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Opinión

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Volver a las clases presenciales, una necesidad y un debate de todos

Volver a las clases presenciales, una necesidad y un debate de todos

Con diez meses sin clases en las aulas, no deberían existir excusas para no retomar la presencialidad.


Por Alejandra Leissa (*)

 

Como tal vez ningún otro tema, nuestra sociedad discute en estos días respecto de la modalidad de clases del próximo calendario escolar. En ese marco, las familias nos hacen llegar -en su enorme mayoría- el pedido para que se agoten las instancias y las ideas para que vuelva la presencialidad. Y si bien es materia competente del Estado entrerriano, es un debate que debemos darnos todos, aportando miradas y fundamentos.

A nadie escapa que la situación sanitaria es la que echa un manto de dudas sobre la vuelta a las aulas. Tampoco eso puede ser un elemento paralizante para entregarnos a la virtualidad. La educación es un servicio público esencial y un derecho. Y debe hacerse carne en la realidad.

Hoy permanecen abiertos los casinos, los bares, canchas y escuelas de distintos deportes, academias, colonias, entre otras actividades. ¿Qué estaría haciendo falta para que vuelvan las clases presenciales?

Con diez meses sin clases en las aulas, no deberían existir excusas para no retomar la presencialidad. Es tiempo suficiente para pensar y consensuar entre los actores como volver a las escuelas. Nadie habla de poner en peligro a docentes ni alumnos, sólo buscar desde el sentido común el regreso escolar.

La vuelta a clases tiene riesgos, cómo muchas cosas, pero la falta de escuela produce daños irreparables. La falta de escuela tiene consecuencias negativas a corto y largo plazo: aprendizajes menos significativos, dificultades en la socialización y más probabilidades de abandono escolar.

La OMS defiende la necesidad de mantener las escuelas abiertas porque se ha comprobado que los niños y adolescentes no son los vectores principales de contagio. Los niños y adolescentes tienen más posibilidades de contraer el virus fuera del entorno escolar que dentro y la mayoría de los docentes no son personal de riesgo, por lo que los beneficios netos de mantener las escuelas abiertas superan los costos de cerrarlas.

UNICEF advirtió recientemente sobre daños irreversibles a la niñez por esta pandemia y la no vuelta a clases. La escuela, el aprendizaje, no es incorporar contenidos, sino aprender significativamente, relacionando los aprendizajes anteriores con los nuevos, aprender socialmente y aprender a socializar.

El citado informe de UNICEF encuentra que el Covid-19 amplió aún más las brechas educativas entre las familias ricas y las pobres en América Latina y el Caribe. Los nuevos informes muestran que el porcentaje de niños, niñas y adolescentes que no reciben ninguna forma de educación en la región se disparó drásticamente, del 4 al 18 % en los últimos meses. Las proyecciones de la ONU revelan que la pandemia podría sacar de la escuela hasta tres millones de niños más en la región. ¿Qué vamos a seguir esperando?

De todo lo expuesto surgen varios interrogantes: ¿Alguien puede explicar con fundamentos sólidos por qué no existieron clases presenciales en las escuelas rurales?

¿Alguien cree que una pantalla con 20 caritas es un tipo de enseñanza que convoque a la participación y permita generar pensamiento crítico en los chicos? ¿Somos conscientes de las consecuencias sociales y emocionales que sufren y sufrirán los niños, adolescentes y sus familias, y en consecuencia toda la sociedad por la ausencia de las clases presenciales?

Ni por un instante debemos olvidar que el principal objetivo de la educación es el desarrollo integral de la persona, y contribuye a la mejora de la sociedad en su conjunto. La educación tiene un papel fundamental en la socialización y es un aspecto que ha estado por fuera del debate aulas sí, aulas no. Es inevitable que se imponga el diálogo, el debate maduro y se dejen de lado los sectarismos y las especulaciones. Es hora de debatir con responsabilidad. Y es tarea de todos.

 

(*) La autora de este artículo es psicóloga, psicopedagoga y concejal de Juntos por el Cambio.

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