Cincuenta años de abogado, los mismos con idéntica vocación

Pero este año no habrá ceremonia en la que los profesionales que cumplen 50 años, reciben una medalla de  oro, los que cumplen 25, una de plata y  los noveles un recordatorio, sino que el festejo deberá hacerse  distanciamiento mediante.

 En la charla con EL ARGENTINO Jorge Alfredo Simón, “el Negro”, como todos le dicen,  dijo “me parece mentira, porque uno no se da cuenta que pasan los años”.

“Hoy temprano pensaba que he tenido la suerte de hacer la profesión intensamente, de haber tenido muy buen trabajo siempre, por eso hoy sigo trabajando más o menos con la misma intensidad, a pesar de mis años, 76”.

Aquí vale decir que comenzó con su padre  y hoy comparte el estudio jurídico con su hermano Enrique y su hija María Marta.

“Sigo trabajando, viniendo de mañana y tarde al estudio y también los sábados por la mañana”, continuó, aprovechando  “para recordar principalmente  a mi padre, de quien seguramente tomé la idea de ser abogado y a todos los colegas con los que me tocó compartir la profesión. Muchos de ellos, que me enseñaron mucho, ya no están. También aprendo de los jóvenes, porque el Derecho, como toda ciencia, va adecuándose a los hechos. Las leyes -adoctrinó- vienen cuando los hechos las imponen”.

Sin esperar la pregunta que adivinó, Simón recordó “cuando vine a Gualeguaychú a trabajar, el matrimonio igualitario era ciencia ficción, los Derechos Humanos existían pero no institucionalmente, no había  Defensa del Consumidor, en fin,   muchas instituciones que hay hoy y que han cambiado al Derecho. Incluso, muchas de ellas están codificadas”

“Cuando empecé no sé si había treinta abogados en la ciudad. Nos conocíamos todos. La vida en los Tribunales (hoy afectada por la pandemia) no era lo que fue después, con 450 abogados en la ciudad. En aquel entonces, para sacar en préstamo un expediente de un Juzgado no había que firmar un recibo. Eran otras épocas, además, la Cámara  Civil y la  Penal estaban en Concepción del Uruguay y  la Laboral en Concordia. Había que viajar por ripio y hacerlo en los autos de aquel entonces…”

Pero no sólo los caminos y autos cambiaron en todo este tiempo, porque entre otros recuerdos, Jorge Simón destacó “como un gran servicio para la profesión” a la fotocopiadora.

“Antes debíamos usar un carbónico y para borrar, había que intercalar un papel. La fotocopiadora fue un adelanto extraordinario que después los Juzgados tuvieron que prohibirlas porque la tinta se desvanecía”.

Apasionado  de su vocación, no dudó al afirmar “creo que siempre  supe que quería ser abogado . Y me emociona decirlo: tengo un cliente hace cincuenta años. Es el Colegio Médico de Gualeguaychú. Apenas recibido fui contratado y hasta el día de hoy me mantengo como abogado de la entidad. Esto lo valoro enormemente”

Como es de suponer, Jorge Simón recibió ayer innumerables saludos de colegas, jueces y amigos, los que agradeció profundamente.

Y para el final, dejó su deseo “de lo mejor a los nóveles abogados, saludar y felicitar a los que ya afianzados, cumplen 25 años y de manera especial a María Amelia Angerosa, que cumple 50 años de abogada junto conmigo”.