuestros tiempos.

Estando en tercer o cuarto grado tuve que aprender una poesía a la bandera para recitarla en el acto a conmemorarse en su día. La maestra, una monja muy activa en el colegio católico, para ayudarme en la memorización, me aconsejo figurarme entre los soldados que frente a Manuel Belgrano estaban en ocasión del primer izamiento de nuestro emblema patrio, en las riberas del Paraná allá en Rosario. Mi fantasía transformó inmediatamente a este personaje en mi héroe favorito.

En nuestro imaginario Manuel Belgrano vive por este gesto, después sabemos muy poco de él. Yo creo que es uno de los héroes que nos hace falta en estos tiempos. Nació en Buenos Aires, hijo de una criolla, con sangre guaraní, posiblemente con resabios de la educación jesuítica o franciscana y de padre de origen italiano. De muy joven se dedicó a los estudios y se comprometió en la realización de lo que fuera la gesta de Mayo. Presente en las guerras de la independencia e influenció en su declaración el 9 de Julio de 1816. Como muchos de nuestros próceres, en esta heroica gesta, tuvo más de compromiso que de conocimiento en la ciencia militar, lo que le costó algunos reveses. Pero en el éxito marcado en Tucumán y Salta demostró ser un estratega, ya que pudo vencer a los realistas más por su astucia que por su ciencia bélica,  demostrado de sobra en el éxodo jujeño. Escribió y fundamentó la necesidad de una educación y de una economía basada en la agricultura,  valores tomados por los primeros organizadores de la patria. Su heroicidad no estuvo marcada por una personalidad descollante, si no por su sensatez y su compromiso, es más, se podría decir por soñar con una patria posible. La pobreza en sus últimos años habla a las claras de su ética y de su negatividad de entrar en el mundo corrupto para enriquecerse a costa de la política. Como ejemplo vale la anécdota que a su médico le pago con un reloj que había recibido de regalo, reloj que estuvo muchos años expuesto en el Museo Histórico Nacional, situado en el parque Lezama de la ciudad de Buenos Aires. Lo pude admirar, cuando visité este museo en mi época estudiantil aprovechando el carnet de estudiantes. Poco tiempo después este reloj fue robado por alguien más ambicioso que el padre de nuestra bandera. Duelen e impresionan estas casualidades.

Lo que quiero rescatar de Belgrano es su compromiso como patriota y su capacidad de soñar con una nación basada en la educación, en los valores y en la agricultura, rescato la frase: “la agricultura es la base de la civilización”. Pinté esa frase en el tractor, de la chacra en la que vivía en los años 90, en ocasión de una marcha para lograr la aprobación de la Ley 7720 que protegía el agua de riego, en la provincia de Mendoza, pero que hace un año fue abolida (sic).

Yo espero que los actos escolares, los actos en las plazas sigan mostrándonos héroes que son de carne y hueso, que soñaron con una patria inclusiva y que tuvieron valores que tanta falta nos hacen hoy. Héroes cuyas estatuas no tengamos que derrumbar y que nos ayuden a mirar más allá de nuestros tiempos en que tenemos que aprender vocabularios nuevos y realizar marchas para proteger a la producción y la industria.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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