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Volver a valorar a la lectura
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
En estos tiempos de distanciamiento social por la pandemia del Covid-19, la educación a distancia o virtual ha tenido un protagonismo casi central en la formación de las personas.
Es oportuno recordar –y reflexionar- que el primer dispositivo tecnológico que la humanidad posee para la educación a distancia no es la computadora ni ningún aparato electrónico; sino el libro. Una tecnología que se hace un poco más masiva en la terminalidad de la Edad Media gracias a la socialización de la imprenta.
El libro es nuestra primera herramienta tecnológica para la educación a distancia, pero también para la presencial. Y cuando se dice libro, que nadie se equivoque con la limitación del término, porque en la actualidad y desde hace muchas décadas, eso implica lectura (en sus múltiples plataformas).
Siempre se ha señalado lo negativo que es el distanciamiento o el divorcio que existe entre la familia y la escuela. Y un aspecto para mejorar esa relación está estrechamente vinculado con un acto cultural trascendental: el hábito de la lectura.
La lectura es una de las actividades más importantes y útiles que el ser humano puede realizar a lo largo de su vida y si se tiene en cuenta su enorme capital para mejorar la calidad de vida, se comprenderá mejor que su costo material es muy bajo.
No es casual que se recomienda que el hábito de la lectura se incentive desde la más temprana edad. Y algo importante para las carencias generacionales: en aquellos casos que se haya perdido, recuperar el hábito sin importar la edad es una realidad posible.
La lectura implica jerarquizar la adquisición de conocimientos y esa adquisición acrecienta las oportunidades para comprender mejor los cada vez más complejos desafíos que caracterizan a cada época.
Leer es aprender, atender, concentrarse, reflexionar y –claro está- es un placer. Además, incentiva el ejercicio de la imaginación, enriquece el vocabulario, mejora la ortografía y permite crear y explorar mundos. Un libro al alcance de la mano implica que nadie se sentirá aislado o en soledad.
Lo otro que hay que comprender para adquirir un hábito como la lectura, que el peor camino es “ordenar” o “imponer” que se lea. El ejemplo es el camino correcto, como en todos los órdenes de la vida. Y los adultos no deben perder de vista que son modelos de conducta para los menores.
Quien alguna vez haya leído un cuento a un niño, sabrá del sentimiento de “magia” que esa historia produce y, fundamentalmente, dará testimonio de haber compartido un gesto de amor.
Alguna vez la Argentina supo ser reconocida también por su fecunda industria editorial, y llegó a ser una de las más importantes de América Latina y del mundo. Recuperar ese posicionamiento es una tarea que comienza desde el hogar.