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Educación y Pandemia: Juntos en busca de nuevos caminos….

Educación y Pandemia: Juntos en busca de nuevos caminos….

He tenido la oportunidad de hablar con varios docentes que se desempeñan en distintas etapas educativas y de compartir y ver, al mismo tiempo, mamás y papás, con hijos en edades escolares, de Nivel Inicial, de Primaria, de Secundaria…  y me he encontrado así, con un gran


Por Gabriela M. Rey

(Colaboración)

 

número de seres humanos, cansados y angustiados, entregando información y más información a niños y adolescentes que viven un momento de confusión, que no entienden junto a adultos, que tampoco entienden cabalmente lo que está pasando.

Y esto, en un sistema que pareciera no permitir parar, como una carrera cuya meta es enfocarse en lo cognitivo, en la transmisión y acumulación de datos, de manera online (sin olvidarnos que no todos tienen internet, que no todos tiene la misma calidad de internet, que hay hogares con tecnología acotada y poco espacio o ninguno para estar tranquilos y dispuestos) entregando guías, cuestionarios, trabajos, etc. Causando un alto nivel de stress, colapsando los vínculos de muchas formas, en las familias y los docentes.

Y el alumno, protagonista de este proceso sintiendo un sinfín de vaya saber que, porque creo no se les ha preguntado todavía que siente o que necesita, exigido a cumplir, de la manera que sea, con las tareas y el estudio.

Es que me pregunto… Como la educación, frente a una pandemia que irrumpe en la vida de cada ser vivo del planeta y que además, es intrínsecamente educativa en si misma, porque, creo que es innegable, que nos viene enseñar algo, que está en nosotros decidir aprender o no, como esta Educación formal, queda descontextualizada, casi de manera caprichosa, casi negando la realidad que acontece.

Una educación descontextualizada de lo que ocurre en el día a día, en el alma de las personas. Padres desempleados, padres trabajando en sus casas, también con los dispositivos tecnológicos e Internet, padres que siguieron saliendo a trabajar sintiéndose expuestos y vulnerables. Docentes presionados, con aciertos y desaciertos,  usando herramientas poco exploradas en el dar clases tradicional como el hacer videos y hablarle a una cámara, expuestos más que nunca a críticas, en ocasiones,  despiadadas acerca de su desempeño y todo esto ocurriendo, en un marco de noticias donde repiten, una y otra vez, las características del Covid, las lamentables vidas que se lleva, las grandes secuelas económicas y sociales que quedaran, creando, sin duda, un ambiente emocional, en donde predomina, el miedo, la incertidumbre, la tristeza, la angustia…  

Es innegable, que el mundo entro en pausa, una pausa forzada, pero pausa al fin, que el virus obligo a quedarnos en casa y la pregunta que aparece ante esto, es ver si no se refiere especialmente a la casa interior, al alma, donde habita el Ser, la esencia.

Ya sea, para repensarnos, para reencontrarnos, para comenzar de nuevo… o lo que a cada uno le vino a decir, y en esto, quizás la educación no paro… y tal vez, sea hora de que pueda hacerlo… donde el niños se pongan a pensar y a sentir, en un espacio para hablar de lo que sucede, para hablar de lo que “les sucede con esto que sucede”, que lean libros diferentes, que vean películas y documentales que los lleve a mundos distintos, maneras reales de vivir con valores,  a desear otros deseos, a imaginar, a explorar nuevas formas de aprender, nuevas formas de comunicar, a aprender sobre emociones, aprender a  gestionar estas emociones, fundamentales para la vida humada,  conocer formas nuevas de alimentarse y de cuidarse, a comenzar a emprender, a cultivar en  macetas… y tantas cosas más.

Claro que es importante lo cognitivo, no caben dudas, pero habrá tiempo para ello. El mundo está en pausa, la educación también. Tal vez,  los docentes puedan buscar en sí mismos el propósito de enseñar, el para que ejercen su profesión, encontrase con su vocación, re significarla, crear otras formas de entregar lo que saben, de expresar también su sentir. De padres, que den el paso a compartir el proceso, ya no desde la exigencia y la imposición, sino  desde el aprender en familia a hablar, a mirarse, a expresar sentimientos, a aceptar que están preocupados e inseguros y charlarlo con franqueza, a buscar nuevos sentidos, a traer juntos la alegría de la superación, de sentir que juntos es mejor…

Lo dicho, no representa a la totalidad de las personas,  aunque  representa a un número importante que necesita ser tenido en cuenta.

Quizás se puedan crear espacios desde las instituciones para generar el camino de una transformación profunda, que junto al aporte de los padres, primeros educadores, se puedan hacer pedidos, hacer propuestas, buscar maneras, opciones, ya no desde el enfrentamiento sino más bien, desde el aprender unidos sobre algo que no tiene una sola respuesta ni solución pero que sin duda saldrán alternativas superadoras en todo sentido.

Es solo una acotada mirada para animarnos a hablar, a observar, a sentir y abrir posibilidades que nos lleven a transitar este momento dando cada uno lo mejor de si mismo.

 

(*) La autora de este artículo es docente dedicada hace tiempo a diferentes disciplinas de Autoconocimiento y  Desarrollo Personal. Estudiante avanzada en la Carrera de Coaching Ontológico Profesional en ECOA (Escuela Coaching Ontológico Americano).

 

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