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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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Protocolos invisibles

Protocolos invisibles

Una experiencia de viaje en colectivo dentro de Entre Ríos, donde los protocolos sanitarios no existían: ni tapabocas, ni distanciamiento.


Por Araceli Sosa (*)

Durante los meses más duros en materia de restricciones por la pandemia realizar viajes inter jurisdiccionales no era posible. Algunos no teníamos otro medio de transporte y nuestras familias estaban lejos, aunque por supuesto era necesario cuidarnos mutuamente y evitar la circulación lo más que se pudiera. Por este motivo, más allá del deseo que uno pudiera tener de visitar a sus seres queridos había que esperar a la vuelta de los colectivos. En este sentido, una vez que se reactivó de forma paulatina el servicio de transporte de pasajeros entre diferentes localidades de la provincia los anuncios fueron claros: se iban a desarrollar bajo estrictos protocolos, para lo cual el pasajero iba a tener que cumplir con una serie de requisitos. En principio, el uso de tapabocas y contar con la aplicación Cuidar en el celular que permite llevar el certificado de circulación, el cual indica que no se presentan síntomas al momento de viajar.

Una experiencia llamativa y poco agradable fue hace pocos días, cuando tuve la posibilidad de viajar a mi pueblo natal el fin de semana largo de Carnaval. Si bien decidí sacar el pasaje el viernes 12, ese día me encuentro con todos los asientos vendidos, un panorama entendible y quizás esperable ya que muchas personas deciden trasladarse a otros destinos cuando hay findes XXL.

Desde la aplicación central de pasajes obtuve mi boleto para el sábado a la mañana y seguidamente me acerqué a la plataforma para subir al colectivo. El chofer solicitó pasaje, DNI y me tomó la temperatura.

Al permiso de circulación jamás me lo solicitaron y tampoco me preguntaron si lo llevaba o tenía la aplicación descargada en el dispositivo móvil.

Cuando tomo asiento observo a mi alrededor un grupo de ocho jóvenes de casi 20 años de edad que viajaban juntos. Todos sin barbijo, conversando y compartiendo bebida.

Ante esta situación, doy aviso al chofer con el objetivo de que al menos recordaran a todos los pasajeros que dentro de los protocolos el uso del tapabocas es necesario en tanto es una medida de prevención de contagios de Covid-19.

La respuesta fue “es una responsabilidad individual, no podemos hacer nada”. Me invadió la indignación porque el colectivo iba lleno, con un poco más de 60 personas, y por lo tanto el distanciamiento tampoco se respetaba. Distinto sería si se utilizara sólo un porcentaje de la capacidad de la unidad.

Quizás para algunos viajar no sea de vital importancia, pero hay quienes utilizan este medio de transporte para llegar a sus trabajos, o bien para visitar a sus familiares cada tanto.

Esta impresión de un viaje poco cuidado y con protocolos prácticamente invisibles también la tuvieron otros conocidos que por ejemplo viajaron a Nogoyá y otras zonas aledañas. El comentario era el mismo: “No piden nada antes de subir”, y el uso del tapabocas es “si querés y tenés ganas, nadie lo exige”.

Si bien el uso del tapabocas es una responsabilidad individual, lo cierto es que el hecho de viajar en colectivo se trata de compartir el mismo espacio con otros por varias horas y sin ventilación.

 

(*) Araceli Sosa es periodista del diario Uno de Paraná y este artículo fue extraído de ese portal.

 

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