.
El comportamiento de nuestro pueblo es la única vacuna para frenar la circulación viral
El comportamiento ciudadano es la mejor arma para evitar futuras muertes en la ciudad.
La ciudad vive hoy uno de los peores momentos de su historia en materia sanitaria y económica, ni siquiera la epidemia de la poliomielitis en los años 50 y la Gripe A en 2009, generó tanta preocupación entre los médicos y autoridades políticas.
POR DIEGO ELGART
EL ARGENTINO
Ni siquiera las inundaciones de marzo de 1978 o la de abril del 2007, causó tanta desbastación en el sector comercial y turístico como el que estamos viviendo por estos días tras cuatro meses de pandemia y cuarentena.
Nuestro pueblo nunca tuvo tan amenazado como en octubre del 2003, cuando nos enteramos que en Fray Bentos se iban a instalar dos pasteras sobre la margen este del río Uruguay, amenazando, la vida, a nuestra industria turística y el ecosistema del Río Uruguay. Desde entonces siempre marchamos cada mes de abril, y nuestra lucha ambiental fue un activador de conciencia en otros puntos del país y América Latina.
En los años 90 nos convertimos en la primer ciudad de la provincia en adoptar el uso obligatorio del casos para circular en moto. Esta acción salvó muchas vidas, como también la constante educación vial y concientización en las escuelas primarias y secundarias.
Todo esto hemos logrado gracias a nuestro comportamiento cívico y hoy no somos conscientes de que el simple uso de un tapa boca puede salvar una vida, y el distanciamiento social en una cola de banco, o respetar las normas de un comercio sobre la cantidad de personas que pueden ingresar, puede hacer la diferencia a que a mediano o largo plazo culpase o no nuestro sistema de salud.
Familias enteras marcharon bajo la lluvia de abril al puente Internacional San Martín para reclamar por la biodiversidad del río Uruguay y no podemos respetar el distanciamiento social; podemos colocarnos un casco a la hora de circular en moto, y no podemos respetar las normas de convivencia de esta nueva normalidad utilizando un tapa boca cada vez que salimos a la calle.
Sabemos que nuestros deportistas deben salir a entrenar, pero deberían hacerlos solos y en lugares donde no hay circulación de personas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que hay cada vez más evidencia de que el coronavirus puede propagarse por pequeñas partículas suspendidas en el aire.
La transmisión aérea no se puede descartar en escenarios con multitudes o en lugares cerrados y poco ventilados.
Los casos en nuestra ciudad se dispararon y en parte se debe al relajamiento social y la indisciplina ante la nueva normalidad. Todavía no hemos tenido que lamentar una víctima, pero a este ritmo esa mala noticia será inevitable.
Desde hace una semana somos la segunda ciudad en la provincia con la mayor cantidad de casos después de Paraná. No sabemos cuánta gente está contagiada aún porque los testeos focalizados por barrio aún no han comenzado. Hasta ahora el único dato que tenemos es el que manifestó el viernes en conferencia de prensa el director del Hospital Martín Roberto Piaggio, que estamos en una media de contagios de 10 pacientes cada 10 mil habitantes.
A esta altura ya no podemos cerrar todo nuevamente y volver a un estado de invernación, porque no se le puede pedir más esfuerzo al cuentapropista, al comerciante o los trabajadores esenciales que todos los días se levanta a las 5 de la mañana para ir al Parque Industrial, con el objetivo de que nuestra industria siga en movimiento.
El Ejecutivo Municipal decidió prorrogar hasta el viernes 31 de julio inclusive la suspensión de actividades decretada hace 7 días, pero está disposición no servirá de nada si se siguen haciendo fiestas clandestinas, se sigue compartiendo el mate y si la gente sigue circulando por la calle sin tapa bocas.
La pandemia puso a nuestra civilización a prueba, necesitamos tirar todos para el mismo lado, dejemos las ideologías y los debates políticos electorales para después, hoy tenemos que salvar vidas y lo poco que queda de nuestra actividad industrial y comercial. El único antídoto que tenemos para el Covid-19 hasta que salga la vacuna, es nuestra disciplina y conducta cívica. Volvamos a marcar la diferencia como lo hicimos con nuestra lucha ambiental.