Cerró definitivamente Festroom, el salón de fiestas más elegante de la ciudad

El empresario Pyme local, Juan Lizzi abrió en octubre del 2016 el tercer salón de fiesta más grande de la provincia. El proyecto tardó 15 años en poder concretarse y la larga cuarentena del 2020 lo llevó a la quiebra en apenas un año.  

 

Cientos de personas lograron trabajar gracias a la idea de un empresario local que invirtió 1,5 millones de dólares en un salón de fiestas único en la ciudad. Desde bodegas que vendían la bebida para todo el año de fiestas, mozos que atendían las mesas, cocineros y parrilleros que elaboraban centenares de platos, policías que hacían adicionales, entre otros.

Además esa inversión elevó la categoría de la ciudad para desarrollar un turismo de convenciones al contar con un salón con capacidad para mil personas.

Ahora Festroom será recordado en las fotos y videos de casamientos, colaciones y cumpleaños de quince.

“Tomamos la decisión de cerrar definitivamente hace  un mes atrás. La última fiesta que tuvimos fue el 7 de marzo del año pasado, luego teníamos alquilado el salón para el 14 de marzo pero ese día ya habían suspendido todos los eventos. Fue entonces que decidimos cerrarlo definitivamente, porque mantener un salón tan grande y sin ingresos es muy difícil”, explicó Juan Lizzi a EL ARGENTINO.

 Golpeó varias puertas, habló con dirigentes políticos, legisladores provinciales y ministros, pero los pedidos de ayuda nunca fueron escuchados.

La capacidad del salón es de mil personas y 800 metros cuadrados. Estaba totalmente equipado, con dos cocinas, dos cuerpos de baños separados con el objetivo de que pudiera dividirse la sala en dos partes y lograr así realizar dos fiestas en simultáneo. En caso de corte de luz, contaba con grupo electrógeno.

Las paredes tienen un tratamiento acústico, contaba con aire acondicionado frio calor, un patio interno y la estructura total construida comprende 2 mil metros cuadrados.

“Era el salón más grande de la provincia por las dimensiones que tenía y es por eso que lo eligieron para poder realizar la entrega de premios de la Asociación Entrerriana de Telecomunicaciones durante el 2018 y se transmitió en vivo por Streamings, explicó Julieta Lizzi quien era la responsable de la administración del complejo.

Durante el 2019 se realizó una convención de adultos mayores de todo el país, donde hubieron 1200 personas en el salón, en las fiestas de egresados de secundaria, llegaban a reunir 800 personas y por la calidad de los servicios era el lugar elegido para realizar la tradicional fiesta  del Centro Comercial de la ciudad.

 

Intentar reconvertirse

Al consultarle si no trató de utilizar las instalaciones para intentar reconvertise en otra actividad, Juan dijo que: “Ya estoy un poco cansado de todo esto, mantener el salón nos costó mucho, tuve que sacarle dinero a la panadería, oficio en la cual le dediqué 53 años de mi vida.

Terminé la escuela primaria y a los 13 comencé a trabajar en la panadería Alberdi, salía a repartir en bicicleta, a los 16 comencé a trabajar en la cuadra y por la tarde salía a vender. Luego seguí trabajando con Jesús Fouce, un gran hombre que me ayudó mucho.

Con el tiempo abrí un local en calle Fray Mocho entre La Rioja y San Juan donde hacía especialidades y tenía gente que me vendía. Estaba todo el día trabajando.   

En 1985 pude alquilar mi primera panadería en Avenida Artigas (cerca de la terminal de ómnibus) donde luego construimos el salón de fiestas. En 1989 logré comprar la propiedad en 40 mil pesos. Hoy no se compra nada con ese dinero”, recordó.

Tras años de trabajo, Lizzi llegó a tener 12 empleados, proveía al Balneario Ñandubaysal y al supermercado El Picaflor. Su gran clientela le permitió tener capacidad de ahorro y pensar en generar otros negocios.

En 1997 se mudó al centro para convertir a su panadería en la más moderna de la ciudad en cuanto a su estética y tecnología para la elaboración de productos panificados

Recién en el año 2000 fue cuando comenzó a madurar en su cabeza la idea de poder armar un salón de fiestas en la vieja cuadra de su primera panadería de Av. Artigas.

“Me llevó 15 años poder proyectar la idea del salón, fui comprando materiales poco a poco, cuando finalmente en 2015 me decidí a construirlo. En 2016 comenzamos a trabajar, invertí más de un millón y medio de dólares para poner a punto toda la infraestructura, apuntábamos a tener un servicio de calidad, pensando en el turismo de convenciones para Gualeguaychú”, recordó Lizzi.

Gracias a esa inversión cientos  de personas lograron trabajar, tras ser contratados por los servicios de catering, para la concina y la atención de las mesas.

Sin embargo durante el Gobierno de Mauricio Macri, el incremento de la luz, el gas en un 1000 por ciento en cuatro años, fueron reduciendo los márgenes de ganancias, en una actividad que se trabaja bien durante tres a cuatro meses al año.

“Cada noche de fiesta gastaba 5 mil pesos de luz con los aires  acondicionados toda la noche prendido, los freezer que se prendían un día antes de la fiesta, los extractores de aire, más el gasto de adicionales de policía que me obligaban a tener afuera del salón. Por otro lado los impuestos siguieron aumentando, y todo este costo no se podía trasladar automáticamente al precio de la contratación del salón.  Ya habíamos llegado a la pandemia en un punto de equilibrio, y con la cuarentena fue imposible seguir”, remarcó Lizzi.

“Todo está a la venta, porque no es que vamos a volver dentro de dos años como se dijo en las redes sociales, cerramos definitivamente”, aclaró Julieta. 

Hoy toda la infraestructura está a la venta o se alquila. “Las instalaciones pueden utilizarse para un depósito o supermercado, esa propiedad tiene un valor afectivo muy grande para mí porque fue la primera vez que fui dueño de mi propia empresa y lo logré con mucho esfuerzo, pero ahora es imposible para nosotros poder mantener todo eso”, concretó Lizzi.