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Opinión

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Con una balanza podemos comprender la inflación y no creer mentiras

Con una balanza podemos comprender la inflación y no creer mentiras

El Gobierno cree que con un acuerdo de precios puede contener la inflación y lograr que la balanza quede en equilibrio.


Una vez más sale en estos días, la dirigencia política, encabezada por el presidente de la nación, a buscar culpables por los aumentos de precios, es decir, por la inflación.

 

Por Diego A. Fernández (*)

 

Incapaces de preguntarse si no es de ellos la responsabilidad de lo que sucede; nuestros políticos están siempre preparados para saltarle a cualquier mortal a la yugular y cargarle la culpa de cada problema que ellos, -nuestros políticos- generan.

Hace mucho tiempo ya que el mundo reconoce que la inflación es un problema monetario y que la solución solo puede lograrse con responsabilidad y compromiso en el manejo de la moneda.

Porque señores y señoras, los billetes que nos meten en nuestros bolsillos, son deuda que los gobiernos toman con nosotros sin consultarnos y sin intenciones de devolvernos nunca.

Se llenan la boca hablando del FMI, del Club de Paris, de los fondos buitre, pero de nuestros pesitos no dicen nada, se callan bien la boca y le siguen dando a la maquinita, mientras buscan a quien echarle la culpa de la macana que ellos están haciendo.

Por eso Doña Rosa y Don José, para que no les sigan mintiendo, aquí les voy a explicar el tema de la inflación de manera sencillita, con una simple balancita de dos platos.

El gobierno cree que con un acuerdo de precios puede contener la inflación y lograr que la balanza quede en equilibrio, es decir, que en un plato estará la gente; estarán los precios de la papa, del tomate, los sueldos, la luz, el celular y todo lo que necesite un peso para comprarse o venderse.

Del otro lado, nuestros políticos se comprometen a ponerle candado a la maquinita de don Amado, para que no puede arrancar ni por descuido.

Con este sencillo mecanismo se acaba la inflación en Argentina.

Si las cosas salen bien y la economía se reacomoda, el plato de la gente tendrá más peso y los precios bajarán y será necesario emitir más billetitos para equilibrar la balanza.

Pero, como nuestros políticos -siguen agrandando el Estado, acomodando familiares y amigos, inflando subsidios, fomentando la corrupción, hechando empresas, cerrando pymes, vendiendo las donaciones que la gente envía a los necesitados del norte, etcétera-; cuando pase un tiempito nomás se van a encontrar que no les alcanzan los impuestos que han cobrado para pagar los gastos que han inflado.

Y entonces aparecerá nuevamente la solución mágica, le romperán el candado a la maquinita, le darán hasta que se ponga al rojo vivo y el plato de la balanza de los pesos se cargará más y más a de billetes nuevitos y calentitos con las unidades seguidas cada vez con más ceros.

El plato de la balanza de los billetes queda tan pesado que se apoya contra el piso, mientras que el de los precios se va para arriba.

¿Y cuál ha sido la culpa de nosotros, los ciudadanos contribuyentes, en este desbalance? ¡Pues ninguna!

¿Y entonces por qué nos acusan a nosotros, los políticos responsables de cuidar que esto no pase?

Se dan cuenta Doña Rosa y Don José, cuando el equilibrio se pierde, estamos al mismo tiempo en lo más alto de los precios y en lo más bajo de la credibilidad en nuestra moneda.

Cuando los tres gobiernos de la república no tienen la independencia necesaria para controlarse unos a otros, suceden estas cosas que se vienen repitiendo desde hace ya casi un siglo.

 

(*) El autor de este artículo es contador público, egresado de la UBA.

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