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Diálogo con el juez Federal, Hernán Viri: “Gualeguaychú es el lugar que elegimos con mi esposa para que vivan nuestras hijas”

Diálogo con el juez Federal, Hernán Viri: “Gualeguaychú es el lugar que elegimos con  mi esposa para que vivan nuestras hijas”

Hernán Viri nació en Capital Federal el 20 de abril de 1974. El viernes 6 de diciembre del año pasado, prestó juramento como juez Federal de Gualeguaychú, luego que se creara ese Juzgado por la Ley Nº 26.964,


Por Nahuel Maciel

EL ARGENTINO

 

con alcance como jurisdicción territorial en los Departamentos Gualeguaychú e Islas del Ibicuy, y cuya competencia abarca todos los fueros, excepto el Electoral; esto es Civil, Comercial, Laboral, de Previsión Social, Contencioso Administrativo y Penal.

Viri es desde entonces el primer juez Federal de Gualeguaychú. Como se apuntó en diciembre del año pasado: “ese sólo antecedente ya lo ubica en el portal de la historia del Poder Judicial de la jurisdicción”.

Egresado el 27 de agosto de 1998 de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), es autor de diversos trabajos académicos, entre los que se destacan “El derecho penal frente a la sociedad postindustrial” (El objeto de protección y la pena en el derecho penal económico); “Prisión domiciliaria” (su naturaleza y las reformas introducidas por la Ley 26.672); entre otras obras.

Como antecedente en la Justicia, su expediente indica que tuvo una extensa actividad en distintos cargos y roles en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 3 y en el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 2 de San Isidro.

Además, su formación fue enriquecida con el entrenamiento en el uso de los protocolos para incorporar la perspectiva de género en la Justicia; herramientas para la gestión eficiente de los Tribunales de Justicia en casos ambientales; capacitación vinculada a la trata de personas con finalidad de explotación sexual; también hizo cursos sobre precursores químicos y drogas de diseño; y un Posgrado en Derecho Penal, entre otras temáticas.

Es la primera vez que Viri recibió formalmente a EL ARGENTINO. En rigor, la entrevista estaba pautada para fines de diciembre del año pasado; pero la organización del Juzgado, la inminencia de las fiestas de fin de año y la cercanía de la feria judicial de enero aconsejaron dilatar el encuentro para marzo.

En ese marco, cuando se estaba pautando el encuentro, surgió la pandemia por el coronavirus que cambió el rumbo de lo planificado en todo aspecto de la vida en sociedad. La característica de aislamiento y la de distanciamiento fueron postergando el diálogo, aunque se mantuvo por otras vías habilitadas por la tecnología cuando las decisiones del Juzgado así lo ameritaban en el acceso a la información.

Finalmente, el jueves pasado se produjo el encuentro presencial en el despacho del juez, en horas de la tarde (cuando el impacto de circulación de personas es el mínimo) y con los recaudos preventivos por la pandemia: sólo se quitó a pedido de EL ARGENTINO el protector de nariz y boca para lograr la imagen que acompaña este artículo.

En el diálogo siguiente se comparte la mirada general del primer juez Federal de la jurisdicción y por qué eligió a Gualeguaychú para que crezcan sus hijas.

 

- ¿Cuándo se dio cuenta de su vocación por el Derecho y por la Justicia después?

-Son casi concomitantes. Fue en mi época de escuela secundaria. Comencé el Nivel Medio en una escuela técnica, industrial, porque mis padres eran del concepto que además de terminar esa etapa siempre vendría bien aprender algún oficio y de esa forma acceder a una salida laboral. Era propio de su pensamiento previsor. No obstante, a poco de transitar el segundo año del industrial, me di cuenta que ese no iba a ser mi camino. Recuerdo que me sentía un poco torpe en el taller de carpintería o de electricidad, para citar un ejemplo. No me sentía habilidoso. Por el contrario, me sentía más cómodo en el campo de la humanística. Me gustaba la lectura, la filosofía, las ciencias políticas, la historia. Entonces, mis padres me acompañaron e hice el pase a una secundaria bachiller. Y fue esa modalidad la que me llevó al Derecho. Siempre tuve muy claro e incluso lo reafirmé cuando comencé la universidad, que tenía esta vocación de servicio de Justicia. Siempre me pensé siguiendo la carrera judicial y nunca me interesó ejercer la profesión de manera liberal ni tampoco incursionar en otros campos que tal vez el Derecho habilita como pocas ciencias. Y a poco de comenzar la Facultad de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, ingresé al Poder Judicial.

 

- ¿Cómo fue ese paso?

-Ingreso como meritorio, una figura que creo hoy ya no existe. Y desde entonces transité cada uno de los cargos en el escalafón sin saltearme ninguno y así llegué a mi actual cargo por concurso de juez de Primera Instancia.

 

-Nos puede referenciar en las coordenadas del tiempo.

-Poe supuesto. En 1991 finalicé la secundaria. En 1992 hice el CBC, al año siguiente ingresé a la Facultad y en 1997 me recibí de abogado. Transite ese tiempo dando algunas materias libres.

 

-Desde hace muchos años se tiene la ciudadanía tiene una percepción muy negativa de la Justicia en términos de generales. ¿Cómo observa esa situación?

-Consciente que es una crítica que tiene sus razones y como hombre de la Justicia lo vivo con cierta tristeza. Hay algo que me parece muy importante y siempre lo destaco: comprendo las razones de esa tensión o disociación que existe entre la sociedad y la Justicia. Es la misma percepción que persiste entre la sociedad y el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, o con las Fuerzas de Seguridad y tal vez otras instituciones.

 

-Sin ir más lejos, el periodismo mismo. Antes sus padres le podrían decir “no discutas más, lo dice el diario”. Hoy, nuestros hijos nos alertan que, si recibimos determinada información por los medios de comunicación, deberíamos desconfiar.

-Por eso creo que desde hace un tiempo vivimos en una profunda crisis generalizada. Y más allá de la Justicia, me duele como país; me duele por mis hijos, mis nietos. Y me duele porque estoy convencido que tenemos un país con todas las condiciones para estar bien. Y percibo que detrás de cada crisis, arrancamos por un escalón más abajo. Y sin justificar, es un contexto del que no escapa la Justicia. Y es una situación que me duele, porque amo a la Justicia y la entiendo que es un lugar desde donde se brinda un servicio a los ciudadanos. Por eso estamos a su servicio.

 

-Así lo transmitió cuando asumió y sostuvo que no había que perder la humanidad que tiene cada uno de los expedientes.

-Eso es algo que lo siento desde mis inicios en la carrera judicial. Recuerdo que cuando era “pinche” tomé una declaración indagatoria y cuando hice pasar a esa persona, me manifestó que hacía tres noches que no podía dormir por el acto procesal que íbamos a realizar. Para alguien que trabaja en Tribunales, una declaración indagatoria puede ser un acto más de los muchos que cotidianamente realiza. Pero, con esa suerte de “confesión” tomé real dimensión que cada acto que hacemos, por más rutinario que nos parezca, puede tener en el otro una instancia de trascendencia. Y mucho más cuando comprendemos que no se trata de una persona solamente individual, sino conformada por una familia o un núcleo afectivo que también incluye su vida social, los amigos. Por eso desde que conduzco equipos de trabajo, siempre les hago hincapié que no tenemos que perder la humanidad que existe detrás de cada expediente. Tenemos que comprender que un expediente es mucho más que papeles: son sueños, angustias, incertidumbres, esperanzas y nunca debemos perder de vista esa dimensión. Toda persona que adopta decisiones que van a afectar a otros, especialmente desde lo público, tiene que ser consciente de esas consecuencias. Por eso siempre me recuerdo que no debemos perder nunca esa humanidad y si alguna vez no lo sentimos de esa manera, entonces habrá llegado el momento de dedicarse a otra cosa.

 

-Los sistemas judiciales entre la órbita provincial y federal no son lo mismo. Por un lado, en la provincia se experimenta un elogioso cambio de paradigma con la oralidad; y eso no está en todas las instancias en lo Federal. Además, si bien usted es juez; no tiene el rol de sentenciar. Y si bien tiene un fiscal, a diferencia de la Justicia provincial, usted tiene el doble rol de impulsar la acusación y simultáneamente garantizar los derechos a quien está persiguiendo judicialmente.

-Así es. En el sistema federal el proceso penal está dividido en dos partes. La primera que es la de Instrucción y se desarrolla en los Juzgados como éste. En esta instancia el juez tiene que investigar, a diferencia de la provincia que lo hace exclusivamente el Ministerio Público Fiscal. Y el fin de la Instrucción que articulamos es la de corroborar que se den los presupuestos que esa instancia exige para señalar una hipótesis delictiva determinada. De acuerdo a la valoración de toda la prueba reunida y si se estima que hay posibilidades que se haya cometido un delito, se convoca a la persona identificada con esa acción para que preste declaración indagatoria. Allí, el imputado podrá explicar su situación e incluso sugerir las medidas de pruebas que considere necesario. Finalizado ese acto, el juez tiene diez días para resolver la situación y solamente se puede adoptar uno de estos tres temperamentos: el procesamiento, la falta de mérito o el sobreseimiento. Si se adopta el sobreseimiento, queda terminada la causa. La falta de mérito implica que el juez tiene una duda o no puede arribar a una convicción de certeza y la investigación continuará hasta que se despeje esa duda. Y si se lo procesa, debemos entender que es un acto jurídico por el cual el juez sostiene (un acto racional y lógico, apoyado en las pruebas, en la ley, en la doctrina y en la jurisprudencia) que esa persona participó en un determinado delito.

 

- ¿Qué pasa cuando esa decisión queda firme?

-Cuando se da la situación que quedó firme, el juez de Instrucción le corre vista al fiscal para éste pida la elevación a juicio. Quiero aclarar que todo este proceso que acabo de detallar es por escrito. Cuando el fiscal pide la elevación a juicio, se le corre vista a la defensa para que plantee sus consideraciones y recién ahí el fiscal me pide la elevación a juicio. Y así finaliza esta primera etapa que es de Instrucción.

 

-En caso de elevación a juicio, ¿ese expediente quién lo toma?

-En nuestro caso hay un solo Tribunal Oral Federal que está en Concepción del Uruguay. En ese Tribunal Oral se recepcionan las causas de nuestro Juzgado y el de Concepción del Uruguay. Y aquí se desarrolla la segunda etapa que le había marcado y que es un proceso oral muy similar al que se desarrolla en la justicia provincial.

 

-La falta de confianza impide una mejor construcción de comunidad. Para cualquier relación humana se requiere como condición básica la confianza. Y eso implica un proceso de conocimiento recíproco. Usted hace pocos meses que está en la jurisdicción, cómo lleva ese proceso de construir confianza con las instituciones que diariamente tiene que dialogar e interactuar e incluso compartir determinadas investigaciones. Dicho todo esto porque no se trata solamente de impartir órdenes.

-Por eso estoy convencido que la legitimación es obtiene con la confianza. Que una autoridad se encuentre legitimada, más allá de las leyes y la Constitución. Una de mis primeras acciones instituciones cuando asumí el cargo fue el de reunirme con cada uno de los jefes o responsables de cada Fuerza de Seguridad. Y a todos ellos les transmití una serie de valores que para mí son innegociables por su importancia: la confianza, la honestidad, la lealtad intelectual. Y ese es mi primer suministro para emprender una tarea.

 

-Por razones más naturales el Juzgado Federal suele interactuar de manera más cotidiana con las Fuerzas de Seguridad Federal, en este caso Gendarmería Nacional, Prefectura Naval o la Policía Federal. No obstante, en su juzgado se desarrollaron hace pocas semanas un operativo contra el narcotráfico con la Policía de Entre Ríos.

-Así es. Y eso es fruto de la confianza de la que hablamos. Fue una investigación muy importante. Asumí como juez en diciembre de 2019 y en marzo se inició esta investigación con la Policía de Entre Ríos y recién meses después, sin filtración alguna, pudimos avanzar de manera significativa. Confíe no sólo en los aspectos profesionales, donde se hizo un trabajo técnico realmente muy importante, aunque es noticia su resultado final. Pero durante meses se desarrolló ese estado de sospecha sin fisuras y con mucho profesionalismo y vocación de servicio y así se pudo desbaratar esta banda que gozaba de una organización y logística muy importante. Por eso no me quiero detener solo en lo profesional, sino en la confianza entre los equipos de investigación para mantener la reserva informativa de modo de evitar filtraciones que pudieran abortar o debilitar a la investigación misma.

 

-Lo iba a interrumpir cuando usted quería agregar algo…

-Me estaba acordando que cuando me reuní por primera vez con las distintas autoridades, les transmití que mi anhelo, mi sueño, mi ideal era la de contribuir para que Gualeguaychú sea mejor. Por eso aspiro cuando finalice mi etapa como juez, haber colaborado con mi granito de arena para lograr ese objetivo de construir una mejor sociedad. Si todos nos ayudamos a realizar nuestra tarea, a todos nos irá mejor; las personas se sentirán más seguras, más cercanas, habrá mayores certezas y confianzas. Y que los ciudadanos comprendan que para el juez no son papeles, sino personas. Le daré un ejemplo de esto: en cuestiones no penales, se me presentan muchos amparos, generalmente por cuestiones de salud o para obtener una determinada medicación. Y a todos los intentamos resolver en el día, incluso tuvimos casos donde lo hemos resuelto en tres horas, porque entendemos que las respuestas en salud cuando está en riesgo la vida, no pueden esperar.

 

-Además cuando esos casos llegan a su escritorio, es la expresión más cabal que todos los resortes del Estado han fracaso o fueron impotentes a la hora de dar una respuesta. Y la última instancia de construcción de civilización estará en su firma, porque lo que sigue sería la barbarie.

-Tal cual. La vez pasada vino a verme una señora porque habíamos logrado que su marido recibiera una determinada respuesta para un tratamiento de su salud. Era su derecho, no inventamos nada; pero ella vino a ejercer su cultura del agradecimiento. Y le dije a uno de mis secretarios, que en equipo hemos reparado las falencias de toda una cadena que no daba respuesta: no lo hacía el Estado en esa instancia, tampoco la clínica ni la obra social. Y ese matrimonio andaba de un lado para el otro, desesperados, con mucha angustia, tal vez gastando recursos materiales y otros como el tiempo del que no disponían y sin tener respuestas. A ese expediente lo resolvimos en el día. Y si bien ella vino a agradecer, nosotros hicimos lo que teníamos que hacer.

 

-Por otro lado, hay una tendencia cultural donde todo es judiciable y distorsiona el sentido del propio servicio de justicia.

-Totalmente de acuerdo. A veces ocurre por la imposibilidad de encontrar soluciones que están siempre muy a mano. La falta de cultura del diálogo nos impide a veces encontrar soluciones.

 

-Así como el delito muta con los contextos, el mapa del delito también se modifica. Hoy el mapa del delito para EL ARGENTINO comienza en la Ruta Nacional N° 14, por la navegación de los ríos fronterizos e incluso por las pistas de aterrizajes no declaradas en muchos campos. Incluso hay delitos que cuentan con una capacidad organizativa internacional, con logísticas y comunicaciones, con redes de abogados y contadores que incluso en alguna oportunidad hasta supera la que dispone el propio juzgado que debe combatirlo.

-Si bien todo delito es grave, hay determinadas realidades que implican una mayor sensibilidad o preocupación. Cuando asumí en el cargo lo expresé de manera directa: la idea es trabajar de manera coordinada para luchar contra el flagelo del narcotráfico. Y creo que estamos a tiempo de dar una lucha y tener éxito en esta pelea. De hecho, en gran parte fue esa realidad delictiva la que impulsó la necesidad de crear este Juzgado Federal, porque el de Concepción del Uruguay ya no era suficiente por el cúmulo de causas. Imagínese que había un solo Juzgado Federal para todo el corredor del río Uruguay, es decir, un solo juez para media provincia. Es más, ojalá se habilite cuanto antes el de Concordia. Por otro lado, la presencia de un Juzgado implica que ese juez tiene que conocer su jurisdicción.

 

-Y en su caso, una ciudad en la que habita con su familia.

-Así es. Eso fue algo que decidimos en familia y estamos muy contentos con esa decisión. Además, no llegué de casualidad, sino que elegí venir aquí, me preparé para poder concursar con mis mejores posibilidades y Gualeguaychú es el lugar que elegimos con mi esposa para que vivan nuestras hijas, que es lo que más amamos en el mundo. Por eso insisto con el concepto que quiero dar siempre mi mejor esfuerzo, para hacer el aporte que pueda realizar para que Gualeguaychú sea una mejor ciudad. Es cierto que vengo de una realidad de afuera a la ciudad. Pero, a mi entender eso es muy bueno: porque quiere decir que no tengo ningún compromiso personal ni familiar con nadie, no estoy influenciado por las relaciones sociales y para un juez es un escenario casi ideal para realizar bien su tarea. Por formación, estoy despojado de todo prejuicio, pero también por esta situación concreta de historia previa.

 

- ¿Cómo satisface la necesidad humana de cultivar la amistad, teniendo en cuenta que el cargo de juez lo limita en esa expansión social?

-Jamás renunciaría a la amistad. No obstante, debo tener muchos cuidados y de hecho lo tengo incorporado porque toda mi carrera judicial la desarrollé dentro de juzgados con causas muy sensibles. Estuve muchos años en Comodoro Py hasta el cargo de Prosecretario en el Juzgado del doctor Daniel Rafecas; y luego fui designado en el Juzgado a cargo de Sandra Arroyo Salgado. Es decir, siempre estuve en lugares muy sensibles por la relevancia de las causas. Pero, una cosa son los cuidados y otra muy distinta es el aislarse. Y lo tengo incorporado en ese sentido.

 

-Usted señaló que eligió a Gualeguaychú no para trabajar solamente, sino esencialmente para vivir con su familia.

-Fue una elección que tomamos en familia. La primera vez que vine a la ciudad lo hice como un turista hace aproximadamente veinte años y desde entonces me sentí atraído por la ciudad. Con mi señora vinimos varias veces. Y más allá de la geografía que tiene la ciudad y de la belleza de su paisaje natural, nos gustó mucho la gente que tiene Gualeguaychú. Es una comunidad organizada y se percibe que está la vivencia cotidiana de valores que tal vez en otras localidades se han perdido; los vecinos son solidarios; es una comunidad honesta; el gualeguaychuense es defensor y muy aguerrido en esa defensa con valores clave para la vida como el ambiente, la seguridad y cuando hay una causa que le parece justa se moviliza de manera solidaria. Y cuando pensé un lugar para que mis hijas crezcan y se desarrollen no sólo absorbiendo los valores familiares que le aportamos con mi esposa sino también con los valores colectivos, Gualeguaychú fue la elegida. Por eso estamos felices viviendo aquí y la queremos y nos sentimos involucrados como si toda la vida hubiéramos vivido aquí.

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