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Agua ¿no conmueve tu extraordinaria belleza?

Agua ¿no conmueve tu extraordinaria belleza?

Desde que somos lo que somos, la supuesta “sabiduría” que ha pensado la tierra y sus mundos desde un lugar de superioridad sobre los otros seres que la cohabitan no ha advertido, ha negado e incluso violentado sin límites ni vergüenzas, a la madre de todas y todos, a ella, al agua o quizás, las aguas.


Por Jorge Daneri (*)

 

Hace unas horas, no más, el Gobierno Nacional respondió una solicitud para avanzar efectivamente en la Ley de Protección de Humedales en el marco de las sesiones extraordinarias del Congreso Nacional. Lo solicitud la presentó la Red Nacional de Humedales (ReNaHu). Cientos de organizaciones de todo el país pidieron para que el proyecto de ley de Presupuestos Mínimos de Protección de Humedales, con dictamen positivo en comisión sea incorporada en el temario de reuniones extraordinarias en el Congreso de la Nación. La respuesta oficial, desde su concepto, la no inclusión por razones de “orden y progreso”, expone un conflicto de intereses. Es decir, proteger urgentemente los humedales que ardieron durante todo el año pasado no se presenta como algo urgente y prioritario, pero su urgencia resulta ser un “desorden” contra el progreso. Dicho de otra manera: La protección de los servicios ambientales de los humedales de la Argentina, no está dentro de las urgencias de orden y progreso del gobierno nacional.

La nota de respuesta al pedido –que en rigor amparado en un formalismo no responde a este llamado urgente– no la firma nadie de los destinatarios, que fueron el Presidente, el titular de la Cámara Baja y el ministro de Ambiente. La suscribe una directora del Ministerio de Ambiente de la Nación. Así, informando con un pase administrativo se responde a un colectivo social de cientos de organizaciones que se dirigieron al titular del Ejecutivo Nacional con delicado y particular respeto, e incluso recordando sus compromisos asumidos desde la palabra frente a la Asamblea Legislativa.

La burocracia está arrasando con el sin sentido. Una vez más el poder político queda atrapado en conceptos retrógrados o arcaicos de “orden y progreso”.

La respuesta no va al fondo de la petición, juega a demorar, a inventar consensos imposibles con los poderes de más de lo mismo y de muy pocos. En realidad, la respuesta de la funcionaria podría leerse como sincera; es más urgente aceptar el lobby de los sectores concentrados mega extractivista que a estos ecologistas, ambientalistas, pequeños pescadores y productores que no tienen impacto en la economía liberal, nacional y popular. Interesante posibilidad.

Así estamos, nos vamos al fondo de las aguas más negras y sucias de la enorme incapacidad de pensar lo no pensado o escuchar lo que otros piensan sobre estos temas como fantásticos, desafiantes, e incluso cargados de bellezas. Pero no, no están dispuestos. Con alguna esperanza, quizás aún no lo están.

No alcanzan las extraordinarias bellezas de las aguas, no alcanzan que muchas van desapareciendo en la podredumbre de las mega contaminaciones de tóxicos y químicos de todas y todos, cómplices de un delirio suicida productivo consumista, profundizando el espiral extractivista y ecocida.

Qué pena Presidente, que pena ministro. Los tiempos de la naturaleza y sus aguas no son los tiempos del capitalismo Titanic y parece que tampoco los vuestros. No son ni los tiempos electorales ni los tiempos de la acumulación desde el despilfarro de décadas en el país y el endeudamiento suicida responsabilidad de la maldita grieta. Sin lugar a dudas la belleza y vitalidad esencial de ese otro mundo que nos quita la sed cada amanecer, cada día, toda la vida y brinda la sonrisa privilegiada y milenaria del amor, desde todos los tiempos, no está en el “orden y progreso” de esa mirada voraz y negacionista.

Ojalá tengamos tiempo y el perdón necesario de todos los reinos de vida para transitar lo que, hasta ahora, ni en una señal de gestos conducentes. Y no solo de palabras no se advierte, no se vislumbra. Esperamos ese gesto que apunte a escuchar el grito de las aguas y de los pobres, de las comunidades y las juventudes que desde lo más profundo y diverso del país vienen cantando y militando, que otros mundos, sí son posibles. ¿Cuál sería ese gesto? Que el Presidente operativice los mecanismos que el derecho constitucional habilita para ampliar el temario de las sesiones extraordinarias e incluya la Ley de Humedales en la discusión de los representantes del pueblo.

 

(*) Jorge Daneri es abogado ambientalista. Esta columna fue publicada originalmente en el portal Era Verde.

 

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