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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
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Tarea inconclusa

Tarea inconclusa

Hoy se cumplen 208 años del 3 de febrero de 1813. La fecha hace memoria al momento en que los Granaderos del general José de San Martín tuvieron su primera experiencia bélica o su bautismo de fuego, sobre una barranca del río Paraná.


Por Nahuel Maciel

EL ARGENTINO

 

 

Como todo ejército que tiene más pertrechos de convicción que materiales, ese combate tuvo la característica de dos bandos: uno de ellos (el de San Martín) llegó a la acción bélica con extremas limitaciones; mientras que el ejército invasor se sentía poderoso porque además de recursos económicos, dominaba la tecnología y la política a escala mundial de la época.

Fue uno de los primeros intentos exitosos que le dijeron “no” al colonialismo y tuvo como consecuencia inmediata fortalecer la idea y el sentimiento de vivir en una América libre.

También hoy se cumplen 169 años de la Batalla de Caseros que ocurrió en 1852. En esa oportunidad, esa batalla tuvo como consecuencia casi inmediata construir los espacios políticos para llegar a tener una Constitución Nacional.

En los libros de historia se coincide (palabras más, palabras menos) “que el ejército de la Confederación Argentina estaba al mando de Juan Manuel de Rosas, quien a su vez era gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. Mientras que el Ejército Grande (que salió victorioso), estaba compuesto por fuerzas de Brasil, Uruguay, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe bajo el liderazgo del general Justo José de Urquiza, quien en esos años era el gobernador de Entre Ríos”.

Un dato de contexto: casi un año antes -el 1° de mayo de 1851- se realizó el histórico Pronunciamiento, y que derivó luego en la renuncia de Rosas y su exilio en Gran Bretaña.

La dirigencia de Buenos Aires siempre se opuso a la organización nacional, al espíritu federal y a la sanción de una Constitución. La de ellos era una clara mercantilización de la política. Y canalizaban esa mercantilización a través del reparto de las rentas que dejaba la actividad aduanera y sostenían que para decidir sobre las riquezas del país había que centralizarlo.

Es interesante analizar esta oportunidad que presenta el calendario a través de sus efemérides: por un lado, San Lorenzo como una clara búsqueda de la independencia; y por el otro, Caseros como una cabal expresión de aspirar a un país federal y al mismo tiempo organizado a través de una misma Constitución Nacional.

Se insiste, hay que dimensionar ambos hechos. La Batalla de San Lorenzo fue un límite a los realistas españoles y una seguridad protectora para las poblaciones ribereñas de los ríos Paraná y Uruguay. Y, con los años, hizo de José de San Martín, el Padre de la Patria y uno de los más leales americanista siempre a favor de la libertad.

Luego de la Batalla de Caseros, especialmente Entre Ríos reclamó la libre navegación de los ríos: en buen romance, realizar intercambios de su producción con el exterior sin necesidad de someter esa decisión a los intereses de Buenos Aires.

Si 1813 era el tránsito hacia la independencia, está claro que 1852 era la organización nacional. Y si se analizan ambos horizontes, se comprenderá mejor que no es mucho lo que se ha avanzado.

No hay un país federal; la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la menos autónoma de todas y el respeto hacia la Constitución sigue siendo una materia pendiente: prueba de ello son los varios institutos que todavía no cobraron cuerpos a través de leyes y reglamentaciones. La Ley de Coparticipación Federal es el ejemplo de muestra, pero no el único.

Hay que sincerar la realidad: por un lado, están aquellos que pretenden un Estado mínimo y al servicio del mercado y para ellos necesitan una sociedad agrietada o en todo caso con consumidores y no con ciudadanos. Y del otro, están aquellos que creen que solo ellos tienen todas las respuestas a todos los males que afecta a la sociedad.

Ambos coinciden en pregonar una reforma del Estado desde un supuesto consenso que jamás pueden exhibir.

Si las consecuencias de San Lorenzo (independencia) y las de Caseros (la de un país federal) están inconclusas, entonces hay que convenir que se necesita reformar al Estado. Pero esa reforma nunca será posible si antes no se experimenta una sincera y profunda modificación política, que solo puede darse con una democrática y amplia participación ciudadana.

Enseña Antonio Gramsci (22 de enero de 1891 - 27 de abril de 1937; filósofo, teórico marxista, sociólogo y periodista italiano), que el Estado es el garante de una relación social de dominación que impone las reglas que permiten su reproducción. Y esa reproducción siempre genera conflictos, porque hay intereses de poder en pugna.

Mabel Thwaites Rey (es abogada recibida en la Universidad de Buenos Aires, Magíster en Administración Pública, con especialización en derecho político-teoría del Estado), sostiene que la “materialidad” del Estado, es decir, “su morfología concreta (las oficinas y el personal que ocupa, los recursos de que dispone) y sus acciones (las tareas que ejecuta, las funciones que cumple y las que posterga o ignora) dependen de las variadas relaciones de fuerza en la sociedad”.

Estas referencias son oportunas para comprender –a la luz de la experiencia- que “reformar el Estado” puede querer decir tantas cosas y al mismo tiempo ninguna.  Eso sí, se expresa cada vez que alguien pretende justificar cualquier medida.

La pregunta correcta no es si es necesario reformar el Estado. Sino ¿qué Estado para qué proyecto de país?

Su respuesta no puede ser meramente técnica, sino inspirada por las convicciones políticas. Es decir, es imposible en esta realidad pretender reformar el Estado sin reformar el sistema político.

Y aquí los partidos –especialmente los mayoritarios y tradicionalistas como el PJ y la UCR, pero también los denominados “chicos”- están en desacuerdo a nivel de sus cúpulas con reformar el sistema político. ¿Por qué reformarán al sistema político si es su “agencia de colocación” para allegados y simpatizantes y su caja desde donde amasan sus fortunas personales? Y en el mientras tanto, colocan un par de títulos en los medios de comunicación como para justificar su existencia.

Para honrar al espíritu de lo que significó San Lorenzo y Caseros es necesario transformar a los propios partidos políticos: caso contrario, todo intento de reforma del Estado apenas será una discusión –a manera de distracción- para que en el fondo nada cambie.

 

 

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