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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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La memoria compartida se cuenta con el corazón: “Empatía y calidad humana”

La memoria compartida se cuenta con  el corazón: “Empatía y calidad humana”

¡Una gran familia! Diez hermanos de todas las edades. Carlos Roberto era muy delgadito y siempre tenía algún padecimiento.


Por Amalia Doello Verme (*)

EL ARGENTINO

 

A los ocho años (1959) le diagnostican que tenía cálculos en un riñón y que debían someterlo a una cirugía de complejidad para extirparle el riñón.

¡Qué gran complicación!

1º La salud del niño

2º Escasos recursos de la familia

3º la creciente del Paraná, cortaba la ruta impidiendo llegar a Buenos Aires por tierra.

Pasaba el tiempo, el pequeño comenzó a orinar con sangre, la situación empeoraba.

Mi padre había compartido su preocupación con sus compañeros de trabajo/sección camaritas del Frigorífico Gualeguaychú y la fabulosa “acción social” se había hecho eco de la situación.

Una madrugada de un día lunes, al llegar a su sección el capataz le dice que tiene que subir a presidencia. Los nervios lo invadieron, pensaba mil cosas. Rara vez o casi nunca llamaban a alguien al directorio. Con el corazón en la boca (según sus propias palabras) fue al encuentro, de quienes no sabía de qué iban a hablar.

Después de un cordial saludo el director Sr. Troisse le preguntó:

-¿Qué le anda pasando Doello? Me han contado que tiene uno de sus hijos enfermo. Cuéntenos, siéntese.

Asombrado y con angustia les relató lo de la salud del nene.

-Le tenemos la solución; hemos pensado y si usted se anima los vamos a llevar en el Troisse I (Barco de transporte de carnes del Frigorífico Gualeguaychú), harán trasbordo a un buque de ultramar para llegar al puerto de Buenos Aires. Vaya a su casa, hable con su señora y con el chico. Pase por contaduría para que le liquiden cuatro o cinco quincenas; salen en el embarque del jueves.

Pasado el mediodía llegó mi papa, se sentó, llamó a mi madre, sentó en sus rodillas a mi hermano y todos los rodeamos para escuchar.

Contó con detalle lo del viaje en barco, pero hizo hincapié en la noble actitud de los “patrones” y la gratitud que sentía.

Ropitas nuevas en una valija y toda la emoción de un viaje jamás imaginado.

De grande, supimos que mi papá estaba aterrado porque ni siquiera le gustaba la pesca, le tenía miedo al agua.

Día jueves, despedida, se fueron. El bebé reclamaba la teta y mi madre lo atendía entre sollozos.

Después que los jornaleros de la sección embarque finalizaron, las tareas con la carga, es que hicieron subir a estos nerviosos pasajeros y los llevaron a un camarote y les dieron recomendaciones.

 

Zozobras en el viaje

 

Después de 20 días, regresó mi padre por tierra, mi hermano ya operado, quedó al cuidado de nuestros primos.

Al relato de la internación, cirugía y recuperación de nuestro hermanito siguió con la descripción del viaje en barco.

El tramo Gualeguaychú – Paraná Las Palmas, fue duro por ser la primera vez que navegaban, pero al menos todos hablaban español. Al llegar al punto de encuentro, allí los esperaba el “Paraguay STAR” un buque de bandera belga.

Para el trasbordo y por la diferencia de altura se utilizó una escalera hecha con cabos anudados fuertemente, pero mi papá no se animaba a hacer la travesía y mucho menos que su hijo débil, angustiado y aterrado caería a las aguas.

Un marinero alzó al niño y comenzó a escalar y otro ayudaba al padre a subir.

Nunca había sentido tanto miedo decía mi padre.

Una vez arriba los llevaron a un camarote. Nadie hablaba español.

A poco de iniciar la navegación, comenzaron a sentir corridas y voces alteradas. El ruido de los motores era cada vez peor, el buque se había detenido.

Despertaron al gringo conocedor y el único capaz de saber qué pasaba.

Pasado cierto tiempo todo volvió a la calma tras descubrir que el problema lo originaba el ancla que se había soltado impidiendo que el buque avanzara. El viaje continuó hasta el puerto de Buenos Aires.

Allí los esperaban nuestros primos, quienes los llevaron directamente al hospital Rawson, donde nuestro hermanito quedó internado.

 

 (*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.

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