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Diario El Argentinojueves 18 de abril de 2024
Opinión

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La memoria compartida se cuenta con el corazón: “Historias de trenes y circos”

La memoria compartida se cuenta con el corazón: “Historias de trenes y circos”

       


Por Amalia Doello Verme (*)

EL ARGENTINO

 

¡Viene un circo!¡Viene un circo! Gritaban los chicos y grandes cuando paraba el tren de carga trayendo jaulones multicolores y en su interior monos; tigres de bengala, jirafas; elefantes y leones.

En otros vagones caños y más caños, que eran la estructura de la gigantesca carpa, que sería armada en el predio frente a Prefectura.

Mientras se armaba el circo, los animales permanecerían en la estación dos o tres días, tiempo que tenía el vecindario para ir a conocerlos. Allí había unos hombres que los cuidaban y recomendaban a las personas no acercarse demasiado a los jaulones; aunque con los rugidos de los tigres y leones no se necesitaba advertencia…

Las emociones divididas... estaban los más entusiasmados que se quedaban horas en el predio, observando y disfrutando de los temerarios animales; y por otro lado los que ni se animaban a pasar por allí por temor a que se escapara algún “bicho”.

¡La magia del circo! La enorme carpa a rayas multicolor, las miles de luces y ni que decir de los artistas presentados con una música maravillosa. Todo esto nos envolvía y nos proporcionaba una noche que jamás olvidaríamos.

Luego de unos años entendimos el lado crudo del circo, cuando un grupo de personas comenzó a organizarse en instituciones y realizaron diferentes campañas de concientización logrando que se promulguen leyes en defensa de los animales que fueron sacados de sus hábitats para someterlos a una vida miserable.

Volviendo a mi recuerdo… el vecindario alborotado…

¿Ya fueron ustedes a ver los animales?

 ¡Apúrense! ¡Porque se están llevando las jaulas! ¡No lleven pan, no se les puede dar de comer!

¡A mí me dieron una entrada, pero tengo que ir con un mayor!

Todo esto se trasladaba al aula; las señoritas usaban como recurso “El circo”. Una plancha con muchas preguntas que debíamos responder, luego ilustrar y como tarea para el hogar composición: “Cuando llega el circo”. Y por varios días trabajábamos el fascinante tema.

Pero esto no es todo, si algo le faltaba a mi evocación fue lo que hizo mi tío Nero… una madrugada en la que iba para su trabajo al Frigorífico, se le ocurrió pasar por la estación, aprovechando el silencio y la penumbra se acercó a la jaula de los leones, que aun dormían plácidamente.

¡La cola de un león pendía por entre los barrotes y se dejó tentar…estaba tan cerca! ¡Tocar un león! ¿Qué le dirían sus compañeros de cámara? ¡Y se envalentonó!

Tomó la cola, acaricio el penacho y un rugido estremecedor lo paralizó, el animal dio un medio giro y logro dar un zarpazo golpeándole el brazo. ¡Se armó tal confusión!

Los monos chillaban a mas no poder, las jirafas se pararon y con su elegancia daban la alerta, la pareja de elefantes barritaban y los muchachos encargados gritaban: ¡suéltele la cola!

Si soltaba la cola, el animal giraría y le daría otro zarpazo…

El sereno, palo mediante, logro que Nero soltara la cola y saliera corriendo. El muchacho lo siguió vociferando toda clase de insultos, pero por suerte no lo alcanzó.

Nero llegó al Frigorífico agotado y cuando le preguntaron qué le pasaba respondió: fue un encuentro cuerpo a cuerpo con un león…

Alguien le dijo: anda a acostarte otro rato y seguí soñando…

Nero se miró la camisa rota y el brazo lastimado y no podía creer como había salido ileso…aun le temblaban las patas.

 

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.

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