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Diario El Argentinosábado 20 de abril de 2024
Policiales

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Preocupa a las autoridades el aceitado circuito del alquiler de armas en Paraná

Preocupa a las autoridades el aceitado circuito del alquiler de armas en Paraná

El alquiler de armas estaría detrás del rebrote de violencia en barrios de la capital entrerriana y explica la circulación por distintas manos.


 

La cuarentena, la crisis económica, la menor oferta de droga debido a los controles en las rutas del país, la mala calidad de la que se vende, la liberación de presos que están queriendo recuperar terreno perdido, son algunos de los factores que, según especialistas e investigadores, han agudizado conflictos latentes en distintos barrios de Paraná.

 

En los últimos meses (y más en las últimas semanas) se observa un incremento de los hechos de violencia y en ellos el uso de armas de fuego. Semanalmente se secuestran en la calle y en allanamientos decenas de armas; no obstante, la continuidad de las balaceras por todos lados, dan la impresión de que proliferan pistolas, revólveres y municiones en cada rincón. En rigor, según lo constatado por los científicos bajo el microscopio de Criminalística al analizar cada vaina servida, en muchos de los tiroteos y homicidios han sido utilizadas las mismas armas. Esto no es una gran novedad: lo que sorprende es que los protagonistas de esos hechos no están vinculados en bandas, familias o territorios, por lo que entienden que hay alguien que se dedica a prestar o alquilar esas mismas armas. Y el negocio le marcha bien.

Según los datos recabados en un informe periodístico elaborado por José Amado para el diario Uno de Paraná, en la capital provincial por semana hay entre 15 y 20 hechos de distinto tenor y por diferentes causas, como enfrentamientos barriales o violencia de género y familiar, en los cuales se utilizan armas de fuego. Asimismo, se van sacando armas de circulación frecuentemente. Por ejemplo, entre 2019 y lo que va de 2020, la Dirección Investigaciones secuestró 192 armas (un promedio de 10 mensuales), y 3.500 municiones en Paraná.

También la División 911 encuentra armamento en procedimientos callejeros y sobre todo los fines de semana se reportan armas incautadas, desde “tumberas” hasta 9 milímetros; llevan 33 armas secuestradas en 2020.

Asimismo, las comisarías de la Jefatura Departamental de Paraná, tanto en intervenciones en las recorridas de móviles ante situaciones delictivas, como en allanamientos por robos, amenazas o conflictos familiares y vecinales, secuestran armamento casi a diario. Por ejemplo, el fin de semana del 3 al 5 de julio incautaron ocho armas en distintas jurisdicciones.

En Concordia la situación también es complicada, aunque no como el año pasado. La zona Norte (jurisdicción de comisaría séptima) es la más caliente, con balaceras casi a diario. Por año, se secuestran entre 150 y 200 armas en ese Departamento. La situación ha mejorado desde que, en mayo, se desarticuló una organización dedicada, entre otros delitos, al alquiler de armas y venta de municiones.

 

Negocio

 

Al igual que las drogas, el comercio de armas y municiones es un negocio redondo. Es evidente que hay alguien (una persona, un grupo o una banda) que se dedica a alquilar o prestar a cambio de otras cosas, el armamento que se utiliza en balaceras y en diversos delitos. En Paraná esto se patentizó en la causa que llevó a prisión al ex perito balístico del Superior Tribunal de Justicia, Antonio Vitale, quien fue condenado junto a tres personas más por sacar armas del Depósito de Efectos Secuestrados de Tribunales y las alquilaba o vendía en el mercado negro, publicó el diario Uno.

En Concordia, la Policía y el fiscal Francisco Azcue investigaron y desbarataron hace dos meses, una banda con más de 20 integrantes que se dedicaba a asaltos, narcotráfico, protección de prostíbulos y también al comercio de armas. En esa causa se advirtió, sobre todo en las escuchas telefónicas, la naturalidad de quien pedía una pistola para ir a cometer un hecho. Podía pagar unos 1.000 pesos por usarla para un robo, y luego la devolvía. Asimismo, cuando alguien roba un arma tiene a quién vendérsela: la de menor calibre y peor calidad se paga a no menos de 6.000 pesos. En los procedimientos por aquella mega causa se secuestraron 25 armas, y se ha notado la disminución de la violencia: a esta altura del año pasado, Concordia llevaba 17 homicidios, y hasta hoy en 2020 se cuentan cinco.

En cuanto a las municiones, según se informó, son varios los puntos de ingreso al mercado ilegal. Por un lado, están aquellas personas que poseen autorización para la portación o tenencia de armas, están registradas y debidamente habilitadas, quienes compran balas en los comercios y luego las revenden a un precio mayor en el ambiente delictivo, que puede alcanzar los 50 ó 100 pesos cada bala. Por otro lado, se señaló que hay quienes traen tanto municiones como armas desde Paraguay, donde es muy fácil comprarlas sin mayores trabas. Quien se hace un viaje y trae algunas cajas de balas, hace una gran diferencia en la reventa.

Hace unos 20 días, en Concepción del Uruguay, la Prefectura Naval llevó adelante una investigación con el Juzgado Federal local, por la que detuvo a dos hombres acusados de venta ilegal de armas y municiones. En los allanamientos les secuestraron pistolas, revólveres, escopetas, una carabina con mira telescópica, réplicas de armas, un rifle de aire comprimido, municiones, vainas servidas y cartuchos anti tumulto.

 

La burbuja en que vive la Justicia

 

Varios de los consultados acerca de las causas del rebrote de violencia en Paraná en las últimas semanas han señalado que hay escasa oferta de droga, lo que acentúa las disputas entre distintos grupos en cada lugar y se resuelven los problemas a los tiros. Aparentemente el cierre de fronteras y los controles en rutas por el aislamiento social han complicado la llegada de cargamentos.

Además, se ha constatado la pésima calidad de lo que se vende como cocaína. Si habitualmente en muchos kioscos de droga la sustancia se comercializa muy “cortada”, en la situación actual esto se ha acentuado. Hace un par de semanas, en un allanamiento por un robo secuestraron un par de paquetes de lo que sería cocaína, pero el test químico arrojó que no tenía nada de ese estupefaciente.

En los últimos meses, ha llamado la atención que el área de la Policía que más incauta droga son las que integran la Dirección Investigaciones. En allanamientos por robos o hechos de violencia encuentran droga y desarticulan esos kioscos. Es decir, no se trata de causas por narcomenudeo. Por esto, muchos se preguntan por qué Toxicología no tiene el despliegue que se observó el año pasado. La respuesta, según varias fuentes consultadas, es que desde el Poder Judicial no autorizan los allanamientos solicitados por Toxicología, en el marco de determinadas investigaciones. No está claro si el problema es con la Fiscalía o con los jueces de Garantías. Sí es sabido que muchas veces se realizan allanamientos por otros motivos, pero la Policía encuentra drogas, y algunos funcionarios judiciales no se ponían muy contentos.

Si a esto se suman las salidas de presos que intentan recuperar sus territorios y las prisiones domiciliarias otorgadas a muchas personas involucradas en hechos gravísimos, que pocos cumplen porque encima no alcanzan las tobilleras electrónicas, los ánimos en la Policía hacia el Poder Judicial no son los mejores.

Encima, además de estas circunstancias, se están disponiendo casi mil policías para los controles en las calles de Paraná por la emergencia sanitaria, lo que debilita las comisarías y otras dependencias. Mientras, en Tribunales están de vacaciones. Una situación delicada por donde se la mire.


 

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