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Las dos caras del funcionamiento

Las dos caras del funcionamiento

    


Lionel Scaloni habló primero y reforzó la idea de un equipo "con funcionamiento". El otro Lionel, Messi, declaró después y lo acentuó. El funcionamiento del seleccionado argentino en el empate 1-1 con Chile en el debut por Copa América tuvo dos caras, bien definidas, una en cada tiempo.

 

Argentina brindó una primera parte para el aplauso. Presión alta en ataque con las proyecciones de Gonzalo Montiel y Nicolás Tagliafico. Esta vez, por decisión del entrenador, tuvieron peso en el área rival y resultaron un gran complemento en ofensiva.

El defensor de Ajax resultó más participativo en el circuito de juego en comparación al de River, pero en igual medida fueron una preocupación para Chile.

La zaga central, con Lucas Martínez Quarta y Nicolás Otamendi, dispuso de poco trabajo aunque el defensor de la Fiorentina de Italia estuvo impreciso y generó faltas en salidas a destiempo. Un partido para el olvido.

El mediocampo funcionó de maravillas. Leandro Paredes y Rodrigo De Paul colaboraron y la lucidez plena de Giovani Lo Celso marcaron el ritmo del equipo. El exRosario Central se erigió en el foco de atención, hasta el gol de Messi.

Lionel esta vez sí pudo con Claudio Bravo y con una ejecución magistral de tiro libre le puso moño a una buena actuación.

Argentina no dependía exclusivamente de Messi porque Lo Celso generó las situaciones más importantes del equipo que Nicolás González y Lautaro Martínez (erráticos en demasía) no supieron convertir. Un equipo compacto, con roles definidos, para el buen funcionamiento tantas veces mencionado por el crack rosarino y su entrenador.

La otra cara de la moneda se vio en el segundo tiempo. Argentina se quedó, dejó la iniciativa en el vestuario y permitió que Chile se adueñara de la pelota.

El funcionamiento se resquebrajó y la defensa resultó la más perjudicada. Emiliano Martínez, de actuación convincente, se plantó en el lugar indicado para negarle el gol a Eduardo Vargas, en un mano a mano.

 

Un mal retroceso en defensa potenció el pase filtrado para Vargas que derivó en la infracción a destiempo de Tagliafico a Arturo Vidal. El volante del Inter falló su penal, atajado por Martínez, pero el rebote en el travesaño benefició a Vargas para el 1-1.

Argentina, bajo el sistema 4-3-3, se distanció mucho del nivel ofrecido en el primer tiempo. Los ingresos de Ángel Di María por Lo Celso, Exequiel Palacios por Paredes, Joaquín Correa por Nicolás González, Sergio Agüero por Lautaro Martínez y Nahuel Molina por Montiel generaron un quiebre sustantivo en el funcionamiento. No sólo se trata de nombres.

En busca del desnivel, el seleccionado argentino se desdibujó por momentos, lució desordenado y quedó lejos de aquel buen rendimiento, tan cercano en el tiempo.

Chile se conformó con el empate y Argentina, con acumulación de nombres, no supo cómo vulnerar esa resistencia.

El funcionamiento aparece, pero por momentos. Contra Colombia, por Eliminatorias Sudamericanas, sucedió lo mismo.

La gran diferencia se aprecia en la intención. Cuando Argentina sale decidida, el funcionamiento brilla. Cuando baja la intensidad y cede la pelota, sufre.

El funcionamiento se resiente y es donde reincide como Messi-dependiente.

Y ese rato de dependencia no es aprovechado porque el máximo goleador histórico argentino generó dos pases gol en el segundo tiempo que no terminaron en la red.

Argentina mostró dos caras, en las que Ilusiona y decepciona. El funcionamiento se debate entre esas dos sensaciones. Es una cuestión de actitud.

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