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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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La amistad como paradigma

La amistad como paradigma

Por Waldemar Oscar von Hof (*) EL ARGENTINO


 

En los tiempos de colegio cantábamos una canción que insistía en la amistad, decía “Por la amistad entre los hombres, la nobleza y la fidelidad…”  soñábamos e imaginábamos un mundo entrelazado de un sentimiento de paz, pensando en un mañana y en un futuro a partir de la amistad.

 

Tuve buenos amigos de los que pude aprender. Estaba “Lito” el primer amigo en la infancia, lo admiraba porque vivía en el pueblo, mientras yo vivía en una chacra. Él tenía bicicleta y yo un monopatín. Siempre usaba un gorro distinto, yo tenía un viejo sombrero de paja. Era una amistad de charlas, caminatas y visitas mutuas, yo disfrutaba de su casa en el pueblo y él vivía feliz cuando podía venir a la chacra. Entre nosotros estas diferencias se superaron por esta amistad. Otro amigo fue Roberto el mejor alumno del curso en nuestro colegio primario. De él aprendí la perseverancia y mucho de tecnología, siempre tenía algún nuevo invento ya que su papá era el electricista del pueblo.

En este mes celebramos el día del amigo, más precisamente el 20, a partir de la propuesta de Enrique E. Febbraro que, celebrando la llegada del hombre a la luna, en 1969, envió al mundo mil postales. Una propuesta para celebrar la amistad, recordar a viejos y actuales amigos, pero también reflexionar sobre el significado de este valor.

En el habla popular tenemos dichos, “Más que un amigo, un hermano” o “Más que un padre, un amigo”, dicho de José Hernández cuando le hace decir a Martin Fierro a sus hijos:

“Un padre que da consejos

más que padre es un amigo…” 

A partir de esta amistad se toma la atribución de aconsejar:

“Al que es amigo, jamás

lo dejen en la estacada,

pero no le pidan nada

ni lo aguarden todo de el

siempre el amigo más fiel

es una conducta honrada”.

Dichos que ponen el valor de la amistad por sobre otros valores como el de la paternidad y el de la fraternidad. También conocemos dichos que tienen a la amistad como un beneficio, una oportunidad, donde nuestra viveza criolla trasluce, como cuando habla el Viejo Vizcacha:

“Hacete amigo del Juez,

no le des de que quejarse, 

y cuando quiera enojarse

vos te debes encoger,

pues siempre es güeno tener

palenque ande ir a rascarse”.

Jesús utilizó la imagen de la amistad para hablar de su relación con Dios y con sus discípulos. Los trata como a “amigos” (Evangelio San Juan capítulo 15) para diferenciar el trato que hay con un sirviente o una persona de la familia. Enfatiza en que ‘comparte con ellos todo el saber y el poder que le vino de Dios y que este Dios dará todo lo que pidan’, como lo hacen los verdaderos amigos.

Considerar, creer o soñar que el mundo se puede concebir a partir de la amistad. Pero ¿Qué es la amistad? ¿Cuándo puedo considerarme un amigo de verdad? o ¿Cómo puedo saber si un amigo o amiga lo es de verdad?

Aristóteles dice en Ética para Nicómaco que somos animales sociales y que la amistad es una forma satisfactoria de convivencia donde podemos aprender a recibir y a otorgar. Este filósofo considera que hay tres categorías y es un proceso o un camino hacia la verdadera amistad. En primer lugar, está la amistad interesada, la que busca, o espera algún beneficio, se da en la primera infancia, donde el niño pretende los juguetes. Suele prevalecer luego en adultos que no superan esta etapa. Luego está la amistad que busca el placer expresada sobre todo en la adolescencia y en la juventud. La superación de estas etapas lleva a la amistad perfecta con su rasgo de ideal y de solidez en el acompañamiento, que aprecia al otro tal cual es, superando toda utilidad y placer. 

Esta aceptación nos anima a mirar más allá de las fronteras de prejuicios que nos han inculcado desde la infancia. Mirar al otro a partir de lo que tiene, de su color de piel o a partir de mis propios valores. La amistad nos impulsa a descubrir al otro a partir de su ser, sus posibilidades, capacidades y potencialidades. Nos desafía a ver más allá de nuestros intereses y beneficios. Mirar al otro como un amigo nos abre la oportunidad de creer que una nueva relación y por qué no, una nueva manera de creer en una sociedad es posible. Nos abre la puerta a saludar y considerar al vecino como si fuera un amigo. Nos estimula a considerarnos amigo del barrio, sabiendo que así estamos cuidados y protegidos. La amistad es un paradigma que vale la pena rescatar soñando en una nueva sociedad posible.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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