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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
Opinión

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A usted que viene de afuera… pensamientos en relación a las carrozas estudiantiles

A usted que viene de afuera… pensamientos en relación a las carrozas estudiantiles

Por Waldemar Oscar von Hof (*) EL ARGENTINO


Apenas llegado a Gualeguaychú me preguntaron:

-Usted que viene de afuera… ¿Qué le parece lo de las carrozas estudiantiles? Esta pregunta dio pie a una larga charla sobre la vida estudiantil, juvenil y social de esta ciudad.

En estos días recibimos la noticia que en este año no se realizarían las carrozas. La pandemia, la cuarentena y este Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) nos quitó el placer de disfrutar de las carrozas a quienes asistimos como público. Pero también quita la oportunidad a los jóvenes a vivir unos días de compromiso, libertad y creatividad. Aunque la propuesta alternativa de una presentación en maquetas y a nivel virtual no deja de ser un aliciente

No tuve muchas oportunidades de participar de un evento de esta estirpe. En el año 1972 estando aún en la primaria, al acompañar a mis hermanas mayores, presencié e hice de pasamano a los mayores que estaban imbuidos en la tarea de realizar gigantes muñecos e histriónicas estructuras que competían en el desfile de la primavera en mi pueblo natal. El secundario me encontró siendo alumno internado de los salesianos, la semana de primavera consistía en un campeonato de futbol y un día de picnic junto al arroyo que fluía mansamente desde las sierras misioneras hacia el Paraná.

La fiesta de la construcción y el desfile de carros alegóricos tienen una historia de 67 como Fiesta Nacional. Cuenta con el aval y el apoyo del Municipio mediante la Dirección de Cultura y la de Turismo y desde el ámbito privado con la Asociación de Hoteleros y Afines y la Comisión del Carnaval. La coordinación la realiza la Comisión Central de Carrozas Estudiantiles y cuenta con el visto bueno de la Dirección Departamental de Escuelas, participando doce escuelas de la ciudad y de Pueblo Belgrano.

Los chicos asumen con fervor y pasión cada uno de los pasos de este evento. La gestación y la realización de la idea generan discusiones y no pocas desavenencias en los chicos, pero es una posibilidad de integrarse y de aprender a trabajar en equipo. Es oportunidad de ejercitar el dialogo, el respeto por las ideas ajenas y la búsqueda de consenso para cristalizar el sueño.

El hecho de conseguir los materiales pone en evidencia la capacidad de relacionarse de los chicos. Aprenden a superar su timidez cuando van a pedir la colaboración de un poco de alambre o de pintura. La gestión de recursos para no es un paso menor, las empresas, a veces con mano suelta otras a regañadientes, colaboran y aportan para que los chicos puedan concretizar el proyecto gestado y puedan alimentar su cuerpo con abundante comida y bebida, esencial cuando hay trabajo y encuentro.

El aprender a manejar los tiempos lleva a la madurez. Está el tiempo que se le quita al sueño y al descanso. El tiempo que se le quita a las aulas, siendo en este aspecto admirable el comportamiento de algunos, que del galpón pasan a las aulas y de las aulas al galpón, sin cejar ni ceder a la presión de profesores que siempre viven al filo de tener que cerrar notas en el último trimestre. Es en este tiempo donde se definen vocaciones, pasiones e incluso profesiones. Donde se descubren capacidades de relacionarse y se deciden carreras y profesiones porque las cualidades y los dones se ponen de manifiesto en el trabajo y en el accionar. Un joven en su testimonio da cuenta que después de las carrozas supo que tenía que ser arquitecto. Es emocionante saber que algo tan esencial en la vida se define en tan pocos días. Y hablando de tiempo está la presión de los plazos y la gestión de la concretización del proyecto. Todo comienza muy relajadamente pero al acercarse la fecha del desfile, donde la agenda va marcando la disminución de los días, las horas e incluso los minutos, las actividades y las tareas se vuelven una carrera a contra reloj.

El acatar las reglas, las consignas y lo estipulado por la comisión organizadora es todo un tema en sí. Medidas, temáticas y disposiciones que deben ser respetadas, llevan a un aprendizaje de convivencia dentro de una sociedad que tiene pautas a las que hay que ajustarse y estar dispuestos a acatar.

Ciertos valores, tan caros a la sociedad se ponen de manifiesto en el transcurso de este evento y hablo de la amistad, que se da y se ahonda al compartir trabajo y horas de proyectos. La solidaridad, que comienza cuando se comparte el mate, un pedazo de alambre e incluso un generador eléctrico que es esencial para el funcionamiento del carro. El respeto a las opiniones diferentes, que aportan ideas son integradas. El compromiso para con el otro, no hay opciones entre asistir o no asistir, se asume que hay que cumplir. Se aprende el cuidado al otro, que no es un aprendizaje menor en este tiempo de pandemia. Cuidado que ayuda a realizar la propuesta de Jesucristo, que es una de las bases del cristianismo y tan cara a la sobrevivencia del ser humano. Yo auguro y deseo que el hecho de suspender este evento tan caro a la vida estudiantil y de la ciudad sea pasajero. Necesitamos seguir aprendiendo a cuidarnos y a cuidar al otro.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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