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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
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Alfabetización inicial en tiempos de pandemia

Alfabetización inicial en tiempos de pandemia

Gisela María Angelini afirmó que: “La alfabetización inicial fue lo más difícil de enseñar en la virtualidad”.


“La alfabetización no es un juego de palabras, sino la conciencia reflexiva de la cultura, la reconstrucción crítica del mundo humano, la apertura de nuevos caminos, el proyecto histórico de un mundo común, el coraje de decir su palabra”. (Paulo Freire, 1970)

 

Leer y escribir es mucho más que el simple hecho de decodificación y codificación de los signos lingüísticos, es la forma en la que se construyen, comprenden y transfieren los significados mediante la lengua escrita.

La alfabetización es un proceso específico, con grado de complejidad ascendente que comienza  cuando el niño tiene contacto con el contexto escolar y continúa durante toda la vida. Dicho proceso consta de la apropiación de la habilidad lectora y escritora. Dentro de la trayectoria escolar (se supone) que esta apropiación debería suceder en el transcurso del Primer y Segundo Ciclo de la Educación Primaria.

Durante la alfabetización avanzada que tiene lugar, teóricamente, en el Segundo Ciclo, se produce una gradual complejización. Este avance dentro de la comprensión y producción de textos se puede concretar siempre y cuando los conocimientos de la alfabetización inicial estén consolidados. Por lo tanto durante esta segunda etapa, las habilidades adquiridas en la primera tendrán continuidad ya que son la base para el resto de los aprendizajes, es decir, son de carácter transversal.

Para que los conocimientos se consoliden (en alfabetización inicial), se necesitan diferentes tipos de estrategias que el docente utiliza en el aula para que los alumnos logren adquirir e interiorizar lo que será la base para la comprensión de la lengua escrita.

El año pasado, frente al ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) por la situación sanitaria, los niños  no estuvieron en el aula y por consiguiente  no tuvieron el acompañamiento que tendrían en la escuela. Sin embargo, el proceso de alfabetización se llevó delante de otra manera, priorizando la contención y el acompañamiento no solo del alumno, sino también de la familia.

Marta Zamero especialista en Alfabetización, también investigadora y titular de la cátedra Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, explica que: "la alfabetización requiere un tipo de concentración y de atención que en la escuela se trabaja constituyendo un grupo, un escenario que se construye entre el docente y sus alumnos. En las casas particulares es complicado construir ese escenario. En un aula, la interacción y el vínculo entre los chicos genera un tipo de atención voluntaria y un coaprendizaje: aprendés vos y aprendés por lo que está aprendiendo tu compañero".

En este contexto, EL ARGENTINO dialogó con Gisela María Angelini (maestra, profesora, formadora de formadores y psicopedagoga) quien relató cómo fue el proceso de alfabetización en tiempos de pandemia, cómo fue el retorno a clases y cómo afrontan el desafío de la bimodalidad.

 

Relato y experiencia de Gisela

-La alfabetización inicial fue lo más difícil de enseñar desde la virtualidad. Creo que también hay muchos niños que de manera intuitiva y de manera exploradora llegan a primer grado sabiendo escribir, pero hay otros que aprenden en la escuela y en esos casos fue muy difícil porque hay métodos específicos para enseñar a leer y escribir. Por más que a los papás se les explicara cómo, son papás. Papás que se encuentran rodeados de otras situaciones como el trabajo y tuvieron que recurrir a maestra particular para que alfabeticen a sus hijos.

Es por ese motivo que ahora aprovechamos al máximo la presencialidad para que los niños de segundo y tercer grado puedan terminar su proceso de alfabetización inicial. Pero, también para proporcionar un lugar donde se sientan cuidados, seguros, escuchados, donde aprendan sabiendo que todos tienen un ritmo distinto .También, es importante que se sientan cómodos al decir que no saben o no se acuerdan. Desde la escuela se contempla que los alumnos tuvieron su primer grado en casa, que los papás hicieron lo que pudieron, respetamos el ritmo de cada chico.

Hoy más que nunca necesitamos una escuela resiliente, para eso se necesitan docentes y familias resilientes. De esta manera,  convertir las imposibilidades y las restricciones en un camino posible y desde ahí sembrar esperanza, alegría y el  sentido del humor. Poder otorgar un sentido a la escuela y a la familia. Me parece que tenemos que fortalecer los momentos positivos, el momento de encuentro, trabajar con cuentos para conectar y transmitir emociones. 

En estos momentos, la desigualdad muestra su peor cara, las instituciones públicas y las privadas no cuentan con las mismas posibilidades. Algunas instituciones tienen un sistema virtual que permite que la bimodalidad se lleve a cabo, en que los chicos tienen su propuesta en casa y se busca el modo de acompañar en caso de que la familia lo necesite.

Caminar la incertidumbre es todo un aprendizaje que implica flexibilidad y aceptar lo que es, lo que se puede y lo que el otro puede. Dar confianza y seguridad es clave para que acontezca el acto de amor pedagógico, en el sentido de un encuentro afectivo y de responsabilidad ética.

Una de las metáforas en las que pienso es en la de “bucear”. Los primeros días los chicos pedían  para “respirar”, salían al patio a tomar aire y volvían al aula. No solamente hay que aprender a convivir con el barbijo, sino me parece que tiene que ver con esto de conocer este espacio nuevo, esta escuela nueva y estos momentos de encuentros nuevos. Lo bueno es que tenemos esa semana de presencialidad donde el niño se encuentra con un rostro, con el vínculo y con alguien que espera algo de él para la semana próxima.

Para mí el poema de Fernando Pessoa, define claramente la situación que vivimos en la escuela en este contexto:

"DE TODO, QUEDARON TRES COSAS"

la certeza de que estaba siempre comenzando,

la certeza de que había que seguir

y la certeza de que sería interrumpido

antes de terminar.

 

Hacer de la interrupción un camino nuevo,

hacer de la caída, un paso de danza,

del miedo, una escalera,

del sueño, un puente, de la búsqueda...un encuentro.

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