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Opinión

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La memoria compartida se cuenta con el corazón: “Me lo contó mi hermano”

La memoria compartida se cuenta con el corazón: “Me lo contó mi hermano”

   


Por Amalia Doello Verme (*)

EL ARGENTINO

 

Tarde lluviosa, de esas que piensas que no va a venir nadie a visitarte, pero no; apareció mi hermano Héctor y fue una tarde perfecta.

Reímos a carcajadas al rememorar nuestra juventud.

Les comparto un recuerdo entre dramático y humorístico.

Año 1974, los carniceros faenaban en el matadero, aledaño al frigorífico Gualeguaychú, por lo que traían para encerrar la novillada; los empleados de a caballo procedían a llevar los animales a los corrales.

Héctor y Andrés trabajaban para un carnicero que arrendaba una chacra donde hoy están las piletas de la laguna sanitaria.

Una tarde donde todo parecía responder a la rutina; un novillo viro la marcha y encaro para el centro.

Momentos de mucho dramatismo, el animal avanzo por calle Italia y se detuvo en la esquina de 3 de Caballería. Héctor que lo venía siguiendo y pensando que lo podía enlazar, se bajó del caballo, pero cuando el novillo lo vio y le trajo la carga; no era momento para arriesgar la vida por lo que se tiró de panza bajo el camión de Beto Velázquez que por fortuna estaba estacionado allí.

El animal daba resoplidos y giraba en torno del camión, hasta que decidió continuar por Italia, oportunidad que aprovecho el tropero para volver a montar.

Hora del mate en la vereda, de bizcochuelo de vainilla, del de naranja que hizo la vecina de enfrente y se cruza a compartir, la abuela que le da miguitas al bebe que está en el cochecito.

De pronto los gritos de varios troperos que se sumaron a la persecución, la madre valerosamente toma al bebe y todas logran ponerse a salvo.

El animal arremetió y destrozo las sillas y el cochecito.

Media cuadra más adelante venia una joven que se paralizo y se estampillo contra la pared y a la cual el furioso animal ignoro. Siempre por calle Italia y en un terreno baldío, se detuvo y arremetió en un cañaveral, donde finalizo este raid de furia, varios troperos lo trajeron al corral.

Después de tan cansadora jornada era justo tomarse un descanso. Un buen mate amargo pasaba de mano en mano entre los muchachos que habían formado una rueda, por momentos la conversación cambiaba el tono, pensando en lo que pudo haber pasado, daban gracias a Dios que protegió de la furia del animal, a las vecinas, al bebe y a la chica.

Pero Héctor fue objeto de múltiples cargadas por el “panzazo” que se dio bajo el camión.

Las carcajadas poblaron la tarde.

 

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.

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